En una sesión mucho más exprés de lo que se preveía por la estruendosa ausencia de la oposición, que aseguró que recurrirá a la Justicia -continúan trabajando en el tema-, el Frente de Todos consiguió en Diputados la media sanción del proyecto que recorta las jubilaciones especiales del Poder Judicial y del Servicio Exterior con el quórum más ajustado desde que asumió el nuevo Gobierno, y defendió a Daniel Scioli, que aportó la banca 129 para habilitar la sesión especial.
“La oposición buscó cualquier excusa, nunca quiso dar el debate. Fueron a montar un show”, aseguraron desde la cúpula parlamentaria del Frente de Todos después del debate, que duró menos de cuatro horas. Para Cambiemos, fue todo lo contrario: la urgencia por la aprobación esconde, según sus principales dirigentes, la intervención directa del Poder Judicial.
A dos meses y medio de asumir como presidente, Alberto Fernández se encontró por primera vez con el número justo en la Cámara baja: 129. La lupa se posó sobre Scioli, duramente criticado por Juntos por el Cambio por su doble condición de diputado y embajador, a pesar de que técnicamente el ex gobernador aún no renunció a su banca y todavía no asumió formalmente como representante en Brasil, que depende de un decreto presidencial y que, en teoría, está al caer: la próxima semana hay agendada una gira parlamentaria en Brasilia. La Casa Rosada quiere contar para eso con su representante en ese país.
Con la ausencia de tres diputados del Frente de Todos -sin contar a Ignacio de Mendiguren, de licencia tras su pase al directorio del BICE, la bancada quedó en 114 integrantes-, Sergio Massa y Máximo Kirchner llegaron al número mágico un minuto antes de que se acabara la prórroga pedida por el propio oficialismo con la presencia de los cuatro diputados cordobeses del interbloque liderado por Eduardo “Bali” Bucca, los dos de la izquierda -Nicolás del Caño y Romina del Pla-, los ocho de la bancada de José Luis Ramón, aliado permanente del Gobierno, y Alma Sapag, de Neuquén.
El Gobierno sufrió por tres integrantes del bloque impedidos de participar. Uno por un familiar con problemas de salud; otro recién operado y una tercera legisladora de viaje. Ana Carolina Gaillard, de hecho, con fecha de parto, fue a dar quórum, votó afirmativamente y se volvió a su casa, de reposo.
El quórum llegó a las 12.59, sesenta segundos antes del fin de la prórroga. Aportado por Mabel Luisa Caparros, del oficialismo de Tierra del Fuego, que entró al recinto apurada: el vuelo que la trajo a la Ciudad desde su provincia llegó en horario, pero se retrasó porque Evo Morales estaba en el aeropuerto y alteró la rutina cotidiana del lugar.
La presencia de los ocho legisladores conducidos por Ramón, que bajó al recinto al filo de que terminara la prórroga, tuvo su recompensa: la única modificación introducida en la breve votación en particular, anunciado por Vanesa Siley -ligada al sindicato de trabajadores judiciales de la Ciudad-, fue la vuelta al régimen especial de jubilaciones de los prosecretarios administrativos y jefes de despacho del Poder Judicial, incluidos en la ley actual -la 24.018- pero excluidos del proyecto que esta tarde tuvo media sanción.
Fue uno de los principales pedidos del sindicalista Julio Piumato -y empujado por la bancada de Ramón-, que activó un fuerte lobby en el Parlamento desde el envío de la iniciativa por parte del Poder Ejecutivo. “Gracias compañero”, le escribió Piumato vía WhatsApp a Marcelo Casaretto, presidente de la comisión de Previsión y Seguridad Social, una vez consumada la votación. Frente al Palacio de Tribunales, el sindicalista hizo lo propio con Massa.
El resto del dictamen, que ahora pasa al Senado, quedó con los cambios que el Frente de Todos había introducido en el plenario de comisiones de ayer: un retoque al cálculo jubilatorio del 82% del promedio de las últimas 120 remuneraciones, la supresión del desempeño ininterrumpido durante 20 años en el Poder Judicial o el Ministerio Público Fiscal “o de las provincias adheridas al Régimen de Reciprocidad Jubilatoria” para acceder al beneficio y el congelamiento de la edad jubilatoria de las mujeres, que queda en 60.
En la noche del miércoles, después de que Juntos por el Cambio oficializara su intención de no dar quórum tras la negativa del Frente de Todos de incluir una cláusula para que los jueces en condiciones de jubilarse puedan hacerlo bajo el régimen vigente -aún sin hacer iniciado el trámite en la Anses-, Massa y Kirchner afinaron el lápiz.
“Bali” Bucca les avisó esa misma noche que no bajaría al recinto. Avalado, según sus colaboradores, por el visto bueno de Roberto Lavagna, a pesar de que coquetea a diario con la Casa Rosada. El enojo de Bucca radicó, según explicaron, en el rechazo del oficialismo de incorporar a Alejandro Rodríguez, integrante del interbloque Federal, en la comisión de previsión. Rodríguez, de todos modos, sí bajó de su oficina en medio del debate y votó a favor de la media sanción, que se aprobó con 128 adhesiones y dos abstenciones, de la izquierda.
Para el Gobierno, las idas y vueltas del bloque del PJ Federal y de Cambiemos obedecen a cuestiones internas.
La oposición, que se debatía internamente entre votar con el kirchnerismo si incluía por escrito la cláusula pedida o quedar asociada a la corporación judicial, había endurecido su postura en las últimas horas. La presencia de Scioli en la Cámara, que prometió renunciar el próximo lunes y asumir como embajador al día siguiente, implosionó cualquier discusión interna en Cambiemos. Un sector minoritario del PRO, que responde a Emilio Monzó, y un puñado de la UCR, impulsaban la posibilidad de dar quórum. Alejandro Cacece, del radicalismo, y casi una veintena de legisladores habían presentado un proyecto propio incluso más duro que el del Ejecutivo.
La polémica en torno a Scioli agitó las aguas en la bancada. Tras la sesión difundieron un comunicado titulado “escandaloso avasallamiento al Congreso”. Compararon al ex gobernador bonaerense con el “diputrucho” de los ’90.
Desde el Frente de Todos, sin embargo, salieron al cruce de la oposición. Leopoldo Moreau, el encargado del discurso de cierre -no habló Kirchner- resaltó que parte de la estrategia de Cambiemos, ligada a la Justicia, se debía a la preocupación por las “causas en curso”. Lo mismo que el kirchnerismo hizo circular por lo bajo: que Juntos por el Cambio se empecina en defender “a los más ricos” y que hay un arreglo con “un sector de la Justicia”. Y que estaba previsto que Scioli participara del debate.
Ahora, el vínculo entre el oficialismo y la oposición sufrió una avería. De cara a la presentación del Presidente de este domingo. Los diputados más radicalizados de Cambiemos agitaban la idea de dejar vacías sus bancas frente al discurso presidencial.
”El Gobierno inauguró un tiempo malo. Obvio que esto afecta la relación. No queremos que nos mientan”, señalaban anoche altas fuentes del interbloque de Juntos por el Cambio.
El kirchnerismo hizo oídos sordos. Incluso después de la sesión se analizó la posibilidad de buscar la sanción definitiva del proyecto en cuestión en la sesión especial convocada para este viernes en la Cámara alta para tratar la Ley de Góndolas. Pero la idea perdió fuerza rápidamente.
En principio, la decisión es respetar el camino parlamentario: debate en comisiones, obtener dictamen y luego llevar la discusión al recinto. Para esto, la sanción definitiva se extendería unas semanas hasta mediados de marzo y se haría ya con el período ordinario de sesiones, que se inauguran este domingo.
No es solo una decisión de fortaleza política que depende de Alberto Fernández y, en especial, de Cristina Kirchner, jefa del Senado. También es matemática: el Gobierno necesita el visto bueno de los dos tercios de los presentes para tratar el dictamen de Diputados sobre tablas. No le alcanza con la mayoría de su bloque. Y la rebelión en Cambiemos lo pronosticaba anoche casi imposible.
Para colmo, la Casa Rosada viene de conseguir el quórum justo, en tiempo de descuento, en la Cámara baja. A 72 horas del discurso del Presidente, que a la tarde llamó a Massa para felicitarlo por la aprobación de Diputados, ante un Parlamento que se llenó de tensión.
FOTOS: Gustavo Gavotti
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