Mayo es la clave. Frente a un complejísimo panorama económico del mes entrante, cuatro de los principales intendentes de la oposición de Juntos por el Cambio se sentaron este mediodía durante más de dos horas con Axel Kicillof para pedirle un mayor esfuerzo para cubrir los gastos operativos de los municipios, una reunión que terminó, según pudo reconstruir este medio, con un compromiso por parte del gobernador de implementar un “refuerzo”.
“El Gobierno provincial se compromete a asistir a los distritos para el pago de salarios, las prestaciones básicas y las demandas sanitarias que genera la pandemia”, tuiteó Kicillof tras el encuentro.
Así lo confirmaron además a este medio fuentes que participaron del encuentro, que contó, por la oposición, con Jorge Macri, de Vicente López; Julio Garro, de La Plata; Miguel Fernández, de Trenque Lauquen, y Manuel Passaglia, de San Nicolás. Antes, tuvieron una previa en las oficinas del intendente local.
El gobernador, que los había convocado ayer a última hora de la noche para tratar de avanzar en una solución a un entuerto económico provocado por la crisis en torno al avance del coronavirus y atravesado por recelos mutuos, los esperó junto a su jefe de Gabinete, Carlos Bianco. María Teresa García, ministra de Gobierno, siguió la reunión por teleconferencia.
Hasta ahora había habido un primer acuerdo en este mes de $1.000 millones destinados a los municipios y distribuidos según el Coeficiente Único de Distribución (CUD) y otros $3.000 del Fondo especial de Emergencia Sanitaria para la Contención Fiscal Municipal, bajo la modalidad de préstamo.
“Los intendentes y el Gobierno provincial comparten la preocupación por la caída de la recaudación a nivel provincial y municipal. En ese aspecto, los intendentes solicitaron un refuerzo presupuestario ante el impacto que ha tenido la caída de los ingresos propios y la coparticipación provincial. Durante la reunión, se acordó que este refuerzo se haga efectivo en la segunda y cuarta semana de mayo”, resaltaron los intendentes de Cambiemos en un comunicado posterior al cónclave.
El planteo de los jefes comunales fue concreto: “Mayo es un mes bisagra”. La recaudación de abril se desplomó por la parálisis de la actividad económica. Hay municipios, por caso, que ya tuvieron problemas para afrontar el pago de sueldos del mes en curso. Mayo asoma en ese sentido demasiado cuesta arriba, aseguran.
“Si fuéramos una empresa, el mes que viene presentaríamos la quiebra”, explica, preocupado, uno de los jefes comunales más emblemáticos de Juntos por el Cambio.
En esa línea, fuentes de la gobernación remarcaron que la intención de Kicillof es estirar la ayuda a los municipios, que presentan situaciones financieras dispares. La semana pasada, la Provincia emitió un comunicado en el que subrayó que el fondo creado para afrontar la crisis “estará constituido” por “$8.000 millones”, con posibilidad de “ampliarse a $12.000 millones de ser necesario”. Ese, abundan desde La Plata, es el número al que aspira el gobernador.
“El gobernador no quiere que ningún empleado provincial ni municipal se quede sin cobrar su sueldo”, agregó un funcionario del primer piso de la gobernación.
La Plata, por ejemplo, tiene algo más de $250 millones de gastos de masa salarial, entre sueldos de los empleados y pago a los cooperativistas. Abril está saldado, explican. Mayo presenta un escenario un tanto más complejo.
El reclamo de los intendentes está teñido por la desconfianza que marcó desde el inicio el vínculo entre ellos y el gobernador.
“Kicillof tiene un problema estomacal con nosotros: no nos quiere”, dicen desde el despacho de uno de los jefes comunales de Juntos por el Cambio.
Días atrás, de hecho, algunos de ellos abandonaron el chat de WhatsApp que compartían con la ministra de Gobierno bonaerense. No es personal, admiten los intendentes, que respetan intelectual y profesionalmente a la funcionaria. Alguno incluso la llama en la intimidad “Santa Teresa”. Pero fue una manera de tratar de marcarle la cancha a la administración provincial.
Dicen, en ese sentido, que algunos municipios están cubriendo gastos que le corresponden a la Provincia, como la nafta de los patrulleros o las ambulancias. Y que hay deudas por la porción que reciben de la coparticipación. En medio de una preocupante y considerable baja de la recaudación.
En el Gran Buenos Aires, para colmo, empiezan a enfrentar otro dilema: cómo comenzar a flexibilizar el aislamiento que, en los hechos, empieza a mostrar algunas fisuras. El ministro de Salud bonaerense, Daniel Gollán, reconoció en estas horas que “la curva (de contagios) está aplanada y es prácticamente igual a la de los últimos 15 días”.
¿Cómo administrar la presión social y de los comerciantes después de casi un mes y medio de aislamiento y una saturación del sistema sanitario que, por ahora, no aparece?
Ningún distrito del Gran Buenos Aires se plegó al anuncio nacional del sábado de habilitación de salidas diarias de una hora para esparcimiento.
Los intendentes reconocen que hay más gente en la calle, y que los policías locales ahora eligen la “persuasión” y no el “punitivismo”. “La semana que viene tenemos que mostrar que estamos trabajando para buscar soluciones”, resaltan en alusión a la presión social, y en vísperas de las semanas más dramáticas en relación a la curva de contagios, según esperan los especialistas.
En la previa de la reunión con Kicillof, los intendentes opositores no descartaban un endurecimiento del discurso y una elevación del reclamo a Alberto Fernández si el encuentro no rendía sus frutos. Ahora hay un principio de acuerdo y un compromiso por parte del gobernador.
El Presidente, por caso, construyó un canal de diálogo directo con los intendentes -en especial con Macri y Néstor Grindetti, de Lanús-, con una triple intencionalidad: conocer de primera mano la problemática del territorio, correr del medio al gobernador e inmiscuirse en las internas de la oposición.
El intendente de Vicente López se fue raudo del cónclave en la gobernación: recibía al jefe de Estado en su distrito, el segundo de la Provincia con más casos positivos de COVID-19, para recorrer un hospital de campaña.
Es la primera vez que el Presidente posa para una foto oficial con un barbijo colgado de sus orejas.
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