Los jefes de todos los bloques de diputados ya escucharon un informe de Ginés González García sobre el cuadro local del coronavirus –desde la compra de respiradores hasta la espera por la importación de reactivos- y recibieron una síntesis de la cantidad de afectados y muertos a nivel nacional, regional e internacional. Los datos seguramente serán actualizados esta tarde en la cita de Alberto Fernández con las cabezas de las bancadas de las dos cámaras. Y lo antes posible, tal vez mañana, informes y preguntas similares reunirán al Presidente con los gobernadores de todos los partidos. Las fotos tienen objetivo político, sobre todo, y sentido práctico.
Alberto Fernández viene hilvanando gestos políticos y decisiones de gestión en una misma línea de contención –en los frentes sanitario, social y económico- desde que quebró la lógica inicial que subestimaba la gravedad de la pandemia, hace apenas una semana. A ritmo de vértigo, se expone además una y otra vez en apariciones mediáticas y algunas veces no estaría midiendo sus palabras y el contexto. Ayer mismo, en su carga contra el aumento de precios, colocó a la AFIP en un lugar que no corresponde y en una práctica irregular: dijo que ese organismo será utilizado para “perseguir” a quienes especulen con los precios.
En medios de la Casa Rosada señalan el creciente malestar presidencial con este tema y sostienen que lo que debería advertirse es la voluntad y decisión de frenar la escalada de precios, en particular los que tienen que ver con alimentos básicos, higiene y medicamentos. “Vamos a ser inflexibles”, dice una fuente, aunque admite que la frase presidencial no fue feliz. Y para completar, destaca un ejemplo que alimenta el enojo y que fue expuesto por Fernández ante empresarios y directivos de medios: el Gobierno ha estado adquiriendo pistolas para medir de manera instantánea la temperatura corporal y en cinco días le triplicaron los precios.
Los dichos sobre la AFIP tienen eco de otros tiempos en algunos sectores. Pero el punto no es este caso aislado, sino la sobreexposición presidencial en un clima social más que sensible. En otras palabras, parece impensable al menos hasta ahora que la oposición se corra del lugar de acompañamiento al Gobierno una vez admitida por el propio Presidente la gravedad del tema. Pero sus dichos pueden generar olas. De menor a mayor, otros dos ejemplos: las idas y vueltas con la suspensión del fútbol y su advertencia del domingo pasado sobre la posibilidad de disponer ese día una “cuarentena general” en todo el país. La noche del domingo llegó con el anuncio de la suspensión de las clases, una medida increíblemente negada apenas 48 horas antes.
En sentido inverso –es decir, de solidez y paleta política amplia-, el Presidente empezaba a exponer la decisión de ampliar el sustento incluso medido en imagen para las medidas puestas en marcha. Por supuesto, la carga sustancial de cualquier crisis –y esta crisis suma incertidumbre profunda frente a lo desconocido- recae en el Gobierno. Pero no es un dato menor el acompañamiento plural. La imagen presidencial junto a Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta fue una verdadera postal política. Y no se trata sólo de coordinación práctica en el área urbana más amplia del país.
Los pasos siguientes indicarían un objetivo más amplio. Y en ese objetivo sobresale la necesidad de amortiguar especulaciones, algunas ya en circulación, que van desde la cantidad real de infectados, sobre todo por la saturación que produce concentrar los estudios en un solo instituto, hasta las herramientas con que cuenta el Estado.
El encuentro de ayer en Diputados dejó algunas pistas específicas en materia sanitaria, a la vez que confirmaba la alteración global de cualquier plan legislativo de hace no más de quince días. Sólo habrá sesiones en caso de que el Ejecutivo demande la sanción urgente de algún proyecto en la batalla contra el coronavirus.
Massa recibió junto al ministro de Salud a los jefes de todos los bloques. Compartieron la mesa, con distancias reglamentarias de por medio, Máximo Kirchner, los jefes de la principal oposición –Mario Negri, Cristian Ritondo y Maximiliano Ferraro-, y representantes de todo el archipiélago legislativo. En general, escucharon, hicieron algunas preguntas y expresaron respaldo con foto compartida; únicamente sonó fuera de tal armonía algún reclamo de Romina del Plá.
Hubo un punto llamativo en medio de cifras y consideraciones sobre el estado del sistema de salud, con inquietantes referencias sobre situaciones críticas tanto en el ámbito público como privado. Se trató de una especie de llamado a que los referentes políticos expongan en entrevistas y otras actividades sólo la información oficial sobre el coronavirus.
No pasó inadvertido. Eso, junto a datos expuestos en el encuentro. Uno: se informó que el ministerio de Salud compró más de 60 respiradores, que serían todos los que pudo adquirir en el mercado local. Otro: también se informó que en diez días llegarán al país unos 50 mil reactivos. Eso permitiría, si sei cumplen otros pasos, habilitar media docena de laboratorios para descomprimir el trabajo del Malbrán y agilizar los estudios.
Los informes sobre el cuadro general y las medidas ya adoptadas estarán en la mesa para el encuentro del Presidente con los jefes de bloques. Y con los gobernadores. Con el agregado de las cifras de fondos destinados a las medidas de asistencia social (bono para jubilaciones mínimas, AUH, planes sociales) y proyecciones en materia económica y fiscal (suspensión de contribuciones patronales, recursos para cubrir parcialmente salarios privados, créditos blandos, entre otros).
Esas medidas, junto a precios máximos para medio centenar de productos esenciales en esta época, integran el paquete de decisiones que reconocen el impacto social amplio de las medidas destinadas a contener la pandemia –especialmente y de hecho en la franja de empleo informal o en negro- y los efectos económicos más próximos, en rubros de turismo, hotelería, esparcimiento y gastronomía, entre otros. Hay además una estribación más amplia del temblor mundial, en áreas como el petróleo y exportaciones de producción agrícola. Bastante más que un cisne negro. La demanda de sustento político estaría en espejo.