El Sindicato de Camioneros, que lidera Hugo Moyano, abrirá finalmente en los próximos días el Sanatorio Antártida, que inauguró dos veces en los últimos once años, pero que nunca pudo poner en marcha porque no conseguía la habilitación, gracias a un permiso especial con carácter excepcional que le otorgó el gobierno porteño y que mantendrá su vigencia mientras dure la emergencia sanitaria.
La apertura de ese establecimiento del barrio de Caballito habría sido acordada entre Moyano y el gobernador Axel Kicillof porque se destinaría a la internación de pacientes contagiados por el coronavirus que derive la provincia de Buenos Aires, que, de acuerdo con lo convenido, se haría cargo de los gastos de mantenimiento, de personal y de insumos que se requieran.
Al parecer, sólo se utilizaría una parte del edificio y aún no queda claro quién se encargará de aportar los médicos, enfermeros y empleados que trabajarán allí. Cuando el sanatorio se inauguró por segunda vez, el Sindicato de Camioneros tenía previsto contratar a un plantel de 1.700 personas.
El Sanatorio Antártida ocupa dos parcelas de 23.995 metros cuadrados en total. El edificio principal, ubicado en la avenida Rivadavia 4978, entre José María Moreno y la peatonal Beauchef, tiene 15.000 metros cuadrados que están repartidos en 14 pisos, capacidad para más de 300 camas y está equipado para atender varias especialidades como unidad coronaria (con 9 camas), salas de terapia intensiva (con 29 camas), pediatría, neonatología, preparto, guardia médica, laboratorio de análisis clínicos, laboratorio de inmunohematología y diagnóstico (que dispone de resonador magnético, salas de rayos X y tomógrafos, entre otros equipos). El otro edificio, sobre el mismo terreno, tiene su entrada en la calle Rosario 435 y está acondicionado para la atención en consultorios externos.
Sin embargo, el nuevo sanatorio de los Moyano parece tener una suerte de maldición: quebró en 2005, lo compró Camioneros en 2009, fue inaugurado en diciembre de ese año en un acto presidido por el entonces ministro de Salud Juan Manzur, no pudo abrir por falta de habilitación municipal y tuvo una segunda inauguración en enero de 2018 en un acto que encabezó el ministro de Trabajo Jorge Triaca, aunque siguió cerrado hasta ahora porque nunca consiguió la autorización final.
El porqué de la falta de habilitación en los últimos años dio lugar a acusaciones cruzadas: mientras el gobierno porteño aseguraba que los Camioneros nunca habían presentado los papeles, el sindicato se quejó de que los funcionarios de la Ciudad les habían dicho que perdieron los planos del sanatorio en una mudanza y dejó entrever que, en realidad, había motivaciones políticas. Es que en 2017 Moyano ya comenzó a distanciarse de Mauricio Macri, cuya candidatura presidencial había apoyado.
El nombre del sanatorio “maldito” de los Moyano reapareció en abril de 2018 en el programa de TV “La cornisa”, conducido por Luis Majul, que se hizo eco de la denuncia judicial de la diputada Graciela Ocaña (Juntos por el Cambio) y en la que mencionó “el grosero desvío de fondos pertenecientes a la obra social, al sindicato y la mutual de camioneros, entes manejados por Hugo Moyano y acólitos suyos, a favor de un entramado pertenecientes a su familia, con el consecuente perjuicio a los trabajadores del sector que han aportado recursos para garantizar su salud y distintos beneficios”.
Según los documentos presentados por Ocaña, la obra social de Camioneros compró el Sanatorio Antártida por 10 millones de pesos en 2009 y se lo vendió al Sindicato de Camioneros en 2011 por 334 millones de pesos. Para la legisladora, la enorme diferencia de montos buscaba “justificar una millonaria refacción a cargo de la empresa Aconra (la constructora de Liliana Zulet, esposa de Hugo Moyano)", además de bajar “el enorme déficit de la obra social, que está al borde de la quiebra”.
En ese momento, la obra social de Camioneros tenía un déficit de 1.263 millones de pesos y su gerenciadora era la empresa IARAI, que estaba manejada por Liliana Zulet y luego pasó a ser dirigida por su hija, Valeria Salerno. A partir de esa vinculación, según Ocaña, los más de 300 millones de pesos de diferencia en las operaciones podrían haber constituido “simulación y fraude”.
La causa recayó en el juzgado de Claudio Bonadio, que ordenó a la Corte Suprema de Justicia una pericia contable sobre los movimientos de fondos mencionados por Ocaña. En septiembre de 2019, de acuerdo con el diario Clarín, las primeras conclusiones del informe de los peritos confirmaron que la estructura denunciada “funcionaba como tal: hay un circuito de fondos que iba del sindicato, hacia la obra social y desde allí a la gerenciadora propiedad de la familia Moyano”.
En la primera inauguración, el 15 de diciembre de 2009, la presidencia de la Nación estaba en manos de Cristina Kirchner, pero en nombre de ella, de mala relación con el moyanismo, asistió el ministro de Salud, Juan Manzur. Según el diario La Nación, el sanatorio “podría competir en sofisticación con cualquier clínica privada y con hoteles de alta gama”, al destacar detalles de decoración como una araña de luces sobre el ingreso, columnas símil mármol, esculturas, flores y cuadros. Allí, ante los periodistas, Moyano dijo: “¡Esto demuestra que la plata de los trabajadores está!”.
La segunda inauguración se produjo el 9 de enero de 2018, en un importante acto al que no asistió el presidente Mauricio Macri pero sí el ministro Triaca y el vicejefe de gobierno porteño, Diego Santilli, entre otros, y donde hubo corte de cintas, recorrida por las instalaciones, torta de cumpleaños con bengala y un discurso final de Hugo Moyano, con algunas frases significativas como ésta: “A pesar de todo lo que se dice de la dirigencia gremial, no todos son malos ni todos son tan buenos; hay buenos, malos y regulares, y nosotros estamos entre los que hacemos cosas”, dijo.
Para confirmar su historial tan lleno de dificultades, el Sanatorio Antártida fue noticia nuevamente en agosto de 2019 por un incendio que se originó en un pañol de herramientas del segundo piso y por el que debieron intervenir varias dotaciones de bomberos. Por suerte, no hubo víctimas. El edificio, por entonces, seguía totalmente cerrado, con carteles de obra y sin ningún movimiento.
Sin habilitación municipal, el Sanatorio permaneció cerrado hasta que comenzaron las conversaciones entre Moyano y Kicillof, antes de que se declarara la emergencia sanitaria. El gobernador estaba buscando alternativas de internación para pacientes de la provincia de Buenos Aires y las instalaciones del Antártida, ya equipadas y sin estrenar, aparecían como una opción fuerte. De estas gestiones también estuvo al tanto el presidente Alberto Fernández, que, aseguran, respaldó la iniciativa.
El siguiente paso era conseguir la habilitación por parte del gobierno porteño, que seguía trabada porque la autorización para los sanatorios es una de las más difíciles de conseguir por las características de la actividad y porque se verifica el cumplimiento de diversos ítems, para lo cual intervienen distintos organismos específicos del gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
Ante las prevenciones que impone el avance del coronavirus, las más altas autoridades porteñas aceptaron fiscalizar nuevamente las instalaciones del sanatorio y tomaron una decisión inédita en la historia de la Ciudad: se extendió un permiso especial de funcionamiento, otorgado con carácter excepcional y que mantendrá su vigencia sólo durante la emergencia sanitaria (cuando finalice, el expediente volverá a su estado anterior). La resolución fue firmada en forma conjunta el 18 de marzo pasado por el subsecretario de Emergencias, el subsecretario de Registros, Interpretación y Catastro, y el presidente y el director ejecutivo de la Agencia Gubernamental de Control (AGC).
La misma medida excepcional se aplicó ante un pedido similar de la empresa de medicina prepaga Galeno, que así consiguió la habilitación provisional para un predio de 13.935 metros cuadrados que venía tramitando con el fin de ampliar la unidad de terapia intensiva del Sanatorio de la Trinidad Palermo, en la avenida Cerviño 4720, con una sala adicional de 114 camas.
¿Romperá ahora el maleficio el Sanatorio Antártida? Los antecedentes no lo ayudan, pero las necesidades sanitarias de un momento tan delicado como el que genera el coronavirus permiten imaginar que, al menos por un período, cumplirá la importante función por la que fue creado, reformado, equipado y por la que fue inaugurado dos veces en los últimos once años.
Reclamo de Pablo Moyano
Mientras, el secretario adjunto de Camioneros, Pablo Moyano, se quejó de “la situación de abandono que sufren en las rutas los trabajadores que abastecen a todo el país” y reclamó una “urgente reunión” con gobernadores, intendentes, empresas petroleras y autoridades para analizar esta cuestión.
”El virus del coronavirus está afectando fuertemente a todo mundo, dejando saldos trágicos y ahí están los trabajadores del transporte llevando todos los elementos necesarios para seguir brindando lo necesario para que no falten los alimentos y el combustible entre otros servicios, pero con una amplia diferencia, en esos países cuidan al que está en la ruta", sostuvo el hijo de Hugo Moyano.
Según el dirigente sindical, en la Argentina “se deja a los trabajadores en total estado de abandono” y aseguró que “en todo el país les cierran los baños de las estaciones de servicio, les niegan agua, alimentos y muchas veces no los dejan parar para dormir y seguir camino”.
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