Fue una reunión larga, de intercambio de ideas y propuestas cruzadas, que culminó con la promesa de concertar un nuevo encuentro. En la Quinta de Olivos, el presidente Alberto Fernández se reunió con Máximo Kirchner, Carlos Heller y con el ministro de Economía, Martín Guzmán, para analizar la aplicación de un impuesto a las grandes fortunas que permita recaudar fondos en este contexto de emergencia por la pandemia que azota al mundo. Fue el guiño formal del jefe de Estado para avanzar con la iniciativa que impulsa el jefe del bloque de diputados del Frente de Todos.
En la residencia presidencial empezaron a despejarse algunos interrogantes sobre los parámetros que se utilizarán para definir quiénes serán alcanzados por el impuesto; por supuesto, siempre que el proyecto del Frente de Todos consiga apoyo parlamentario. En la reunión hubo consenso en apuntar (en principio) a los patrimonios que están por encima de los USD 3.000.000, tomado el dólar a valor oficial, según confirmó Heller. En base a los datos que manejan quienes elaboran el proyecto, ese universo está conformado por 12.000 personas; sin contar los patrimonios empresariales.
La idea es que sea un impuesto progresivo y por eso se trabaja para dividir a los contribuyentes en tramos: un porcentaje a definir deberán pagar quienes tienen un patrimonio de entre 3 y 5 millones de dólares; otro los de una segunda segunda franja, que iría de 5 a 10 millones; otro entre 10 y 50; uno de 50 a 100; y otro entre 100 y 500 millones de dólares. Esto es parte del borrador en el que trabaja Heller.
Ante la ola de especulaciones y múltiples rumores que se propagaron durante la semana sobre los números finos del proyecto, el propio legislador salió varias veces en los medios a aclarar que el gravamen nunca se pensó para ser aplicado sobre la clase media, las pequeñas empresas o los ahorros de las familias. Y esta mañana lo hizo de nuevo. “Se tiraron valores para meter miedo y distorsionar la idea. Lo que llevamos a la reunión (con el Presidente) muestra que hay un universo muy chico de personas humanas que tienen patrimonios muy grandes”, destacó en declaraciones a la radio 990.
En base a los números que manejan los legisladores oficialistas que se encargan de la redacción del texto, los eventuales aportistas sólo abarcan el 1,1% del total de los contribuyentes al impuesto a los Bienes Personales. En principio, sería el 0,08% de la población económicamente activa que mide regularmente el indec. Aún así, en el gobierno nacional estimaron que la implementación del impuesto extraordinario podría generar un ingreso superior a los 3.000 millones de dólares.
Es importante aclarar que en el encuentro que se realizó en la Quinta de Olivos -donde también dialogaron sobre la deuda (Guzmán dio detalles de la oferta que presentará a los fondos de inversión que operan en Wall Street) y del impacto del coronavirus en la economía argentina- recién se analizó el primer tramo del proyecto que le encargaron a Heller. Un detalle no menor es que todavía faltan incorporar los datos que permitan incluir en el cálculo los patrimonios y ganancias empresariales.
“Esta no es una campaña de persecución contra nadie. Acá hay una necesidad imperiosa de conseguir recursos y se está buscando dónde pueden estar esos recursos sin que le cambie a nadie la condición que tiene de vida. La idea es que eso a la vez sirva para resolver los problemas de otro sector (de la sociedad) en el que las demandas son infinitas. No es una caza de ricos, no tenemos un solo nombre propio, no tengo la menor idea quiénes son los que estarán alcanzados por el impuesto, trabajamos sobre tramos de Bienes Personales”, concluyó el legislador.