No deja frases a libre interpretación. Responde y fundamenta. Tiene 40 años. Es sociólogo y docente. Viste jean, chomba y zapatillas. Es funcionario, pero no lo parece. Coordinador nacional del poderoso Movimiento Barrios de Pie, es el titular de la subsecretaría de Promoción de la Economía Social del Ministerio de Desarrollo Social. El secretario del área es otro dirigente piquetero, Emilio Pérsico, el líder del Movimiento Evita. Daniel Menéndez no duda en afirmar que “Milagro Sala es una presa política”. Sostiene que “los jueces son de las peores cosas que hay en la Argentina" y enfatiza: “Ha habido un chiquero en la promiscuidad entre los jueces y la política”. También advierte: “No hay ningún margen para que no se atiendan las demandas de los sectores más humildes porque hoy se fractura la sociedad”.
Menéndez, integrante del espacio político SOMOS, no duda en reconocer que “la idea de temporalidad de los planes asistenciales fracasó”.
La oficina que ocupa es austera. A la derecha de su escritorio, un termo y mate que comparte. Detrás un mapa con división política de la Argentina. El dirigente social, al que la militancia conoce como “Chuky”, recibió a Infobae en el edificio ubicado en la calle Huergo 131, en el barrio porteño de Palermo.
Menéndez es uno de los referentes de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) y del llamado “triunvirato de los Cayetanos” (en referencia a las marchas del día de San Cayetano para pedir por Tierra, Techo y Trabajo, conformado por Barrios de Pie, la CTEP y la Corriente Clasista y Combativa).
“Estamos por un desfiladero. Estamos bordeando el precipicio”, analiza y asegura que el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner “tienen una mirada política muy consensuada donde no hay ruidos”.
Identificado con los “pañuelos verdes”, está convencido de que el Congreso Nacional esta vez sí aprobará la ley del aborto que en los próximos días el Jefe de Estado enviará al parlamento.
“Si el Fondo o los acreedores externos exigen un ajuste que ponga al país en riesgo, saldremos a la calle. La sociedad tiene que expresarse y eso fortalecerá la posición de negociación del Gobierno”, amenaza.
Jueces y presos políticos
-¿Hay presos políticos en la Argentina?
-Es muy clara la situación de Milagro Sala. Ella es una presa política. En Jujuy hay una intervención muy clara del gobernador Gerardo Morales en la Justicia provincial para encarcelar a Milagro Sala. Morales necesitaba desarticular su organización (la Tupac Amaru) para construir su esquema de poder en la provincia. Para eso utilizó todas las herramientas del Estado, incluso del Poder Judicial.
-¿Cree que hay que intervenir el Poder Judicial de Jujuy?
-No se cuál es la solución. Pero en términos de concepto, Gerardo Morales necesitaba presa a Milagro Sala y hubo una persecución política y judicial hacia ella.
-¿Por qué nombra a Milagro Sala y no a otros, como a Amado Boudou, Julio de Vido o Luis D’Elía?
-El de Milagro es el ejemplo más evidente. En abstracto, hay que discutir caso por caso.
-¿Qué opina de los jueces?
-Deben estar entre las peores cosas que tiene el país. Ha habido un chiquero en la promiscuidad entre los jueces y la política. De manera urgente hay que hacer una reforma judicial como plantea Alberto. Ese es un tema impostergable para resolver.
-Hasta no hace mucho, la pregunta era si Cristina Fernández terminaba presa ¿Cree que Mauricio Macri puede terminar en prisión?
-El problema es que eso se vea como una búsqueda de revancha. Tenemos que construir un buen Gobierno para que la sociedad definitivamente le dé la espalda y que Macri nunca más vuelva a gobernar. Una Justicia independiente tendrá que evaluar si cometió delitos en su presidencia. Mi preocupación como militante popular y un actor dentro de la política es construir las condiciones para que Macri nunca más gobierne la Argentina. Macri hizo mucho daño.
Movilizaciones contra el FMI
-¿Se va a llegar a un acuerdo con el FMI?
-Alberto tiene una actitud soberana y firme. Esa es la mejor solución. Argentina no va a aceptar una postura ruinosa que nos lleve a un mayor ajuste. Alberto se va a poner firme con respecto a lo que se planteó: primero hay que crecer para después pagar. Ojalá eso lo entiendan los acreedores. Si no lo entienden iremos a un escenario más complicado.
-¿A qué se refiere?
-Que no se les pueda pagar. Y si factores de poder como el FMI, o cualquier otro, quieren tocar algún tipo de intereses para afectar el ingreso en las cuentas fiscales, vamos a estar apoyando en la calle las medidas que proponga nuestro presidente para fortalecer la asistencia a los hogares más humildes.
-Es decir, van a salir a las calles contra el FMI si sus directivos endurecen su posición.
-Nosotros creemos que es necesario una movilización popular en respaldo a una firmeza en la negociación con el Fondo. Si el Fondo o los acreedores externos exigen para cobrar un ajuste que ponga al país en riesgo, la sociedad tiene que expresarse. Una movilización masiva fortalecerá la posición negociadora del Gobierno.
¿Piqueteros vs Piqueteros?
-¿Cómo hacen para convivir distintas organizaciones dentro de un mismo ministerio? Está usted de Barrios de Pie, Emilio Pérsico del Movimiento Evita; Rafael Klejzer del Movimiento Popular la Dignidad, entre otros. Imagino que opinan o piensan distintos en algunos temas...
-Y claro… Primero hay una idea que fue macerada durante los cuatro años de resistencia al macrismo. Fuimos construyendo un proceso de unidad. No fue de un día para el otro. No se dio exento de discusiones. Fue un proceso de mucha discusión y eso derivó en la conformación de la UTEP (Unión de Trabajadores de la Economía Popular). La UTEP contiene a los trabajadores excluidos y los movimientos sociales que los representan. Esa una base de la clase trabajadora que no estaba en la agenda de las demandas, por ejemplo, de la CGT. La CGT proponía una serie de reivindicaciones que tenía que ver con sus representados. Tenía que ver con el impuesto a las ganancias, con las discusiones paritarias de convenio.
-Los gremios demandan por sus trabajadores, por sus afiliados.
-Claro, pero hay otra parte de la clase trabajadora, que expresan los movimientos sociales, que tienen que ver con la demanda al Estado por los programas sociales y que tiene que ver con otra agenda: La emergencia social; la lucha contra el hambre; con las condiciones de hábitat y vivienda de los barrios de lo trabajadores, que son las villas y los barrios populares. En esos lugares fuimos construyendo políticas de Estado a través de leyes, pero sobre todo construimos la voz de un sector que estaba silenciado y que es necesario en el proceso de articulación en nuestro país. Son no menos de cinco millones de compatriotas que deben tener voz en el escenario público.
-¿De qué manera?
-Articulando políticas de Estado desde el Gobierno. Es lo que estamos haciendo, por ejemplo, desde el ministerio de Desarrollo Social, con el ministro Daniel Arroyo.
-Vuelvo a la pregunta ¿Todas las expresiones piqueteras conviven bien en este ministerio?
-Bueno…hay discusiones como en todos los espacios pero hemos logrado que haya un sujeto social que hoy interviene en el debate público. Si no hubiéramos logrado esta unidad y representar esa voz, hoy el país estaría fracturado. Sería inviable cualquier posibilidad de desarrollo. Desde ahí se fortaleció el proceso de unidad entre nosotros y logramos una situación muy potente.
-¿Y qué sucede con los grupos que quedaron afuera, que no tienen representación en el Gobierno, y que se siguen manifestando sus reclamos en las calles?
-El noventa por ciento de los movimientos populares están expresados tanto en el esquema de gestión que propone políticas públicas desde el ministerio de Desarrollo Social, pero también en otros ministerios, que articulan a través del Poder Ejecutivo, como dentro de la UTEP. Después hay sectores más minoritarios que están expresados por lo general en la izquierda que tienen un cuestionamiento general hacia las políticas de los gobiernos, y que es atendible en base a las desigualdades que hay, pero buscan una salida que no compartimos. Ahí hay una mayores dificultad pero es una representación, atendible, pero minoritaria.
-¿Qué debe suceder para que, por ejemplo, organizaciones como la suya, como la de Pérsico, salgan a la calle a manifestarse?
-Se pueden elaborar mil hipótesis. Cualquier gobierno es un escenario de tensión. En los gobiernos hay intereses contrapuestos, aún dentro de los que conformamos el Frente de Todos. Nosotros tenemos algo claro: si al gobierno de Alberto le va mal, a todos los movimientos populares nos va a ir mal. Alberto está absolutamente determinado a hacer un gobierno popular No hay ningún margen para que no se atiendan las demandas de los sectores más humildes porque hoy se fractura la sociedad. La prioridad del Gobierno es atender a este sector de la sociedad.
-¿Observa que cambió algo desde la llegada de Fernández al poder?
-Estábamos camino a un precipicio, y le esquivamos al precipicio porque hubo una unidad en la política y posibilitamos que se profundice las políticas que nos proponía Macri. Macri estafó a la sociedad. Alberto está cumpliendo con lo que prometió en su campaña. Estamos por un desfiladero. Estamos bordeando el precipicio. Para cruzar y construir el puente que nos permita llegar al otro lado va a hacer falta mucho esfuerzo y mucho trabajo.
Cristina, Alberto y la CGT
-¿Cristina Fernández reta a Alberto Fernández en la previa a la Asamblea Legislativa, como se difundió?
-Me parece una boludez. No hay nada de eso. Cristina y Alberto tienen una mirada política muy consensuada donde no hay ruidos.
-¿Y las políticas de gobierno quién las diseña ¿Alberto, Cristina, o ambos?
-Alberto tiene un escenario de liderazgo. Cristina tiene un inocultable peso político y en la construcción de poder. Alberto tiene la capacidad política de absorber las propuestas de los distintos sectores.
-Los principales líderes gremiales no quieren a la UTEP dentro de la CGT. Ellos razonan que con la cantidad de congresales que pueden llegan a tener, podrían liderar la CGT sin ser trabajadores.
-Hay distintos sectores de la CGT. No todos piensan igual. Se va a dar un profundo debate. Juan Carlos Schmid (líder de la CAAT y alineado a Hugo Moyano) decía muy claro que a CGT expresa a un sector de los trabajadores que están en convenio. En una movilización muy importante decía: “En la Plaza, de la mitad hacia la derecha, están los trabajadores que tienen convenio. De la mitad para la izquierda, están los trabajadores que se inventaron su trabajo”. Nosotros tenemos que unir a todos los trabajadores.
-Le aseguro que no todos en la CGT piensan como Schmid. No los quieren a ustedes en la conducción de la central obrera.
-No toda la CGT piensa lo mismo, en esto estoy de acuerdo. Toda la CGT va a pensar así en un tiempo. Nuestra voluntad no es conducir al conjunto de la clase trabajadora. Nosotros queremos darle más poder a los trabajadores.
“Fracaso la temporalidad de los planes sociales”
-¿Cómo se dejan atrás 25 años de asistencialismo?
-El plan social era una asistencia temporal para alguien que quedaba excluido del mercado del trabajo. Sobre mediados y fines de los años 90, el mercado laboral expulsaba a los trabajadores. En esos años se hizo una reconversión productiva habilitando capitales extranjeros y generando un esquema de financiación que destruyó la actividad productiva. Cerraban fábricas, se compraban productos importados, se desmanteló la industria, bajó el empleo, subió la desocupación. La idea era que a esos desocupados el Estado los tenía que asistir hasta que el nuevo ciclo económico genere la demanda de trabajo para que se vuelvan a incorporar.
-Pero eso no sucedió.
-Claro. La idea de temporalidad de los planes asistenciales fracasó. No ocurrió. Eso hizo que el Estado tuviera que atender a la gente que quedaba sin trabajo con un plan social que sería como un seguro de desempleo. La idea era que fuera provisorio. Con Néstor (Kirchner) hubo una reactivación económica y bajaron los planes sociales pero quedó en un universo muy grande. Los cuatro años de Macri empeoraron aún más las cosas. Hay una buena parte de la sociedad que no va a volver al mercado formal de trabajo, ya está en el mundo de las changas. Es decir, se rompió la idea que los planes sociales eran transitorios.
-¿A qué se debe el “fracaso de la temporalidad” vinculada con la asistencia?
-Porque entramos en una crisis vinculada con el empleo y con el trabajo que podía generar el mercado. En la Argentina se consolidaron dos economías. Una economía de mercado, donde el trabajo está bajo convenio. Y la economía informal, donde los despedidos de las fábricas se compraban un auto y laburaban como remiseros. O cortaban el pasto. Pasaron a formar parte del mundo de la economía popular. De gente excluida de los esquemas laborales del capitalismo. Ese mundo esta sujeto a los vaivenes del desarrollo económico. Lo que no hay es una vuelta al mercado formal del trabajo.
Economía popular y economía de mercado
-¿Y que solución le encuentran ustedes, como dirigentes sociales, como piqueteros, desde el ministerio?
-Tenemos que dejar de pensar que la asistencia es algo temporal hasta que el beneficiario vuelva al trabajo formal. El Estado debe fortalecer ese mundo de empleo que esta por fuera de la economía de mercado. En ese marco no hay que pensar en la transitoriedad, el Estado debe ayudar a las organizaciones sociales que hacemos infinidad de esquemas productivos para llegar a las góndolas, a las ferias, a los comercios de proximidad con nuestros productos, con nuestros emprendimientos.
-Está instalado que el plan social se pide para no trabajar.
-Eso es falso. Nadie vive de un plan social. Estamos hablando de ocho mil pesos. Si le sumas alguna asignación, podrás redondear una cantidad de pesos que nunca es el ingreso total que tiene la familia. Por eso los programas sociales son un salario social complementario. Es un complemento a otros ingresos. Un plan social no retrae la voluntad de trabajar de la gente. El problema es que no se generan condiciones para que haya más trabajo. En la Argentina lo único que va a cambiar la ecuación es el empleo que genere el Estado en el marco de la economía popular.
-¿Cuál es la lógica de ese cambio?
-Mauricio Macri planteaba la lógica del “plan empalme”. Que los planes sociales empalmen al esquema formal de trabajo. El problema es que la economía de mercado no está en condiciones de absorber a toda esa gente en términos de empleo. Si el PBI creciera, por ejemplo, cuatro puntos, se generarían un millón de puestos de trabajo. Eso no alcanza. En la economía popular trabajan cuatro millones de personas. En la Argentina tienen que desarrollarse las dos dimensiones: la economía de mercado, la que permite que la iniciativa privada genere empleo y se desarrolle, y después la economía popular.
-¿Qué es la economía popular?
-Los que se crearon su trabajo en el mundo de la exclusión. Son los que necesitan un acompañamiento del Estado para fortalecer la productividad de sus emprendimientos para mejorar sus ingresos, colocar su producción, mejorar la comercialización irregular que se da en distintas ferias, vendiendo en la calle. Estamos desarrollando un registro de la economía popular para cuantificar qué es lo que desarrollan los trabajadores que están excluidos del mercado de trabajo formal.
-¿Ya hay algunos números?
-Hay 580.000 programas de empleo, pero hay tres millones y medio de personas que trabajan no en los marcos de la economía de mercado. ¿Qué quiero decir con esto? Que hay casi 600.000 personas que reciben un subsidio de empleo. Pero tres millones y medio que tienen las mismas condiciones de trabajo, por ejemplo, que tienen un taller textil en su casa. Este es un camino realista para trabajar. Estos cuatro millones de compatriotas no van a volver a la fábrica. El desarrollo del capitalismo no genera condiciones para que el empleo que genera incorpore a estas personas. Por eso el Estado debe ayudar a desarrollar esta otra economía que no es en el marco de la economía de mercado. Es un empleo que tiene otra lógica y sobre el que hay que crear derechos, obligaciones y un esquemas de competitividad.
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