Daniel Scioli hasta pintó los escalones de la rambla marplatense con vivos color naranja. El cambio político que quiso imponer como marca María Eugenia Vidal se identificó con el verde que ahora coexiste con el turquesa de Axel Kicillof. En la comunicación audiovisual el equipo del Frente de Todos ya usa un tono que eligieron en línea con la batalla cultural que acaban de iniciar. La idea, sostienen, es afianzar la identidad bonaerense y tienen hashtag: #orgullobonaerense. Lo crearon de la mano del lanzamiento de las celebraciones por los 200 años de la institucionalización de Buenos Aires como provincia el 11 de febrero de 1820, una fiesta desempolvada para afianzar políticamente la gestión.
Kicillof habla con intendentes y legisladores nacionales y provinciales sobre lo que recogió en campaña: que falta una identidad que una y en la que se reconozcan quienes viven en el mayor distrito del país. “Los habitantes de Córdoba tienen una identidad, nosotros tenemos dos provincias, el Conurbano más cerca de la Capital no sólo geográficamente sino en el consumo de medios y con costumbres más porteñas y otra que es la del interior”, analizan quienes hicieron un diagnóstico que les confirmó lo que oyó Kicillof a bordo del Clio mientras recorría en campaña los 135 municipios. “Mucha gente se identifica por su municipio pero no por la provincia”, agregan aunque también mencionan el aporte económico al país que no vuelve en la misma proporción.
La idea es también recuperar el nombre Buenos Aires para la provincia y no que deje de ser sinónimo de la Capital Federal.
Diez días atrás Kicillof colgó en su despacho un cuadro que le cedió a préstamo la Casa Rosada, con autorización del presidente Alberto Fernández, el de Juan Manuel de Rosas, gobernador de Buenos Aires entre 1835 y 1852 y caudillo de la Confederación Argentina. Sus restos fueron repatriados durante el gobierno de Carlos Menem. “El Restaurador” también fue reivindicado por Cristina Fernández de Kirchner.
El ex intendente de Berazategui, Patricio Mussi, suele contar que de adolescente viajó a Córdoba con amigos. Se pusieron de acuerdo y se estamparon remeras con el nombre de “Quilmes”. Simularon su ciudad de origen porque sentían que les daba “más chapa” decir que vivían en el municipio vecino. Cuando fue electo intendente entendió su equivocación y se tatuó el mapa de su municipio. Trabajó durante varios años sobre un concepto: “Orgullosos de Bera”.
Justamente fue en Berazategui donde Kicillof adoptó dos gatitos para sus hijos, en una clínica veterinaria municipal. Y es ese mismo concepto respecto al orgullo de pertenecer a un lugar el que quiere imponer en todo el territorio de la provincia. Políticamente tiene el propósito de unir un distrito que como todo el país está atravesado por la grieta y también consolidarse en el distrito. Y consolidar el apoyo legislativo para ampliar su base frente a los reclamos respecto a necesidades económicas y financieras: recuperar el Fondo del Conurbano o los subsidios al transporte y tarifas. Su discurso va en esa línea. La semana que pasó le dijo a Infobae que “Macri le tiró los subsidios por la cabeza a Vidal y ella calladita asumió el costo in presupuesto”. De eso habló con el presidente Alberto Fernández y con los diputados nacionales de la provincia. Tendrán que hacer equilibrio para defender lo que reclaman no sólo frente a la Casa Rosada sino al resto de las provincias sin romper el consenso actual.
La estrategia para potenciar la identidad bonaerense gráficamente está representada en el nuevo color de la gestión: es turquesa, aclaran, y no el celeste del Frente de Todos. Justifican la elección como una derivación de la mezcla del azul y verde de la bandera de Buenos Aires para “la consolidación de la bandera”. De todos modos por falta de recursos no mandarán a repintar edificios ni replotearán los vehículos públicos. “Lo nuevo va a converger al turquesa pero cuesta mucha plata, convivirán por ahora los dos colores”, cuentan.
Un equipo de la gobernación está recorriendo los distintos municipios para hacer un relevamiento sobre los sectores que necesitan ayuda para reforzar una “marca” bonaerense con fines puramente comerciales, turísticos y productivos: gastronomía, danza, escritores, artistas de diversas disciplinas y todo tipo de industrias y productos.
“Tener una identidad es una necesidad de los habitantes de Buenos Aires”, aseguran haber recogido en campaña. Y coinciden en distintos ministerios que trabajan en la tarea que un objetivo es potenciar la “marca” Buenos Aires como lo hacen en el sur con productos de la Patagonia. “Buenos Aires tiene que ser un sello de calidad y el gobierno provincial se va a involucrar para nivelarlo y que no defraude”, sostienen en el área de Comunicación de la sede de gobierno platense.
“Tenemos que asociar a los productos bonaerenses con lo que son, ricos, buenos, tienen trabajo detrás y alta calidad” subrayan y reivindican las fiestas provinciales que generan recursos para los municipios como la del asado, la de la torta negra, la ensaimada, el omelette de Pigüe, los pastelitos de Carmen de Areco, el carnaval de Lincoln y una larga lista que genera la producción alimenticia. La ruta del queso y del salame, incluso la competencia entre Tandil, Mercedes y Alberti; la ruta más folklórica con las viejas pulperías, están siendo relevadas para saber cuáles son las fortalezas y dónde hace falta ayudar. El equipo del Ministerio de la Producción, que incluye las áreas de Cultura y Turismo, tiene a cargo esta tarea.
Los festejos del Bicentenario serán el puntapié para la reconstrucción del orgullo de la provincia, le contó a Infobae Jesica Rey, ministra de Comunicación. En ese marco el ministerio de la Mujer lanzará varios programas, uno de ellos es “Ellas no estaban pintadas”, una convocatoria para pintar murales en escuelas bonaerenses y “poner en valor la historia de las mujeres de la Provincia de Buenos Aires”.
“El orgullo de ser bonaerense no lo vamos a recuperar de a uno solo. Seamos o no gobierno no tenemos que perder la indentidad”, arengó Kicillof a los diputados nacionales a los que convocó a cenar a la residencia de la gobernación días atrás. En esa reunión Sergio Massa le ofreció organizar una reunión en el Congreso con todos los 67 diputados de Buenos Aires, incluso los de la oposición.
El plan incluye la identidad de la ciudad de La Plata “despreciada” en los últimos años como Capital, cuestionan en el entorno de Kicillof los funcionarios que pasan prácticamente toda la semana en la ciudad y que reprochan que el gabinete de Vidal prefiriera las oficinas de San Telmo, Retiro, el Banco Provincia en la city y la casa de la provincia a metros del Congreso.
En el inicio de la reunión de los legisladores nacionales sorprendió la presencia de la esposa de Kicillof, Soledad Queirelhac y de sus dos hijos. No los sorprendió a los integrantes del gabinete, que a veces se los encuentran en la gobernación o los escuchan jugando cerca, cuando abren las ventanas de sus oficinas. Se instalaron durante el verano en la residencia a metros de la Casa de Gobierno en la que no vivieron ni Vidal ni Daniel Scioli. Y Queirelhac incluso ya se involucró en la gestión y estará al frente del programa del Bicentenario.
Kicillof y su esposa tienen que tomar una decisión. Tal vez descarten definitivamente una mudanza a una casa en Buenos Aires pero más cerca del colegio de sus hijos en Villa Urquiza. Podrían pasar algunos días en Parque Chas y el resto de la semana en La Plata. En su entorno no sobreactúan razones políticas: es muy cómodo vivir a la vuelta del trabajo.
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