Alberto Fernández aplicó la lógica cartesiana para diseñar su propio método para enfrentar a la pandemia del Coronavirus en la Argentina. Y apuntaló su lógica de análisis con ensayos académicos, diálogos con la comunidad científica, vídeos que recibió en su celular y un puñado de artículos de divulgación que se publicaron en los principales medios del mundo.
Por ejemplo, el jefe de Estado prestó mucha atención a este vídeo posteado en las redes que se basó en una nota del Washington Post:
Y en esta línea de razonamiento, Alberto Fernández también comenzó a mirar este vídeo de Youtube que dejó en pausa para atender otros asuntos pendientes vinculados a la Pandemia:
Junto a los vídeos que recibió por WhatsApp, el presidente mantuvo conversaciones con un conocido matemático y periodista argentino, y se reunió con Birmingham Dr Maureen, representante de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Buenos Aires. Ocurrió durante el pasado fin de semana: chateó con Adrián Paenza que vive en Chicago y recibió información clave de la embajadora Dr Maureen.
Paenza le envió un texto al presidente analizando cómo estaba viendo al gobierno frente a Coronavirus, y Dr Maureen adelantó un informe de la OMS que recomendaba extremar las medidas para contener la circulación de la población ante la gravedad de la pandemia que arrasa en los cinco continentes.
Con la suma de esta información, y tras una larga caminata por los jardines de la quinta de Olivos, el domingo pasado Alberto Fernández explicitó a su gabinete y a la comunidad científica que lo asesora, su razonamiento cartesiano para aplacar el avance del coronavirus en la Argentina:
1. Está probado por las estadísticas diarias que la mayoría de los contagiados llegaron desde el exterior.
2. Está probado que la circulación de los contagiados multiplica la expansión del virus (vídeo del Washington Post).
3. Italia y España resolvieron prohibir que sus ciudadanos circulen cómo método para frenar los términos del contagio. Y lo hicieron tarde: nosotros nos podemos adelantar a la eventual explosión de la pandemia en el país.
4. En un plazo de 14 días sabemos si una persona se ha contagiado. Entonces, fijemos una cuarentena de dos semanas. Esto permite controlar a la población de buena fe y nos baja los contactos con los ciudadanos sanos.
5. Hay muchos contagiados de mala fe que no respetaron la cuarentena y pusieron en peligro a la sociedad, y eso nos va a afectar la curva de crecimiento. Pero una medida de restricción nos va a ayudar a bajar el promedio.
6. La ecuación es fácil de explicar: si la mayoría de los contagiados vienen del exterior, y ya hemos cerrado las fronteras y suspendidos los vuelos, lo que nos queda es poner en cuarentena a los que llegaron y vaciar las calles para reducir los niveles de contagio.
Esta línea de razonamiento, que René Descartes sintetizó con la frase “pienso, luego existo”, fue utilizada por Alberto Fernández para decidir que se suspendan las clases por dos semanas, facilitar el home office, establecer una licencia de trabajo para los sectores más vulnerables al virus y permitir que los padres que deban cuidar a sus hijos que no asistan a clases, puedan faltar al trabajo si justifican que no tienen con quién dejarlos.
El método presidencial parece funcionar. Anoche, Horacio Rodríguez Larreta informó a Alberto Fernández que la ausencia de clases había reducido a la mitad a los usuarios de subte en la Capital Federal. Y los números oficiales aseguraban que los contagiados diarios -domingo vs lunes- habían bajado de 11 a 9.
“No es para ponerse contento. Pero es algo. Un indicio”, comentó el presidente en Olivos.
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