Dos frentes políticos abiertos para el Gobierno como son el campo, con su anuncio de paro nacional, y la Iglesia, con la misa del domingo en Luján para repudiar el proyecto de ley del aborto, pondrán a prueba la estrategia oficial que ordenó el presidente Alberto Fernández a sus funcionarios de manera tajante: evitar la confrontación y el agravio para seguir adelante con los canales de diálogo con todos los actores en juego.
De esta manera, las próximas jugadas de la Iglesia y el campo implicarán un claro desafío de Fernández por exponer en su más amplio desarrollo el perfil dialoguista y contemporizador que quiere darle a su Gobierno como un sello diferencial del kirchnerismo duro o beligerante.
El Presidente dijo ayer a sus allegados que la negociación con el campo está “cerrada”, que no hay margen para modificar el esquema de retenciones que se impuso ya que se trata de un incremento impositivo que le parece mínimo en comparación con el esfuerzo que hacen otros sectores. También comentó a sus funcionarios sin vueltas: “no vamos a salir a confrontar con el campo, es tema superado”.
El conflicto con el sector rural que ayer convocó a un paro de cuatro días en rechazo al aumento de las retenciones a la soja le imponen a Fernández la enorme tarea de evitar que ese frente abierto se amplifique hasta llegar a una situación como la del 2008 con la resolución 125 de Cristina Kirchner. En el Gobierno y en varios sectores de la dirigencia rural coinciden en que por ahora no hay un clima beligerante como en aquel entonces. Pero igualmente el Presidente tomó los recaudos y pidió a sus funcionarios no emitir comentarios críticos que agudicen el clima de tensión en las rutas.
“Alberto sabe que hay que cuidar la amplia alianza de gobierno que tenemos y para ello impondrá su perfil conciliador o dialoguista con el campo sin confrontación porque estamos en un momento delicado”, aclaró ayer a Infobae un destacado funcionario del primer piso de la Casa Rosada al explicar la estrategia que encomendó el Presidente ante el paro del campo y la misa del domingo en Luján.
Es decir, en la práctica desde la casa Rosada aseguran que esta estrategia apuntará a cuidar la alianza oficial pero no implicará de manera alguna que el Presidente se encuentre organizando detrás de ello lo que algunos llaman el “albertismo puro”. No hay nada de esto por una simple cuestión: ello implicaría disputar territorios o espacios de poder partidario que en estos momentos el Presidente no piensa buscar porque sólo tiene en mente poder gobernar y sacar a la Argentina de la crisis.
En esta misma línea de “modo avión” que planteó el jefe de Estado ante los frentes abiertos, el ministro de Agricultura, Luis Basterra, optó por ahora por la cautela. En paralelo, el funcionario que anunció un aumento en las retenciones a la soja sigue manteniendo un canal de diálogo con la mayor parte de los integrantes de la Mesa de Enlace a pesar de que advirtió por lo bajo que cuatro días en los que habrá un cese de comercialización de granos y hacienda será “muy malo para la economía del país”.
Basterra mantiene un canal abierto y lo seguirá haciendo con los referentes de las Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Federación Agraria y Coninagro. Por una tensión histórica del peronismo con la Sociedad Rural Argentina (SRA) el ministro de Agricultura mantiene mayor distancia con esa agrupación.
Como contraposición a esto hay sectores duros del kirchnerismo que mantendrán su posición dura contra el campo. El ex secretario de la Presidencia, Oscar Parrilli, ayer dijo que “era esperable el paro del campo porque ellos son insaciables, se llenaron de plata, tienen toda la plata afuera y son responsables del desastre económico en que está el país y siguen peleando por sus privilegios”. Era una voz esperable para la Casa Rosada aunque confían que esta tesitura kirchnerista no se multiplique.
El Papa y la misa de Luján
El otro frente abierto para el Gobierno es con la Iglesia por la ley del aborto que enviará la semana que viene el Presidente al Congreso. Esta tensión se cristalizará el domingo con la “misa por la vida” convocada por la cúpula eclesiástica en Luján.
El presidente de la Comisión Episcopal, monseñor Oscar Ojeda dará la homilía del domingo donde se espera que reitere un duro mensaje contra el aborto y haga un fuerte llamado de movilización por “las dos vidas”. Es el mismo tono del documento que la Comisión Episcopal entregó al Presidente en diciembre pasado cuando lo visitó en la Casa Rosada.
Desde el Gobierno aseguran que la orden del Presidente es no salir a confrontar con la Iglesia aunque saben que habrá “sectores extremistas de los provida que tratarán de agredir a Alberto”, según dijo ayer un secretario de Estado. Ante esta eventual situación la Casa Rosada mantendrá su postura de llevar el debate al Congreso con el proyecto de ley que anunció el Presidente para eludir así la discusión mediática.
Al igual que en el caso del campo, el Gobierno mantiene un canal abierto de diálogo con la cúpula de la Iglesia a pesar de la tensión imperante por el caso del aborto. El secretario de Culto, Guillermo Oliveri, mantiene un permanente contacto con Ojeda y el resto de los obispos, sobretodo aquellos dedicados a la pastoral social y el trabajo en las villas que hoy son un pilar para la política social del Gobierno.
Desde la Iglesia aseguran que la misa del domingo en Luján “no será un marcha sino una jornada de oración por la vida”, un eufemismo para expresar también que no quieren generar un clima de confrontación dura con el Gobierno a pesar de sus firmes diferencias con el tema del aborto. Se esperan más movilizaciones de la iglesia en contra del aborto en los próximos meses. El 22 de marzo habrá una nueva jornada de oración a nivel nacional y ya hay previsto algún acto frente al Congreso cuando se lleve el debate del proyecto de ley que promueve el Presidente.
Por su parte, en la Casa Rosada sostienen que Alberto Fernández quiere mantener un contacto con el Papa Francisco a pesar de la ley del aborto. Es más, no descartan un mensaje presidencial de felicitaciones al Papa el próximo 13 de marzo, cuando se cumplan 7 años de la designación de Jorge Bergoglio como Sumo Pontífice en el cónclave de cardenales del Vaticano. En tal caso, se trata de la misma estrategia de no confrontación y dialoguismo permanente que quiere desplegar el jefe de Estado con el campo.
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