La emergencia sanitaria logró lo que pocos creían posible hace pocas semanas atrás: una tarea cotidiana para sincronizar las políticas del Presidente y del Jefe de Gobierno de la Ciudad en la ardua lucha para retrasar la transmisión comunitaria del COVID-19. El virus, se sabe, no reconoce fronteras ni tampoco alineamientos políticos.
Hoy a las 12, y por media hora, Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta volvieron a reunirse sin la presencia de otros mandatarios. Tampoco participó ningún funcionario más. Se trató de un encuentro a solas, para demostrarle a la opinión pública que el trabajo entre ambos es habitual y sostenido.
Ninguno de los dos brindó demasiados detalles de la conversación. Aseguran que “repasaron una a una” cada medida que involucra a Nación y Ciudad, para que ambos puedan estar seguros de que están de acuerdo y se eviten, así, los teléfonos descompuestos ante la aceleración de los acontecimientos.
Cuentan que es lo que habían quedado al despedirse en la última vez que se vieron, el domingo en la Residencia de Olivos. Y explican que es lo habitual entre dos jurisdicciones que tienen el peso central en medio de la emergencia sanitaria.
Dicen, por ejemplo, que la coordinación es permanente entre el jefe de Gabinete de Nación y Ciudad, Santiago Cafiero y Felipe Miguel, entre los ministros de Transporte Mario Meoni y Juan José Méndez, entre los ministros de Desarrollo Social Daniel Arroyo y María Migliore, que se suma a la tarea que vienen emprendiendo desde enero los ministros de Salud Ginés González García y Fernán Quirós. En especial, estos dos funcionarios arrancaron con la emergencia sanitaria por dengue en enero, una tarea que continúan, y a la que se sumó a fines de febrero la emergencia por coronavirus.
Lo que no dicen es que las repercusiones que hubo en las encuestas de la conferencia de prensa que dio el domingo por la tarde el Presidente, franqueado por el gobernador Axel Kicillof y el Jefe de Gobierno porteño fueron tan positivas, que quisieron repetir la experiencia con lo que gratamente sorprendió a la mayoría, una manera de generar tranquilidad a la población, especialmente ansiosa por mensajes racionales en medio de la incertidumbre que provoca el cambio de rutinas en la vida de las personas.
En efecto, en los estudios que llegaron a las oficinas de comunicación de ambas administraciones entre el 70 y 80% de los encuestados se manifestaron a favor de esa muestra transversal en términos políticos.
Sin embargo, todavía hay desconfianzas. En un estudio de la consultora D’Alessio IROL/Berenztein se muestra que “la grieta divide las opiniones respecto al compromiso que adoptarían los argentinos para colaborar con la situación: mientras los electores oficialistas confían que habrá mayor unidad, los votantes de Juntos por el Cambio creen que no sucederá”.
El 51% de quienes votaron al Frente de Todos consideran que “van a lograr” o “va a haber un gran avance” en la unidad nacional. Y solo el 26% descree de ese llamado. En tanto solo el 33% de los que votaron por Juntos por el Cambio cree algo similar. Por el contrario, el 63% están convencidos de que “no van a hacer” la unidad nacional que se promete.
En medio de una crisis que nadie sabe cómo ni cuándo terminará, tanto Fernández como Rodríguez Larreta consideran que mostrarse unidos es el mejor remedio para garantizar que las medidas de aislamiento se implementen con efectividad, blindando lo más posible a nuestro país o retrasando la llegada del virus, hasta que el sistema de salud esté suficientemente preparado para hacerle frente a la multiplicidad de contagios.
Seguí leyendo: