La Organización Internacional del Trabajo (OIT) consideró que "enfrentamos la crisis más grave desde la Segunda Guerra Mundial” debido a la pandemia de coronavirus, que está produciendo “consecuencias devastadoras” para el mundo laboral como “un rápido aumento de la destrucción de empleo en el mundo”. En ese sentido, se prevé que “el aumento del desempleo a finales de 2020 supere con creces los 25 millones de desempleados”.
En su segundo informe sobre las consecuencias laborales por el avance del coronavirus, el organismo destacó que “la crisis por la pandemia ocasionada por el COVID-19 se ha intensificado y ampliado a escala mundial, las repercusiones en la salud pública son enormes y las economías y los mercados de trabajo están sufriendo perturbaciones sin precedentes”.
El documento señaló que “las medidas de paralización total o parcial (de las actividades) ya afectan a casi 2.700 millones de trabajadores, es decir, a alrededor del 81 por ciento de la fuerza de trabajo mundial”, por lo que estimó que “en el segundo trimestre de 2020 habrá una reducción del empleo de alrededor del 6,7 por ciento, el equivalente a 195 millones de trabajadores a tiempo completo".
De todas formas, afirmó que “el posible aumento del desempleo mundial en 2020 dependerá sustancialmente de la rapidez con que la economía se recupere en el segundo semestre del año y de la eficacia de las medidas políticas para impulsar la demanda de mano de obra”.
En sus recomendaciones, la OIT destacó que “las respuestas a nivel político tienen que contemplar cuatro pilares": 1) Estimular la economía y el empleo. 2) Apoyar a las empresas, el empleo y los ingresos. 3) Proteger a los trabajadores en el lugar de trabajo. 4): Buscar soluciones mediante el diálogo social.
Por otra parte, puntualizó: “Además de ayudar a quienes viven de la economía informal, es preciso acometer iniciativas de apoyo a los trabajadores y las empresas formales para impedir que la crisis vuelva a sumirlos en la informalidad, socavando lo conseguido en los últimos años. Es vital que se destinen recursos públicos a apoyar el empleo y los ingresos de los trabajadores; por lo tanto, es conveniente que la ayuda financiera y no financiera se suministre estratégicamente para animar a las empresas a preservar y/o crear puestos de trabajo”.
En su diagnóstico, la OIT destacó que “el impacto en el mercado laboral dista mucho de ser uniforme y son sectores específicos los que padecen la mayor parte del colapso de la actividad económica”. Entre los sectores más afectados, con un impacto alto por la pandemia, figuran: el comercio al por mayor y al por menor; reparación de vehículos de motor y motocicletas; industrias manufactureras; actividades inmobiliarias; actividades administrativas y comerciales; actividades de alojamiento y de servicio de comidas. “Estos sectores emplean a 1.250 millones de trabajadores en todo el mundo, lo que representa casi el 38 por ciento de la fuerza de trabajo mundial”, agregó el informe, que incluye a la industria de la construcción en un nivel medio de impacto.
“En la situación actual -aseguró la OIT en el documento-, las empresas de diversos sectores económicos, en especial las más pequeñas, se enfrentan a pérdidas catastróficas que amenazan su funcionamiento y solvencia, y millones de trabajadores están expuestos a la pérdida de ingresos y al despido. Las consecuencias para las actividades generadoras de ingresos son especialmente graves para aquellos trabajadores de la economía informal que carecen de protección”.
Según el informe, en todo el mundo hay 136 millones de trabajadores en actividades de atención de la salud y de asistencia social, como médicos, personal de enfermería y demás empleados del sector, que “corren un grave riesgo de contraer la infección por el COVID-19 en el lugar de trabajo”. “Cerca del 70 por ciento de los puestos de trabajo del sector están ocupados por mujeres”, indicó.
Advirtió, además, sobre los riesgos que enfrentan alrededor de 2.000 millones de personas que trabajan en sector informal de la economía, que “carecen de la protección básica que los empleos del sector formal suelen ofrecer e incluso de cobertura de seguridad social”. A su vez, destacó que “su situación es desfavorecida también en cuanto al acceso a los servicios de atención de la salud”.
“En las zonas urbanas, muchos trabajadores del sector informal trabajan en sectores de la economía muy expuestos a la infección por el virus y otros se ven afectados directamente por las medidas de confinamiento, como los recicladores de desechos, los vendedores ambulantes y los camareros, los obreros de la construcción, los trabajadores del transporte y las trabajadoras y trabajadores domésticos”, sostuvo el organismo internacional.
La OIT señaló que desde la evaluación preliminar que hizo el 18 de marzo, “las infecciones mundiales por el COVID-19 se han multiplicado por más de seis y el 3 de abril de 2020 el recuento se sitúa en 1.030.628; otras 47.600 personas han perdido la vida, con lo que el total de fallecimientos asciende a 541.371”. Y añadió: “A fin de evitar resultados catastróficos para los sistemas nacionales de salud y reducir al mínimo la pérdida de vidas, muchos países han comenzado a aplicar medidas de distanciamiento social para así frenar la propagación del virus”.
Para el organismo que preside Guy Ryder, “el cierre y la correspondiente interrupción de la actividad económica, las restricciones de viaje, el cierre de escuelas y otras medidas de contención han tenido repercusiones repentinas y drásticas en los trabajadores y las empresas”, tras lo cual sostuvo que según sus estimaciones “en las últimas semanas ha habido un rápido aumento de los cierres de lugares de trabajo, y el 81 por ciento de la fuerza de trabajo mundial vive en países donde se ha ordenado o recomendado el cierre de los lugares de trabajo".
Y agregó: "El empleo en los países que han decretado o recomendado el cierre de los lugares de trabajo representa el 87 por ciento de la fuerza de trabajo de los países de ingreso mediano-alto y el 70 por ciento de la fuerza de trabajo de los países de ingreso alto. El COVID-19 está afectando ya al mundo en desarrollo, donde la capacidad y los recursos son sumamente limitados”.
El documento advirtió que “con esta masiva perturbación económica, la crisis por el COVID-19 está afectando a los 3300 millones de integrantes de la población activa”, por lo que “la caída brusca e imprevista de la actividad económica está causando una drástica contracción del empleo, tanto en términos de cantidad de puestos de trabajo como de horas de trabajo totales”.
Para la OIT, “en muchos países, la actividad económica se ha visto gravemente restringida en sectores enteros, ocasionando una fuerte disminución de los flujos de ingresos de muchas empresas. Con el aumento del número de cierres parciales o totales, que restringen el funcionamiento de las empresas y el movimiento de la amplia mayoría de los trabajadores, muchas personas no pueden trabajar; otras han visto una alteración drástica de sus métodos de trabajo”.
Seguí leyendo: