Jésica Cintia Schiavone tenía apenas 14 años cuando estalló la bomba en la AMIA. Vivía en Villa Ballester junto a su mamá, Ana María Boragni, por entonces pareja de Carlos Telleldín, su hermano Domingo y los dos hijos de su padrastro. La joven, ahora una mujer de 40 años, presenció la entrega de la camioneta Traffic que terminó explotando en la AMIA. Su testimonio acaba de conmover el juicio contra el reducidor de autos. Dijo que el comprador tenía “acento árabe”, era de “tez morena” y usaba una “boina”. El primer dato entusiasmó a la investigadores. “Hasta ahora había testimonios que decían que el comprador tenía apariencia árabe pero nadie habló del acento”, destacó una fuente judicial.
Schiavone declaró que fue testigo directa de la entrega de la camioneta Traffic y que vio al comprador porque le pidieron “una birome”. “Me acuerdo que yo ese día estaba en casa y dio la casualidad que me pidieron una birome y yo entré a la sala donde estaban haciendo la venta esa y di la birome”, arrancó su relato.
Interrogada por el fiscal Roberto Salum, de la UFI AMIA, la mujer sostuvo que el comprador “era una persona de tez morena” y dio un dato novedoso: “Recuerdo que tenía otra tonada, que no era como nosotros. Creo que traía una boina…”. Y agregó: “En ese momento me pareció... no sé, como esas tonadas... Igual no sé mucho de idiomas. Capaz me puedo confundir. Esas tonadas tipo árabes o... no sé, como de esos lugares”.
Schiavone ya había declarado en el juicio de “AMIA I” pero en ese momento no aportó detalles trascendentes para la causa.
Ahora, recordó que la Traffic estuvo estacionada en la puerta de su casa y que el comprador se la llevó ese mismo día. “Qué bueno que fue todo tan rápido y no me pidió la cédula verde”, habría dicho Telleldín ante su familia.
El fiscal y el resto de las partes trataron de conocer más detalles sobre la camioneta, pero la mujer dijo que ella y sus hermanos recibieron poca información. “Nos contaban lo justo y lo necesario”, explicó cuando le pidieron precisiones.
El juicio contra Telleldín arrancó en mayo del año pasado. La parte acusadora está a cargo de la UFI AMIA, representada en este caso por los fiscales Roberto Salum y Santiago Eyerhabide, que llevan adelante la investigación del fiscal Alberto Nisman. Y hay dos querellas: los familiares de las víctimas del atentado, por un lado, y otra de la DAIA y la AMIA.
Telleldín está acusado de ser partícipe necesario del atentado, que dejó 85 muertos y 151 heridos. Ya fue juzgado una vez. Fue en 2003, pero el Tribunal Oral Federal 3 –con otra integración de jueces– declaró todo nulo por las irregularidades de la investigación. Seis años después, la Corte Suprema confirmó la nulidad de la causa, aunque convalidó la acusación contra Telleldín, y dispuso que se haga un nuevo juicio por la entrega de la camioneta.
La hijastra de Telleldín reveló otro detalle novedoso sobre el atentado que podría comprometer al hombre que fue su padrastro. Dijo que se puso nervioso cuando escuchó la noticia en la radio y que discutió con su mamá. “Estábamos escuchando la radio... pero no fue en mi casa. Creo que estábamos en el auto, como yendo de paseo, y de repente se escuchó esa noticia”, recordó sobre el momento.
Tras la revelación de Infobae, Telleldín publicó varios mensajes en su cuenta de Twitter insistiendo con que vendió la camioneta sin conocer al comprador. “En estos meses de debate oral PROBAMOS que el dia 10/07/1994 vendi una trafic por aviso de clarin a una persona desconocida , este hecho fue usado por la misma fiscalia para acusar al Ex juez Galeano. PROBAMOS que vendi otras vehiculos de la misma forma con aviso clarin”, dijo.
Los hijos de Telleldín y su ex mujer vivieron días muy complicados después del atentado. Su hijastra contó que fueron cuidados por unos policías “conocidos de la familia” ante la ausencia de sus padres. “Eran policías conocidos de la familia. No sé quiénes eran. En algún momento me acordaba el nombre de uno. Me acuerdo de su lunar acá, pero no... Ah, Diego se llamaba, Diego Barrera”, describió.
Su hermano, Damián Domingo Schiavone, también aportó detalles sobre aquellos supuestos policías que durmieron en su casa. “Era una noche en la cual vino bastante gente que no sé si era del servicio de Inteligencia y se quedaron con nosotros”, dijo.
Telleldín abandonó la casa cuando se enteró del atentado, siempre según el testimonio de su hijastra. “Creo que quería cruzar el límite de Argentina y no lo llegó a cruzar, no se llegó a ir”, recordó. El reducidor volvió a su casa cuando detuvieron a su entonces pareja. “Supongo que mi mamá lo habrá llamado para que venga a cuidarnos, porque a ella se la estaban llevando”, agregó sobre aquellos días convulsionados.
El juicio actual, que ingresó luego de la feria en la recta final, está centrado en la entrega de la camioneta. No hay una única postura sobre ese hecho. Para algunas querellas, Telleldín tenía conocimiento de que iba a ser utilizada en un atentado. Para otras, no hay datos suficientes para probar que fue un eslabón de la cadena.
Lo que se pudo determinar hasta ahora es que se usaron otras dos camionetas para acondicionar la que explotó en la AMIA. “A una camioneta le sacaron el motor. Pertenecía a la empresa MESIN SRL, pero se había incendiado en un accidente. A la segunda le sacaron la carrocería, nunca se pudo saber de dónde provenía”, detalló una fuente judicial. Y hay una tercera camioneta involucrada que había sido publicada para la venta en los clasificados del diario Clarín. Nunca apareció.
Telleldín habló apenas 15 minutos durante el debate oral. Se mostró como una “víctima” del sistema judicial y aseguró que le vendió la camioneta a una persona con “acento extranjero”. “Ahora quiere instalar que fue un vendedor de buena fe”, se quejó uno de los actores del juicio. Después de tantas idas y vueltas, nadie le cree.
El reducidor de autos ya fue condenado a tres años y seis meses de prisión por haber cobrado 400 mil dólares para acusar falsamente a integrantes de la Policía bonaerense como las personas que recibieron la camioneta. En ese mismo juicio, el ex juez Galeano fue condenado a seis años de prisión por los delitos de peculado, prevaricato, privación ilegal de la libertad agravada, encubrimiento y violación de medios de prueba. Pero hubo absoluciones para el ex presidente Carlos Menem, el abogado Víctor Stinfale; el ex comisario Jorge “Fino” Palacios, el ex titular de la DAIA Rubén Beraja y el ex agente de inteligencia Patricio Finnen.