Río Negro es una de los distritos que empezó a sufrir el impacto del coronavirus con mayor dureza. En las últimas dos semanas creció la tasa de contagiados y quedó entre las cinco provincias con más casos confirmados de coronavirus. En paralelo, y como tantos otros lugares del país, sufre el impacto económico y financiero que generó la cuarentena obligatoria. La caída del turismo y del petróleo afectan al sur de la Argentina.
En una entrevista con Infobae, la gobernadora rionegrina, Arabela Carreras, cuenta las dificultades que tendrán en el corto plazo las finanzas de la provincia, analiza los motivos por los que cree que hacer más testeos es la mejor salida para el aislamiento obligatorio y detalla cómo está enfrentando la emergencia social, sanitaria y productiva que tiene en Río Negro. “Lo que genera la actividad económica y productiva en funcionamiento, no lo puede reemplazar el Estado”, advirtió.
-La salida de la segunda etapa del aislamiento el presidente Alberto Fernández la llamó “cuarentena administrada” ¿Cómo se va a poder aplicar en Río Negro, donde vienen creciendo los casos de contagiados?
-Estamos preocupados por la creciente cantidad de casos que estamos teniendo. Estamos en pleno combate del coronavirus en Río Negro. Porque cada vez que testeamos tenemos bastantes casos positivos y esto ha generado que los intendentes de la provincia, lejos de pensar en abrir e ir saliendo del aislamiento, estén pidiendo mayores restricciones y una política más dura. Las pocas actividades que teníamos pensadas habilitar ya fueron consideradas por el Gobierno, como es el caso de los talleres mecánicos o las casas de repuestos.
-¿Pero hay actividades puntuales que evalúan abrir con el permiso del Gobierno?
-Estamos pensando en trabajar sobre protocolos más claros de delivery, ampliando las posibilidades de comercio por esta vía. Pero no pensamos pedir que se consideren actividades exceptuadas a las grandes áreas de la actividad productiva. No es porque no lo necesitemos o porque no lo estén pidiendo los sectores. Pero nos preocupa muchísimo el impacto que este movimiento de personas, que por supuesto genera movimiento en la economía, va a tener a niveles de contagio.
-Es la principal disyuntiva a la que se enfrentan todos los gobiernos.
-Estamos con un planteo que resulta un poco contradictorio en el sentido que el movimiento de las personas es condición sine qua non para reactivar la economía, pero también es el enemigo más grande que tenemos para controlar el coronavirus. En este contexto estamos viendo temas muy puntuales que no los quiero anticipar porque no hemos resuelto si los vamos a plantear o no. Estamos evaluando los protocolos, pero serían muy puntuales. Nosotros nos inclinamos para mantener con cierta dureza el aislamiento por unos días más.
-¿Cómo resolver esa dicotomía entre liberar la circulación y reactivar la economía, o mantener el aislamiento estricto y evitar la exposición y el posible crecimiento de la tasa de contagios?
-No tiene solución. ¿Qué es lo extraordinario de este escenario? Que nos plantea decisiones que no tienen antecedentes y problemas que no tienen una solución. Planteo un escenario posible. Abrimos la actividad económica, se expande el virus, disparamos la curva a valores que el sistema de salud no puede resistir y, aún así, resentimos la actividad económica porque empezamos a aislar por contagio o por casos sospechosos o por contacto por caso positivo a distintos sectores de la comunidad que involucran empresas enteras.
-¿Entonces?
-Entonces el otro camino, el camino de liberar la actividad económica en virtud de la necesidad real que tenés es un camino que también tiene patas cortas porque la pandemia va a limitar a la brevedad la continuidad de esas actividades. A eso le vas a tener que sumar un sistema de salud colapsado. Está muy claro los casos en que se ha subestimado el impacto del coronavirus y las consecuencias terribles que han tenido en esos países, donde los sistemas de salud no han podido hacerle frente.
En el mediano plazo tenemos que entender que la pandemia está instalada y se queda
-¿Cuál es el plan de acción sobre el que trabajan ustedes en la provincia frente a ese círculo vicioso?
-Estamos trabajando sobre un equilibrio delicado en tres planos de la emergencia. El primero que abordamos, y lo hicimos bien, es la emergencia sanitaria. Compramos muchísimos insumos, estamos multiplicando las camas, e integrando el sistema público con el sistema privado de salud. El segundo es la crisis social. La emergencia social está instalada en los barrios: el sector asalariado, el cuentapropista y el informal, que es el que más está sufriendo en este momento. Lo estamos abordando con un plan alimentario. El tercer plano es el de la emergencia del sector productivo que es el motor económico de nuestra provincia y ahí tenemos una variedad de situaciones.
-¿Cuáles?
-El turismo constituye el 30% del PBI de la provincia y está diezmado absolutamente como actividad económica, y sin perspectivas de recuperarse hasta fin de año. Habrá que ver cómo evoluciona la pandemia en el mundo, pero nosotros tenemos un fuerte componente de turismo internacional que va a demorar mucho en volver.
-¿Qué importancia tiene la actividad petrolera en la economía provincial y cuál es el daño que le generó la cuarentena por el coronavirus?
-Es muy importante, en el orden del 10% del PBI son recursos petroleros. Está totalmente parada. No solo por la caída del precio del barril, también por la caída del consumo a partir de la cuarentena. Esto implica una pérdida de puestos de trabajo y la caída en los ingresos brutos de la provincia. También tenemos algunas otras actividades que no han sufrido tanto porque han logrado levantar la cosecha y completar algún proceso de exportación. Es el caso de la fruticultura. Ahí es relativo el impacto pero se ha ralentizado bastante la actividad.
-Es un círculo vicioso el que describe, en el cuál parece que la única forma de salir de la cuarentena es de una forma muy lenta y haciendo equilibro permanentemente entre la crisis sanitaria, la productiva y la social. ¿Considera que esa es la salida?
-Es así. Es un camino muy equilibrado, controlado, con mucho protocolo y con mucha responsabilidad por parte de los distintos actores. Día a día vamos midiendo el impacto de la cuarentena. En la mirada de mediano plazo tenemos que entender que la pandemia está instalada y se queda. Acá no hay que poner expectativas en una fecha. La convivencia con este problema es una convivencia que va a requerir algunas tecnologías que nos permitan administrar este escenario complejo.
- ¿A qué se refiere?
-Tengo expectativas, por mi naturaleza proactiva y optimista, de que vayamos encontrando soluciones tecnológicas, de convivencia, de testeos, de registros de casos, que nos permitan aislar a los que haya que aislar y liberar a los que haya que liberar. En Río Negro seguimos una opción de testear mucho. Esto es una decisión política. Si yo testeo poco, tengo pocos casos, si testeo mucho, tengo muchos casos, una vez que la pandemia está instalada. Estamos pudiendo distinguir rápidamente quién está infectado. Y como tenemos un fuerte control sobre los contactos es muy posible que disminuyamos el contagio.
-¿Qué cantidad de testeos hacen en la provincia?
-Testeamos a una persona con síntomas que se define como caso y, en algunas oportunidades, también testamos al caso sospechoso. Muchas veces hacemos testeos entorno a un caso confirmado de personas que no tienen síntomas pero constituyen colectivos de riesgo.
-¿Cuál sería un ejemplo?
-Por ejemplo testeamos un geriátrico completo porque eran personas de riesgo que habían tomado contacto con un caso confirmado. O testeamos los casos sospechosos porque son agentes de salud o agentes de seguridad. Ese tipo de colectivos, que tienen una cierta relevancia para el sostenimiento del sistema, están siendo testeados con o sin síntomas. Aún cuando no revisten la descripción de un caso. Ampliar mucho los testeos nos ha permitido identificar grandes grupos que no habían sido afectados y evitamos así unas largas cuarentenas en personas que no están enfermas.
-La hipótesis de esa política es que mientras más testeos hagan, diferencian con más rapidez los infectados y el resto vuelve a la actividad normal.
-Esa es la tarea. Por eso estamos sumando. Nosotros tenemos tres laboratorios en la provincia. Y eso lo pudimos empezar a hacer desde que nosotros somos los que hacemos los test. Porque enviar al Instituto Malbrán tendría un protocolo más estricto. No es que hoy estamos testeando libremente a toda la población, como nos gustaría, porque el recurso es finito. No tenemos suficiente cantidad de tests. Pero esto nos ha permitido administrar muchísimo los aislamientos y la puesta en marcha nuevamente de las instituciones.
Tenemos un sistema de salud fuerte. Estamos sintiendo el crecimiento de la pandemia, pero por el momento el sistema resiste
-Aparte del ejemplo del geriátrico, ¿en qué otro lugar aplicaron la misma dinámica?
-Testeamos gran parte del personal y de los internos de un penal porque hubo un caso que se había vinculado a esa cárcel. Descubrimos que todos eran negativos. Eso nos permitió seguir con nuestros protocolos en contextos de aislamientos con mayor tranquilidad. Hay ciertas circunstancias donde la proactividad nos permite rápidamente disminuir la envergadura del problema.
-¿Ve la posibilidad de que esa política de testear a más gente pueda seguirse a nivel nacional y que se transforme en el conducto para salir de la cuarentena?
-Sería lo ideal. Lo que pasa es que tenemos una limitación de cantidad de test. A nosotros nos provee los test la Nación. Nos proveyó 1000 test y nosotros vamos administrándolos porque cuando venga con gravedad la pandemia tenemos que tener los elementos y no haberlos gastado alocadamente. Nosotros no podemos, con el recurso que hoy tenemos, salir a testear a la calle y hacerle un test a todos los automovilistas. Eso sería lo ideal. No lo podemos hacer porque tenemos un recurso limitado. Pero sí podemos ampliar la cantidad de test con poblaciones dirigidas o sensibles por alguna razón.
-Por ejemplo, los que forman parte del sistema de salud o de las fuerzas de seguridad.
-Claro, nos ha permitido tener la población que da positivo prácticamente en un excelente estado de salud. Además hemos sido bastante eficientes en los aislamientos. El caso positivo, que la persona está bien, lo aislamos en un hotel, donde tiene su habitación, su baño, sus condiciones adecuadas y agradables para poder sobrellevar los días de cuarentena. Y se le hace un chequeo diario.
-El Gobierno les manda 1000 test, pero ustedes testean más que ese número. ¿Tienen otros tipos de test?
-Nosotros hemos adquiridos test rápidos pero tienen un problema. Dan resultado seguro después del cuarto días de presentación de síntomas. Entonces, los usamos de manera complementaria.
-¿Entonces, hasta el momento, hacen los testeos tradicionales, los mismos que realiza el Instituto Malbrán?
-Exactamente. Insisto en esto. No estamos haciendo testeos masivos, que para mí sería lo ideal. Si me preguntás cómo salimos de este parate económico, te diría que salimos testeando masivamente. Porque entonces rápidamente vos distinguís la persona sana, de las personas que hay que aislar. Aislas exclusivamente a las personas que tienen este problema. Entonces, esa sería la gran salida al dilema que parece no tener solución.
-¿Con qué medida se lo puede complementar?
-Si a eso se lo complementa con una identificación de algún tipo, que seguro va a tener que ser digital, para poder identificar a la persona que fue testeada, eso nos va permitir cierta movilidad. Lo cual no es garantía de nada, porque una persona a la que hoy le haces el test, da negativo, mañana se junta, se contagia y ya no sirve más el test. Tendríamos que tener un recurso muy grande. No es infinito el recurso y este es el problema.
-Sería un combo de medidas para salir de la cuarentena y para llevarlas a cabo durante el regreso a las actividades.
-El seguimiento de los pacientes, ya sea positivo o en aislamiento preventivo, que estamos haciendo en forma diaria a partir de llamados telefónicos, junto con los testeos y las barreras físicas. El tapabocas obligatorio y las máscaras de acetato que estamos usando para aislar el rostro de las personas. Todo esto creo que va a contribuir al control de la pandemia y son herramientas indispensables para la vuelta a la actividad.
-Para usted la salida de este proceso es aumentar la cantidad de testeos. ¿Lo habló con el Presidente durante las reuniones virtuales que tuvieron?
-No. A ver, por qué no planteamos esto, porque no hay suficientes test. Cuando uno hace propuestas, tienen que ser propuestas posibles. Hoy no tenemos esa disponibilidad de test. Si podemos tenerla, creo que será una herramienta muy útil para poder salir del aislamiento.
En Río Negro seguimos la opción de testear mucho. Eso es una decisión política
-La idea que tiene es que la salida está atada a los testeos.
-Sí. Lo veo como el camino para salir. No soy ni médica, ni sanitarista. Pero en lo concreto sacamos gente del aislamiento que la necesitábamos en la calle trabajando o en las clínicas, testeandola. Testeas a 10 enfermeras, te dan 10 negativos, tenes 10 enfermeras trabajando ese mismo día. Sobre todo entendiendo que al tener tres laboratorios, en tres horas tenemos el resultado.
-Es la forma de separar a los infectados de los que no lo están y seguir una vida cercana a lo normal.
-Es una combinación de estrategias. La información, el control severo sobre el uso de las protecciones de barreras. Esto son complementarios, muchos no adhieren al tapabocas o no adhieren a otras barreras. Nosotros creemos que a esto hay que utilizarlo y dentro del debate que existe sobre el uso o no del tapabocas, nosotros nos hemos inclinado hacia el uso.
-Lo implementó en forma obligatoria. ¿Le dio buenos resultados hasta ahora?
-Habíamos empezado con la recomendación y concientización, sobre todo en redes sociales. Luego lo hicimos obligatorio. Hay una tendencia hacia el cumplimiento. Cuesta todavía. Los municipios van tomando esto y empezando a poner multas. Le estamos enseñando a la gente a hacer su propio tapabocas. Además, prohibimos el uso del barbijo profesional en ámbitos sociales para no agotar el recurso y poder tenerlo disponible para el personal de salud.
-Describió un panorama complejo en el tema social. ¿Teme que si la cuarentena se extiende y la actividad económica se mantiene muy frenada, puede haber algún conflicto social?
-Estamos abordándolo. El Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) ha tenido un buen impacto en Río Negro. Más de 111.000 mil personas, en una población de 720 mil. Es una política de asistencia directa. A esto se suma lo que va entrando a través de otros programas nacionales. No es suficiente. Son paleativos. A las empresas les estamos dando incentivos fiscales. Pero tampoco es suficiente. Porque lo que genera la actividad económica y productiva en funcionamiento, no lo puede reemplazar el Estado. El recurso genuino que trae el turista, el Estado no lo reemplaza con un subsidio.
-¿Hasta dónde puede llegar la ayuda del Estado?
-Es otro círculo que tiene dificultades. Lo hablaba con las clínicas que me pidieron exenciones impositivas. Yo les dije que lo vamos a considerar y vamos a hacer un esfuerzo en ese sentido. Pero a la vez me pidieron aumentos en el monto de las prestaciones de la obra social del Estado. Me piden más dinero por un lado y me ofrecen menos dinero por el otro. Entonces, tenemos que entender que están apretando de dos lados la misma caja.
-Básicamente, el Estado necesita ingresos para poder administrar y ayudar.
-Por un lado le piden a la caja y por el otro lado no le ingresan nada a la caja, porque todas las actividades económicas están golpeadas y con una merma en los impuestos. Es una lógica que no puede durar mucho tiempo y que es difícil de consensuar. Conciliar dos extremos, la disminución de ingresos y el aumento del gasto. Por ahora lo llevamos con mucha cautela, sin demagogia y con toda la seriedad que esta pandemia nos impone. Estamos en un serio riesgo de vidas humanas. Y esta es la mirada prioritaria que va ordenando todas las demás decisiones.
-¿En qué situación financiera está la provincia? ¿Va a tener inconvenientes para afrontar los gastos del sistema público estatal en los próximos meses?
-Esta situación prolongada en el tiempo va a golpear la posibilidad de que las provincias cumplamos con nuestras obligaciones. Esto fue planteado a nivel nacional. Hay voluntad de apoyo. De hecho unos primeros 20 mil millones de dólares fueron coparticipados en concepto de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN) a las provincias. A nosotros nos tocó recibir 500 millones. A su vez los coparticipamos con los municipios para que también alivien su situación de caída de ingresos. Estamos agradecidos por ese aporte pero no compensa lo que no logramos capturar a partir de una actividad económica sana.
-¿Tiene asegurado el pago de sueldos de abril?
-Si. No me gusta anticiparme tanto. Creemos que vamos a afrontar el pago de salarios. El virus nos enfrenta a día a día a distintas complejidades. Cuando yo tenga seguro el cronograma de pagos, lo anuncio. No me anticipo a ninguna de estas respuestas.
-¿La utilización de una cuasimoneda es una opción en la provincia?
-Por ahora no lo estamos considerando. El escenario dentro de 15 días puede cambiar. Por el momento no es una opción para nosotros, en virtud que la Nación ha dado señales de acompañamiento a las necesidades de financiamiento que tenemos las provincias. Está el Fondo Federal de Desarrollo Provincial. Que es un fondo de otros 60 mil millones de pesos que se destinarán a créditos para las provincias. Ahí podremos recurrir para financiar nuestros compromisos. Y vamos viendo mes a mes como va evolucionando todo.
-La llegada del frío será una complicación. ¿Tomará alguna medida específica diferente a las que ya tomó desde que arrancó la pandemia?
-Sí. Sabemos que va a ser más complejo el panorama porque las enfermedades de tipo respiratorio, cuyo síntomas son muy similares a los del coronavirus, empiezan a aparecer en el invierno. Por eso hicimos una fuerte campaña de vacunación. Trabajamos mucho sobre los sectores de riesgo por edad. Adelantamos lo que nosotros llamamos el plan calor. Tenemos una fuerte presencia en los hogares con garrafas y con leña para poder calentar los hogares. Lo estamos adelantando tres semanas porque ya empieza a hacer frío, la gente está en su casa y no tiene cubierta todas sus necesidades en materia de calefacción o de combustible.
-¿En qué situación esta el sistema sanitario de la provincia? ¿Qué disponibilidad de camas tiene en terapia intensiva? ¿Cómo está para soportar el invierno y el coronavirus?
-Tenemos un sistema de salud fuerte. Con 36 hospitales en toda la provincia y 190 centros de salud que están en muy buenas condiciones edilicias, de tecnología. También de personal. Nos costó bastante. Incluso fuimos de las provincias que contrataron extranjeros venezolanos como profesionales en nuestros hospitales, para poder cubrir ciertas especialidades que no teníamos.
Estamos en un serio riesgo de vidas humas y esa es la mirada que ordena todas las decisiones
-En lo que respecta a la estructura de camas y respiradores, ¿en qué situación está la provincia?
-Tenemos 1839 camas comunes, sumando el sistema público y privado. Cerca de 1100 son públicas. Tenemos 175 camas de terapia intensiva con respirador y también la mayoría son públicas. En el sistema público estamos por sumar otras 80 camas más a terapia intensiva y, al menos, 100 camas más dentro de los hospitales. A esto hay que sumarle unas 1500 camas que tenemos disponibles en los hoteles para los aislamientos preventivos. Ya sea en personas positivas, en buen estado de salud, como personas que no tienen como aislarse en sus hogares.
-La estructura sanitaria parece estar lo suficientemente bien armada como para enfrentar un pico de contagiados en la pandemia
-El sistema está bien armado, es fuerte y está bien financiado. Pero no hay sistema que resista si se descontrola la pandemia. El sistema italiano y español, que son del primer mundo, no resistieron. No hay que confiarse. Estamos sintiendo el crecimiento de la pandemia, pero por el momento el sistema resiste.
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