Alberto Fernández ya tiene decidido que extenderá la cuarentena obligatoria y solo medita acerca de su modalidad frente a la cantidad de casos de contagio de coronavirus que se conocerán hasta fin de marzo. Si la curva de la pandemia no se aplana como desea el Presidente, la cuarentena será total y durará hasta el 12 de abril.
En Olivos se debate acerca del impacto económico de la pandemia, pero Alberto Fernández mantiene su estrategia de privilegiar la salud pública y sólo revisará este método científico-político cuando promedie la segunda etapa de la cuarentena obligatoria. “Primero las vidas de los argentinos, después la economía”, repite como una letanía el Jefe de Estado.
Alberto Fernández almuerza, toma jugo de pomelo y cena con miembros del gabinete nacional, amigos de la política y expertos en epidemiología y salud pública. Y a todos explica que su estrategia cartesiana -en comparación con otros países- dio resultado en esta etapa del desembarco de coronavirus en la Argentina.
El Presidente toma los ejemplos de España e Italia, con miles de muertos, y las decisiones asumidas por Jair Bolsonaro y Andrés Manuel López Obrador (AMLO), que continúan autorizando la libre circulación y pueden convertir a Brasil y México en dos casos trágicos para América Latina.
“No voy a cambiar ahora, no hay evidencia científica que avale una modificación en la estrategia contra el coronavirus”, insistió Alberto Fernández durante un almuerzo que protagonizó en la quinta de Olivos con ministros, secretarios de Estado y diputados nacionales.
La clase política -de todos los partidos- y el establishment -de todos los sectores- están debatiendo puertas adentro acerca de la estrategia presidencial y de su nivel exposición pública. Alberto Fernández conoce cómo funciona el poder real en la Argentina y decidió bajar -por unos días- su aparición en los medios de comunicación. Fue un consejo de sus amigos que militan en la política, y lo cumplirá hasta que tenga que explicar sus razones para sostener una nuevo período de cuarentena obligatoria.
En este sentido, y para contestar también al debate en el establishment, Alberto Fernández convocó hoy en Olivos a una reunión con Ginés González Garcia, ministro de Salud, y un comité de expertos que lo asesoran respecto al coronavirus y su impacto en la sociedad. El Presidente asume que habrá muchísimo lobby en los medios y en las redes sociales sugiriendo una nueva cuarentena más laxa y apuntando a un cauteloso lanzamiento de la actividad productiva.
Alberto Fernández pretende una cuarentena total y se apoyará en los informes técnicos y científicos -que recibirá hasta el 31 de marzo- para argumentar ante la opinión pública y el establishment su decisión de continuar con su estrategia durante abril.
Desde la perspectiva del Jefe de Estado, no se trata de aferrarse a una posición dogmática sin permiso para su revisión política. Y en este sentido, en la intimidad de Olivos, presentó una evidencia a favor: los curas que trabajan noche y día en el conurbano explicaron a Alberto Fernández que es muy difícil cumplir con la consigna de quedarse casa frente a las condiciones de hacinamiento que se presentan en las villas de emergencia.
El Presidente escuchó los argumentos de los curas -entre ellos el Padre Pepe- y avaló que se incluyera en la consigna institucional que también se puede cumplir la cuarentena adentro del barrio. Esta decisión política, entendiendo qué sucede con la vida cotidiana en el primer y tercer cordón del conurbano, es una explicación que utiliza Alberto Fernández para replicar acerca de su eventual dogmatismo para enfrentar al coronavirus a partir de abril.
Además de responder a las críticas a su estrategia frente a la pandemia, el Presidente continúa ajustando su plan para contener al coronavirus en la Capital Federal y el conurbano bonaerense. Alberto Fernández se respaldó en la capacidad de gestión de Horacio Rodríguez Larreta y chatea seguido con Axel Kicillof y los intendentes más gravitantes del primer y tercer cordón, al margen de su pertenencia partidaria.
El Presidente está satisfecho con la respuesta política y comunitaria frente a las necesidades que se deben afrontar para responder al pico de contagiados por el coronavirus. No solo por la donaciones que se están formalizando para comprar respiradores -la clave de la batalla por la vida que se avecina-, sino también por la disposición de ceder espacios propios -en templos, sindicatos, countries y parroquias- destinados a la instalación de camas y comedores asignados a la asistencia pública.
Alberto Fernández ya asumió que un respirador de más implicará un hecho trágico de menos. Y se prepara para enfrentar un episodio vinculado a la salud pública que será crucial para la Argentina y definitorio para su presidencia. En Olivos, algunas veces, lo vieron sólo aguardando que llegara la madrugada.
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