Desde que arrancó la cuarentena obligatoria, se lo ve más tiempo con el ambo puesto que con cualquier otro tipo de vestimenta. En el último mes, por decisión propia, decidió ampliar su horario laboral y sumarle a su trabajo de viceintendente de Córdoba Capital su experiencia como médico generalista para frenar el avance del coronavirus en la ciudad.
Junto a un grupo de voluntarios, recorre de lunes a lunes los barrios más vulnerables, visita los refugios donde vive la gente en situación de calle y asiste a los domicilios de los adultos mayores para vacunarlos contra la gripe.
Debido a su formación universitaria y su vocación, el intendente Martín Llaryora le pidió que coordinara y acompañara las gestiones del secretario de salud frente a la pandemia pero Passerini prefirió ponerle el cuerpo a la situación y aportar su experiencia desde la primera línea del frente de batalla.
Protegido con delantal, guantes, lentes y barbijos son muy pocos los cordobeses que lo reconocen cuando lo ven y él prefiere que así sea. Con perfil bajo, se pierden entre el batallón de profesionales de la salud que día a día tocan timbre en las casas para aplicar las dosis a los grupos de riesgo.
Incluso, muy pocos saben que antes de asumir en su nuevo puesto político -en 2019- venía colaborando desde hacía cuatro años con el cura Mariano Oberlin en el barrio Müller, situado en una zona muy marginal de la ciudad.
“Voy a su parroquia todos los lunes, desde 2015, donde tengo mi consultorio médico para atender de manera gratuita a jóvenes con problemas de adicciones”, contó a Infobae Passerini, quien conoció al párraco cuando desempeñaba como Ministro de Desarrollo Social del gobernador José Manuel De La Sota.
Passerini viene de una familia muy ligada al peronismo y su padre, de hecho, fue uno de los dirigentes de confianza de De La Sota y quien le transmitió su pasión por la política. “Soy su discípulo”, admite este delasotista de primera hora, quien mantiene una excelente relación con su familia y en particular con la diputada Natalia De La Sota.
Sin embargo, siempre se movió entre sus dos pasiones. “Nunca dejé del todo la medicina. En mi primera época como político, cuando fui electo intendente de Cruz Alta, en 1999, pude hacer convivir mis dos profesiones ya que por la tarde atendía en mi consultorio y seguía colaborando con el hospital local”, recordó Passerini, que además fue reelecto en su cargo en 2003.
Pero todo cambió cuando fue convocado por De La Sota para sumarse al gobierno provincial en 2005 y tuvo que priorizar su trabajo en la función público porque le demandaba mayores responsabilidades.
Finalizado su mandato, Passerini continuó ligado a la política y fue electo como legislador por Unión por Córdoba (2015-2019), el partido del gobernador peronista Juan Schiaretti. “En ese tiempo aproveché para volver a estudiar e hice la especialización en toxicología en el Consejo de Médicos de Córdoba”, contó.
“Hice las capacitaciones durante 4 años, todos los sábados. Y este año tengo rendir la tesis. Veremos si después de la cuarenta me dan la fecha y pueda recibirme”, remarcó el viceintendente.
La elección de ese posgrado estuvo estrechamente ligada al cura Oberlin ya que cuando conoció su obra siendo ministro provincial quedó fascinado con su labor y se propuso ayudarlo. “Cuando me recibí de médico, el problema de las adicciones y la toxicología no eran tan visibles y preocupante como hoy. Haber estado trabajando junto a él en esa comunidad tan pobre me hizo tomar conciencia de la importancia de esa especialidad”, aseguró.
Daniel Passerini tiene 55 años, está casado y tiene dos hijos; uno de 21 años que estudia ingeniería química en la UTN de Córdoba y otro de 12 que cursa el segundo del secundario. “Ellos me bancaron desde el primer momento en que les dije que quería ayudar en esta pandemia a pesar del miedo que genera este virus”, dijo.
Desde que el gobierno nacional decidió adelantar la campaña de vacunación antigripal, Córdoba recibió 300 mil dosis y el municipio se puso a trabajar contra reloj para reforzar las defensas de la gente antes de la llegada de los primeros fríos.
Las primeras acciones tuvieron lugar en la puerta de las entidades bancarias céntricas, donde se congregaron los jubilados para cobrar sus haberes. “Solo en el primer día vacunamos a más de 1000 adultos mayores”, contó. Pero más allá de este logro, no pudo contener su mirada médica y consideró que lo ocurrido ese viernes 3 de abril fue un retroceso en la lucha contra la COVID-19 debido a falta de planificación para evitar la innecesaria exposición al virus de ese grupo de riesgo.
Passerini está convencido que la política tiene que estar al servicio de la gente y que a raíz de la pandemia hay una revalorización del sistema sanitario por parte de la ciudadanía de todo el país.
“Cuando finalice la cuarentena van a haber muchos cambios de paradigma, como los discurso del materialismo y el consumismo excesivo. En este tiempo quedó demostrado que hay cuestiones muchos más importantes que habían quedado en un segundo plano, como un abrazo o una visita a nuestros seres queridos. El desafío de esta pandemia, además de resetear la economía, es que nos mejore como personas y eso que también alcance a los políticos”, reflexionó este funcionario municipal que decidió aportar su doble experiencia en medio de la crisis.
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