En menos de 48 horas, Alberto Fernández recibió el llamado de Mauricio Macri para ponerse a disposición.
Horacio Rodríguez Larreta lo visitó dos veces en su oficina, por la mañana y a última hora de la tarde, el pasado miércoles.
Esa tarde, el Presidente recibió a los principales legisladores de la oposición parlamentaria, que le dieron el aval, unánime, para la oficialización del aislamiento preventivo y obligatorio que Fernández anunciaría al día siguiente en Olivos, rodeado, de nuevo, por el jefe de Gobierno porteño y otros gobernadores, entre ellos Gerardo Morales.
En la reunión con la oposición en Casa Rosada, fue Mario Negri, el jefe del interbloque de Juntos por el Cambio en Diputados, el encargado de sentar posición por parte de la oposición: “Presidente, usted es el comandante en la batalla, somos uno solo en esta pandemia”. No hubo referentes opositores que lo contradijeran.
Rodríguez Larreta esperaba hace tan solo escasas semanas, casi resignado, que el Gobierno anunciara el recorte en la coparticipación que la Ciudad recibe de Nación, una decisión que la Casa Rosada ya había tomado y que se aprestaba a oficializar.
El Presidente y el jefe de Gobierno no habían tenido, hasta ese momento, un vínculo directo. Mucho menos fructífero. El avance del coronavirus, que tiene en jaque a los sistemas sanitarios del país y del planeta, posicionó a Rodríguez Larreta como un asesor externo del jefe de Estado. Como si fueran del mismo signo político. Sin espacio, a grandes rasgos, para politiquerías.
En los encuentros que Rodríguez Larreta, el Presidente y el gobernador Axel Kicillof tuvieron en los últimos días para coordinar los operativos de contención en el área metropolitana ante el inminente avance de la pandemia, el jefe de Gobierno incluso pidió priorizar la atención sobre el Conurbano bonaerense. “Nosotros nos arreglamos”, avisó, según pudo reconstruir este medio de fuentes oficiales. La recesión y los obvios coletazos de la cuarentena obligatoria en la economía informal transforman al Gran Buenos Aires en un polvorín social.
“Están todos controlados”, asegura uno de los principales referentes parlamentarios de Cambiemos en alusión a las voces más criticas de la oposición, que semanas antes de que el coronavirus copara por completo la agenda social, política, sanitaria, económica y mediática de la Argentina había encontrado en la Justicia el rubro para machacar en contra del Gobierno.
No hay, por el momento, lugar para especulaciones políticas.
Patricia Bullrich, la presidenta del PRO, criticó en sus redes sociales las imágenes del Presidente y el ministro Gabriel Katopodis a bordo de un helicóptero en pleno vuelo sobre hospitales a medio terminar en el Gran Buenos Aires, abandonados, según el Gobierno, por la anterior gestión.
Fue la última crítica de Bullrich antes de que la Casa Rosada oficializara la cuarentena obligatoria en todo el país, respaldada por la oposición. La ex ministra de Seguridad habla a diario con Cristian Ritondo, el jefe del bloque del PRO en Diputados, para consensuar opiniones.
Es más: en las últimas horas, dirigentes como el jefe de Gobierno, el senador Esteban Bullrich o los diputados Karina Banfi y Luis Petri se sumaron juntos a referentes del oficialismo a una campaña a la que convocó la Televisión Pública bajo el lema “quedate en casa”, para concientizar a la sociedad.
Ritondo fue uno de los dirigentes parlamentarios que fue a Casa Rosada el miércoles para la reunión en la que el Gobierno buscó robustecer la decisión política de parar el país. Encabezados por Negri -aislado en su casa de Córdoba- y Luis Naidenoff, fueron de la partida Maximiliano Ferraro, Álvaro González, Martín Lousteau y Humberto Schiavoni, entre otros.
Ante ellos, parte del gabinete, Sergio Massa, Máximo Kirchner y algunos legisladores del oficialismo, el jefe de Estado incluso se mostró molesto por la decisión de algunos gobernadores de su propio signo político de decidir el aislamiento sin previa consulta con la Casa Rosada.
Fernández, de hecho, escuchó con atención las propuestas de la oposición. Lousteau, por caso, habló de una campaña unificada entre todos los dirigentes políticos. Y deslizó aportes para paliar la crisis económica que se acentuará a la par de la sanitaria. Lo mismo hicieron desde Diputados: una serie de medidas para atajar, de la mejor manera, la inminente saturación del sistema de salud. Hay conversaciones en ese sentido con Massa y el jefe del bloque del Frente de Todos.
Mañana, a las 13, está prevista una nueva teleconferencia entre el titular de la Cámara baja y los presidentes de todos los bloques, como durante la semana. La nueva modalidad de rosca parlamentaria, como la definió en 2018 Emilio Monzó al ser reelecto al frente de Diputados.
La oposición, según confiaron, no tendría problema en sesionar, pero solo si la situación lo requiere. Como, por ejemplo, para la declaración de un estado de sitio, que sí o sí debe pasar por el Parlamento, en caso de que el aislamiento obligatoria y preventivo anunciado el jueves por el Presidente no surta efecto.
Desde Juntos por el Cambio, sin embargo, creen que con el DNU y la emergencia económica sancionada por el Congreso a fin de año por ahora alcanza. No hay apuro. Ni cuestionamientos.
Pasada la crisis por el coronavirus, es probable, sea otra la historia.
Seguí leyendo: