Elisa Carrió se encerró con sus dos hijos en su casa de Exaltación de la Cruz y no salió más.
Diabética, hipertensa, sedentaria y con problemas cardíacos -en octubre del 2016 se sometió a una angioplastia por una lesión severa de la arteria circunfleja que requirió la colocación de dos stents-, retirada y “lejos de la coyuntura”, pero “al tanto de todo”, como le transmitió hace algunos días a uno de sus colaboradores, Carrió pasa sus días entre medicamentos, series históricas y audiolibros.
Es que entre otras derivaciones, la diabetes le trajo serios problemas en la vista, por lo que leer un libro se transformó para la fundadora de la Coalición Cívica en un hobby casi imposible.
Eso sí: ni el coronavirus, cuya severidad es mucho mayor en los adultos mayores y en las personas con enfermedades preexistentes, hizo que dejara el cigarrillo.
El avance del virus en el país y la instrumentación del aislamiento dispuesto por Alberto Fernández por primera vez desde el 20 de marzo encontraron a Carrió fuera del Parlamento -su renuncia se hizo efectiva a partir del 1 de marzo- y corrida de las principales decisiones de la Coalición Cívica, cuya jefatura recae ahora en las espaldas de Maximiliano Ferraro.
El jefe del bloque de la CC en Diputados es uno de los que más habla con la ex diputada. Pero todavía no fue de visita. Sí lo hizo el legislador porteño Facundo Del Gaiso, ex auditor de la ciudad de Buenos Aires, hace algo más de una semana. Y tiene previsto, según el entorno de Carrió, otro viaje hacia Exaltación de la Cruz -uno de los municipios que habilitó desde este lunes las salidas diarias recreativas de una hora- en los próximos días: en cada visita aprovecha para llevarle medicamentos.
El encuentro entre Carrió y Del Gaiso, agendado con antelación, coincidió casualmente con el escándalo local en torno a la compra de barbijos con presunto sobreprecios y de la polémica por la contratación de un hotel para el alojamiento de pasajeros con domicilio en la capital provenientes del exterior.
A la fundadora de la CC-ARI, la polémica que le propinó a Rodríguez Larreta una andanada de malos tragos, no le causó ninguna gracia. A tal punto que levantó el teléfono para, cordialmente -como suele hacerlo en cada charla con el jefe de la Ciudad-, pedirle explicaciones, según pudo reconstruir este medio de fuentes oficiales y de colaboradores de la ex diputada.
Las salidas de dos funcionarios vinculados con las compras y contrataciones fueron bien recibidas por “Lilita”.
Y avaló, en ese sentido, una serie de proyectos presentados por el bloque de la CC en la Legislatura para darle más transparencia a la relación local con los proveedores. Algunos de los pedidos ya fueron tomados en cuenta. Otros están incluidos en la ley de emergencia económica que la Legislatura votaría antes de que termine esta semana.
Este lunes, en tanto, Juan José Calandri, el dirigente de la CC que ocupa uno de los sillones de director de la Auditoría porteña, presentó un plan para auditar todas las compras que el Gobierno de la Ciudad realice mientras dure la crisis por la pandemia. Su implementación debe ser aprobada por todos los auditores.
Distanciada de Mauricio Macri -no habla hace rato- y del ala más dura de Juntos por el Cambio que cada tanto busca tensar la relación entre la coalición opositora y la Casa Rosada, Carrió está convencida de que las medidas sanitarias tomadas por el jefe de Estado, con quien se enfrentó durante años, fueron las correctas.
Y que no es momento para “ser impacientes”. Así se lo manifestó a alguno de los dirigentes con los que habló en los últimos días. “Ya habrá tiempo de reclamar”, abundó. La ex diputada cree que la extensión del aislamiento social, preventivo y obligatorio era necesaria.
Ya sabe que va a estar recluida, al menos, durante todo el invierno.
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