Alberto Fernández contiene a intendentes propios y opositores y abre una grieta entre los dirigentes de Juntos por el Cambio

El Presidente entabló una relación directa con Horacio Rodríguez Larreta y los jefes comunales de la oposición. Las broncas internas. El rol de Axel Kicillof

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Alberto Fernández, el miércoles en Lanús, junto a Néstor Grindetti y Diego Kravetz (Presidencia)
Alberto Fernández, el miércoles en Lanús, junto a Néstor Grindetti y Diego Kravetz (Presidencia)

Alberto Fernández y Néstor Grindetti se vieron por primera vez cuando la campaña electoral aún no había empezado, e incluso unas cuantas semanas antes de que Cristina Kirchner lo ungiera oficialmente como candidato presidencial.

Hasta ese momento no se conocían. El celestino fue Diego Kravetz, un dirigente del PJ porteño que trabajó durante años codo a codo con Fernández desde la Legislatura de la Ciudad en sus tiempos de jefe de Gabinete y hace tiempo que se mueve en la tercera sección del Conurbano bonaerense como la mano derecha de Grindetti.

Los tres almorzaron con tiempo de sobra en un conocido restaurante de Lanús. No volvieron a verse hasta que el coronavirus avanzó con ferocidad en el mundo y el sistema político argentino se abocó a tiempo completo a tratar de hacerle frente en nuestro país. Lo anterior es historia conocida: Fernández fue candidato y ganó las elecciones, y el intendente de Lanús dio vuelta una elección que parecía perdida. Juntos por el Cambio y el Frente de Todos quedaron entonces en veredas opuestas.

El Presidente, cuya popularidad vuela según los principales sondeos de opinión pública, aprovechó la pandemia para meterse en la interna de Cambiemos, que no cruje como debería porque la crisis sanitaria, social y económica es demasiado extraordinaria y delicada como para que las diferencias dentro de la coalición opositora ocupen ahora un papel mucho más relevante.

En las últimas dos semanas, Fernández elogió y agradeció al jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y a tres de los principales intendentes de la coalición opositora: Diego Valenzuela (Tres de Febrero), Jorge Macri (Vicente López) y Grindetti.

Una de las fotos que distribuyó Presidencia de la última teleconferencia con los gobernadores mostró al Presidente sentado junto a Axel Kicillof y Rodríguez Larreta mientras en la pantalla se veía al jujeño Gerardo Morales. En otra versión, aparecía en la imagen el pampeano Sergio Ziliotto.

Alberto Fernández camina por los jardines de Olivos junto a Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta (Presidencia)
Alberto Fernández camina por los jardines de Olivos junto a Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta (Presidencia)

La relación con Morales no agrada al núcleo duro del kirchnerismo, que lo considera el autor intelectual del encarcelamiento de Milagro Sala. El “enamoramiento” con los dirigentes propios tampoco cae simpático en el ala más extrema de Cambiemos. Pero la estrategia presidencial, atravesada por el combate al coronavirus, está orientada a mostrar amplitud y consenso político y social sin exclusiones partidarias. Y de paso, desgastar a la coalición opositora.

El vínculo que la pandemia generó entre la Casa Rosada, el gobierno porteño y los intendentes del conurbano de Cambiemos -es decir, los dirigentes que tienen el peso de administrar el territorio-, aún cuando buena parte de esa relación esté atravesada por las necesidades mutuas, contrasta con las declaraciones mucho más críticas de las decisiones de gobierno de figuras como Patricia Bullrich y Miguel Ángel Pichetto. O el propio Mauricio Macri, cuya opinión se diluyó desde su primera aparición pública a principios de marzo, en Guatemala, después de dejar el poder, cuando subrayó, sin pestañear, que “el populismo” era “mucho más peligroso que el coronavirus”.

Ni Rodríguez Larreta ni ninguno de los intendentes, por caso, se plegaron a la discusión pública lanzada por la cúpula parlamentaria de Juntos por el Cambio en torno a la reducción de sueldos del sistema político como gesto a la lucha contra el coronavirus. Desde el Gobierno de la Ciudad bajaron la orden de no hablar del tema. Lo mismo hicieron los intendentes. Más allá de lo que al final decidan en sus respectivas administraciones.

El tuit que Javier Iguacel, intendente de Capitán Sarmiento, publicó el 5 de abril en contra de los controles de precios y la potestad de los municipios para fiscalizar comercios fue, para el grupo de intendentes más representativos de la oposición, la gota que rebasó el vaso.

Jorge Macri, Valenzuela, Julio Garro, Gustavo Posse, Guillermo Montenegro y Grindetti trabajaban en el tema desde hacía días con la Casa Rosada. Y masticaban bronca, desde hacía rato, por el estilo de conducción con el que el ex Presidente y Marcos Peña llevaron adelante la gestión de Cambiemos y que llevó a la derrota de Cambiemos en octubre del año pasado.

Iguacel es el ex titular de Vialidad, un hombre de Guillermo Dietrich y un convencido de ese modelo de gestión del PRO, y es detestado por sus colegas. Como en la discusión por la rebaja de sueldos, hubo revuelo en estos días en los grupos de WhatsApp de Cambiemos.

El Presidente junto a los intendentes Jorge Macri y Juan Zabaleta (@alferdez)
El Presidente junto a los intendentes Jorge Macri y Juan Zabaleta (@alferdez)

Los intendentes, por el contrario, prefieren sentarse en la misma mesa que Rodríguez Larreta, que cuando estaba a punto de embarcarse en una batalla económica con el Gobierno por el reparto de la coparticipación porteña, el avance del coronavirus le abrió un canal de diálogo, y de trabajo, inesperado con el jefe de Estado.

Fernández, Rodríguez Larreta y los colaboradores de ambos hablan mucho más seguido de lo que se muestra en forma oficial. Y se respetan. El jefe de la Ciudad, de hecho, esperó más de una semana para poner en marcha el programa de aislamiento de los adultos mayores anunciado en estos días: el jefe de Estado le pidió que lo espere para ver si podían implementarlo en forma conjunta.

En la UCR hay un fino equilibrio entre el rol de oposición y el diálogo político. Durante la semana, Fernández llamó en varias oportunidades al cordobés Mario Negri -una hora antes del anuncio de la extensión del aislamiento del viernes incluso se comunicó con él para darle un anticipo de lo que diría en la posterior conferencia de prensa-, que estos días se trenzó en más de un roce con Sergio Massa en Diputados por los fallidos proyectos para bajarse las dietas y la posibilidad de sesionar o no en forma presencial. Solo hubo reuniones virtuales de comisión con presencia de ministros vía teleconferencia, y se pospuso la reunión de jefes de bloque.

El Presidente prefiere como interlocutor al jefe del interbloque de Juntos por el Cambio y de la bancada radical y evita a Alfredo Cornejo, el presidente del Comité Nacional de la UCR que le pidió una audiencia junto a Maximiliano Ferraro (CC), y Patricia Bullrich (PRO). A Negri ya le adelantó que concedería ese encuentro, aunque aún no hay fecha.

Alfredo Cornejo, Mario Negri, Gerardo Morales y Patricia Bullrich (Maximiliano Luna)
Alfredo Cornejo, Mario Negri, Gerardo Morales y Patricia Bullrich (Maximiliano Luna)

Ante las críticas internas y los primeros cacerolazos que se disolvieron con el correr de los días, Elisa Carrió rompió su silencio de Cuaresma y acompañó a los diputados de la Coalición Cívica en la firma de un documento con un fuerte respaldo a Rodríguez Larreta. "Hoy debemos acompañar de manera solidaria, colectiva y sin personalismos. Pretender sacar ventajas personales a costa de uno de los distritos que nos toca gobernar es inmoral y éticamente reprochable. Son tiempos de prudencia y no hay lugar para oportunistas”, tuiteó Carrió diez días atrás.

En el Gran Buenos Aires hay dirigentes del PJ que señalan que “el que hace política pierde”. Y advierten que la sociedad no espera que peleen por el próximo turno electoral sino que exigen respuestas frente a la pandemia. “Los que conocen el territorio y tienen olfato saben que eso es lo que tienen que hacer”, dicen los que expresan posturas más razonables.

Temen, sin embargo, que en la escasez futura, desde La Plata se priorice en el reparto a los más amigos. Cuestionan falta de coordinación y de propuestas para el sector productivo. “Si querés saber cuántas camas hay o cuántos respiradores, hay que hablar con cada intendente o con Nación”, repiten sobre el manejo de Salud.

El martes 7, el Presidente recibió en Olivos a la Vicepresidenta Cristina Fernández. Hablaron de todo, en especial de la situación en el conurbano. Incluso trascendieron diferencias políticas en el manejo de la crisis. La única versión oficial sobre el encuentro la dio el Presidente.

Veinticuatro horas después de ese cónclave se sucedieron una serie de eventos de difícil concreción durante las gestiones de CFK.

Fernández fue a Lanús. Otra vez, por gestiones de Kravetz. Junto a Grindetti -también participó Adrián Urrelli, vice de la Legislatura bonaerense y otro nexo entre el PJ y Cambiemos-, el mandatario recorrió un hospital de campaña en Villa Jardín. Después caminaron por un barrio de viviendas populares instrumentado por un plan nacional. La recorrida fue luego parte de un spot de Presidencia.

El jefe de Estado viajó al rato hacia La Plata. Esperó por Kicillof 20 minutos. Y escuchó su discurso de media hora en el marco del lanzamiento de un programa del Banco Provincia.

Alberto Fernández y Axel Kicillof
Alberto Fernández y Axel Kicillof

A los intendentes que en estos días dudan del estilo de conducción del gobernador les pareció excesiva la paciencia del Presidente. Cuando volvió ese día a Olivos lanzó otro gesto hacia la interna de Juntos por el Cambio: junto a Juan Zabaleta, de Hurlingham -tal vez el intendente predilecto de la Casa Rosada-, conversó un buen rato con Jorge Macri. ¿La excusa? El control de los precios por parte de los municipios.

Fueron Santiago Cafiero, el jefe de Gabinete, los ministros Eduardo ‘Wado’ de Pedro y Gabriel Katopodis y el propio Zabaleta los que intervinieron en el territorio bonaerense para coordinar con los intendentes del Conurbano el operativo del pago a jubilados del sábado 4, después del caos del día anterior que estuvo a punto de echar por tierra el aislamiento.

Ese miércoles, después de volver de La Plata, el Presidente tenía en su teléfono varios mensajes del intendente de Vicente López, que no necesita hablar con el gobernador bonaerense para buscar auxilio de la Casa Rosada.

“Hablan a menudo”, reconocen colaboradores del primo del ex Presidente. A última hora de la tarde, Juan Pablo Biondi, secretario de Comunicación y Prensa de la Presidencia -un funcionario de extrema confianza del jefe de Estado-, devolvió el llamado: “Vení a Olivos”. La foto oficial de la reunión mostró a Zabaleta sentado a un costado en una pose informal y sonriente. Y al jefe de Estado y al intendente también risueños, mientras intercambiaban un saludo con los codos.

Macri le trazó un diagnóstico de la situación de los municipios gobernados por Cambiemos, algunos de ellos en situación crítica frente al avance del coronavirus. Mar del Plata es uno de ellos. Del territorio propio, el mandatario cuenta con información de primera mano.

El intendente de Vicente López fue quien hizo tambalear la emergencia bonaerense cuando se metió en la negociación entre María Eugenia Vidal -aislada en su nueva propiedad porteña y en contacto permanente con Rodríguez Larreta- y Kicillof a fin de año. En la última reunión del gobernador con intendentes en el teatro Metro, fue una de las voces más discordantes. Reclamó, entre otras cosas, no perder la puja por personal médico con la Ciudad que en una convocatoria ofreció mejores sueldos. La cuestión se saldó en el comité de emergencia, donde también está la Provincia: en el llamado a personal médico la Ciudad se incorporó como requisito excluyente que los aspirantes no debían ser trabajadores del sistema de salud público bonaerense.

La puesta en escena de esa última reunión presencial, con prudente distancia, dejó un sabor amargo no solo en los intendentes de Juntos por el Cambio. A los del PJ tampoco les gustó que Kicillof les hablara desde el escenario. Quedaron serias dudas sobre el manejo del operativo en torno al COVID-19. Prefieren hablar con el ministerio de Salud nacional o con el Presidente antes que con el gobernador y sus ministros.

En estas horas, Kicillof tiene previsto conversar con los jefes comunales del PJ y de Cambiemos para empezar a intercambiar visiones en la entrada de la segunda prórroga del aislamiento social, obligatorio y preventivo decretado por el Gobierno el pasado jueves 19 de marzo, extendido ahora hasta el 26 de abril.

Varios reprochan la falta de coordinación del viernes 3 en el inicio del cobro para los jubilados. La cifra de pensionados y jubilados bonaerenses es superior a la de cualquier distrito y se concentran en el Banco Provincia. Un intendente intentó hacer la cuenta frente a su oficina: había siete personas en la cola de la sucursal de un banco privado de capitales españoles, pero no pudo saber cuántas había frente a la sucursal del banco estatal de la provincia. La cola daba la vuelta a la esquina, sin la distancia prudencial.

Los chispazos entre Kicillof y los intendentes del PJ vienen desde antes de que el coronavirus tuviera al conurbano contra las cuerdas. Pero la pandemia agudizó las discrepancias.

En La Plata juran que, cara a cara, los jefes comunales no se animan a deslizar las críticas que lanzan en privado. Por el contrario, aseguran que hubo intendentes que no pudieron justificar algunos pedidos de material sanitario por la cantidad de camas terapia con la que contaban en sus distritos. Que el relevamiento, en muchos casos, no coincidía con las prestaciones que pagaba la provincia.

Es más: juran que un histórico barón del conurbano visitó al gobernador con un amigo que pretendía hacer negocios personales con insumos chinos.

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