"No es preso político, es parte del otro lado de la grieta, del odio y de la traición, y del macrismo”, lanzó Julio De Vido en las escalinatas de Comodoro Py cuando le preguntaron por José López, el hombre de los bolsos. El ex secretario de Obras Públicas, venerado por gobernadores e intendentes durante la era K, es uno de los pocos sobrevivientes “famosos” del Programa de Protección de Testigos. Hoy pasa sus días completamente aislado en una “minicárcel”, donde dispone de un televisor, una cocina y un patio para salir a caminar. Su contacto con el exterior es casi nulo. Ni siquiera lo visita su familia.
La “minicárcel” es una casa que fue refaccionada especialmente para alojar a determinados integrantes del Programa de Testigos e Imputados Colaboradores. Está dentro del predio de la cárcel de Marcos Paz, bien alejada de los pabellones. Antiguamente, supo ser la vivienda del director del penal.
La casa se puso en condiciones sobre el final del gobierno de Mauricio Macri y debutó con Víctor Manzanares, pero el ex contador de los Kirchner estuvo menos de una semana y salió en libertad.
Manzanares también estuvo solo en ese lugar, sin otros reclusos. Convivía con efectivos de “Los Lobos”, un grupo de élite dedicado a cuidar a los integrantes del Programa. Hoy vive en Río Gallegos, con custodia de la Policía Federal. Los últimos meses de su vida fueron tranquilos, hasta que recibió un llamado que lo atemorizó. Una voz extraña le dio datos personales que solo conocen sus allegados. Lo más llamativo es que utilizaron un teléfono que le entregó el Ministerio de Justicia por el uso de la pulsera electrónica.
“Hasta ahora nadie del Ministerio nos llamó para darnos una explicación, tampoco se comunicaron los diputados de Cambiemos que se expresaron en los medios”, se lamentó el abogado de Manzanares, Roberto Herrera.
López y Manzanares estuvieron cerca de convivir en la “minicárcel” de Marcos Paz. De hecho, hubo una “prueba de socialización” en una dependencia policial donde ambos estaban alojados. “Los juntaban una hora por día en un patio para ver cómo se llevaban”, confirmó un allegado al contador.
Finalmente, Manzanares estuvo apenas una semana en la “minicárcel” y López tardó varios meses en llegar a ese destino.
La casa tiene tres dormitorios, una cocina, y un patio. Pese a las comodidades, las autoridades penitenciarias dicen que no es un lugar vip. También cuenta con cámaras y tres anillos de seguridad que lo transforman en una suerte de búnker dentro de una prisión.
López duerme en uno de los tres dormitorios y se cocina todos los días. Las fuentes consultadas por este medio aseguran que es “muy colaborador”. “Nunca hizo un pedido extraño, ni cometió un exceso”, destacaron.
El ex funcionario ya casi no recibe visitas. Hace mucho tiempo está alejado de su familia. Su único contacto es con los funcionarios del Programa de Protección de Testigos que lo visitan una vez por semana.
López está alejado de las internas políticas. Le afectó muy poco el cambio de Gobierno. Tampoco parece preocupado por el traspaso del Programa al Ministerio de Justicia ni por los cambios internos que generó ese movimiento. Tal como informó Infobae, el cargo de director del Programa sigue vacante y hay una transición en curso bajo el comando de Juan Martín Mena, el secretario de Justicia.
López está preso desde junio de 2016, cuando trasladó los bolsos al convento de General Rodríguez. Primero estuvo en Ezeiza, luego pasó a una dependencia policial en el barrio de Palermo y terminó en “la casita” de Marcos Paz.
Ya arrastra una condena a seis años de prisión por enriquecimiento ilícito y tiene varios procesos en marcha que podrían extender su paso por la cárcel.
Cuando explotó el escándalo de los cuadernos, se convirtió en “arrepentido” y aseguró que la plata se la había entregado un ex secretario de Cristina Kirchner, Fabián Gutiérrez. Los jueces que lo condenaron por los bolsos no le creyeron: dijeron que la había inventado para beneficiarse y que el dinero era suyo.
En diciembre, el ex funcionario recibió una buena noticia entre tantas negativas. El tribunal oral que juzgará el caso de los cuadernos lo excarceló por las nuevas reglas del Código Procesal Penal, las mismas que beneficiaron a su ex jefe, el que lo llama “traidor”.
López por ahora sigue en silencio.
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