Alberto Fernández comparó el viernes último las cifras de contagio de COVID-19 en Argentina con la de varios países, entre ellos el vecino Chile, lo que provocó una inmediata respuesta del gobierno de Sebastián Piñera, que contrarrestró con un reporte oficial donde aseguró que era lógico que así fuera por la cantidad de test que se hacen, contra lo que aquí sucede.
Si bien el mandatario argentino después se disculpó y aclaró que al mostrar gráficos comparativos “no estaba hablando mal de nadie”, sino que “buscaba demostrar que lo que estamos haciendo funciona”, también agregó que “le recuerdo una frase de Serrat: ‘Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio’”. Pero inmediatamente instruyó al canciller Felipe Solá a “dar vuelta la página” de esa discusión, recuperando el buen diálogo construido entre ambas administraciones.
En concreto, Solá y el ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, mantendrán este miércoles al mediodía un diálogo virtual con el canciller Teodoro Ribera y con Jaime Mañalich, ministro de Salud chileno. Allí se abordarán estrategias comunes para la compra de insumos, así como continuar con el trabajo coordinado para repatriar a los respectivos nacionales que se está implementando entre México, Uruguay, Chile y Argentina.
Con ese operativo que se concretó entre el 11 y el 13 de abril, se llevó adelante una repatriación de 386 ciudadanos de esos cuatro países, una iniciativa que “implicó una logística y coordinación extraordinarias con autoridades de diversos niveles de gobiernos de cada país para garantizar la seguridad y el cumplimiento de las medidas sanitarias internacionales durante las dos rutas realizadas por aeronaves de las fuerzas aéreas mexicana y uruguaya”, por el que regresaron 123 argentinos a Buenos Aires.
Por otro lado, se encuentran en pleno desarrollo las compras conjuntas de insumos médicos acordada en ámbitos del Prosur, que nuestro país integra junto a Bolivia, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay y Brasil, y cuya presidencia pro-témpore ejerce Chile desde marzo de 2019, una política que se considera urgente profundizar en medio de una pandemia que alargaría sus plazos, “ya que aún los países que salieron de sus cuarentenas deben continuar con las tareas de prevención, que podrían durar por lo menos dos años más”, se informó en Salud.
Después de las declaraciones del Presidente argentino, Mañalich le replicó que su gobierno tiene la capacidad de testeo más alta de la región y que "hasta el 11 de abril se habían realizado 4.228 tests por millón de habitantes, un equivalente a 15 veces lo testeado por la Argentina, que está en el orden de 435 por millón de habitantes”.
Al mismo tiempo, mostró un cuadro del informe que redactó el ingeniero Pablo Eguiguren, ex jefe de gabinete del Ministerio de Economía, donde Chile está al tope de los test en la región y Argentina y México están últimos. Y otro con la tasa de letalidad, donde Chile es el país latinoamericano mejor posicionado en el mundo, con 0.53%, cuando Argentina está bastante por encima de 4%.
Piñera, por su lado, aprovechó el episodio para cuestionar públicamente la estrategia de cuarentena que implementó la Argentina. “Un confinamiento total no es sostenible en Chile”, declaró el presidente de Chile, un país donde el aislamiento se realiza por región, localidades y hasta barrios diferenciados en una misma ciudad, como Santiago de Chile.
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