María Eugenia Vidal se enteró por sus colaboradores que la Universidad Di Tella había oficializado en su programa que, a partir de junio, estará a cargo de una de las materias de la maestría de Políticas Públicas de esa casa de estudios.
Estará al frente de “Planificación y Gestión de Políticas Públicas”. La ex gobernadora, confiaron en su entorno, también cerró un esquema similar con la escuela de negocios de la Universidad Austral. Y está en tratativas con la universidad de Almirante Brown, situada en el distrito homónimo del Conurbano bonaerense.
La nueva faceta académica y profesional de Vidal se complementa con un libro que recién empezó a esbozar y cuyo contenido todavía analiza: estaría dedicado a sus vivencias personales durante su paso por la administración pública. Y con la puesta en marcha de una fundación. Los plazos, sin embargo, se alteraron por el avance del coronavirus en el país y la agenda social y política de la Argentina que, desde hace semanas, se mueve al compás de la pandemia.
En lo político, el coronavirus se metió de lleno, en ese sentido, en las entrañas de Cambiemos, y en especial del PRO, que ahora se divide entre halcones y palomas por el vínculo del partido con la Casa Rosada y con la administración de Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires, el territorio en el que Vidal tiene influencia política.
A propósito, esta tarde se convocó a reunión de mesa nacional de Juntos por el Cambio en medio de una tensión interna que va en aumento.
La ex gobernadora, aseguraron fuentes partidarias, está distanciada de la llamada ala dura del PRO que encabezan Mauricio Macri, Patricia Bullrich, Miguel Ángel Pichetto y Guillermo Dietrich, entre otros. Son algunos de los dirigentes más relevantes que están convencidos de que ni siquiera ahora es momento de empatizar por completo con Alberto Fernández y el Frente de Todos. Y que hay que poner en marcha la flexibilización del aislamiento decretado el pasado 19 de marzo.
El fin de semana, de hecho, hubo una conversación virtual de la mesa partidaria, liderada por el ex presidente, de la que Vidal no participó. Tampoco Jorge Macri, que anoche en el programa Animales Sueltos aseguró, suelto de cuerpo, que no lo hizo porque tenía que trabajar. La ex gobernador alegó que se sentía mal.
Es que, en la anterior teleconferencia del PRO, hubo acaloradas deliberaciones por el contenido del documento que la cúpula partidaria quería hacer trascender con veladas críticas al Gobierno nacional. Vidal fue una de las que se opuso. Horacio Rodríguez Larreta, que la incluyó informalmente en la mesa de crisis sanitaria de la Ciudad, fue el otro.
El jefe de Gobierno porteño tiene, desde hace más de un mes, un vínculo cotidiano y de trabajo con la Casa Rosada. Habla seguido con el Presidente y con buena parte de sus ministros por el operativo conjunto en el área metropolitana para hacerle frente al avance del coronavirus. Vidal está en ese mismo bando. Al igual que los intendentes del Gran Buenos Aires: Macri, Néstor Grindetti, Julio Garro y Diego Valenzuela, y Guillermo Montenegro, de General Pueyrredón. También Cristian Ritondo, el jefe del bloque en Diputados.
En los últimos días, por caso, la ex gobernadora lideró un encuentro virtual, por separado, con los diputados y senadores del bloque de Juntos por el Cambio de la Provincia. Les pidió que se pusieran a disposición de la gobernación de Kicillof. Lo propio había hecho la ex mandataria en un mensaje que le envió al gobernador.
A diferencia de Macri, Bullrich y compañía, la ex gobernadora da señales de apoyo a los intendentes del conurbano. Por caso, no cayó para nada bien el tuit de Javier Iguacel, jefe comunal de Capitán Sarmiento -del riñón de Dietrich-, de principios de abril, con fuertes críticas al control de precios por parte de los municipios impulsado por la Casa Rosada y con respaldo de los intendentes del PRO.
Hubo serios cuestionamientos en los grupos de WhatsApp partidarios. La tensión interna aumenta.
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