El ministro de Seguridad de Santa Fe, Marcelo Sain, aseguró que resulta estadísticamente habitual que haya más crímenes en los primeros meses del año. “Es algo bastante estacional en esta época”, planteó en diálogo con la periodista María O’ Donnell en radio Metro.
“No sabemos por qué, no sabemos cuál es la razón. Nunca hubo una explicación del gobierno anterior y nosotros tampoco hemos tenido tiempo para encontrarla”, analizó cuando le preguntaron los motivos.
Pese a esta circunstancia, el funcionario no le restó dramatismo a la compleja situación de violencia que atraviesa la ciudad de Rosario, con 40 muertes en los primeros dos meses del año, la mayoría con tintes mafiosos claramente identificables con el narcotráfico.
“La pelea comercial es feroz. Es una pelea por el control del territorio, por las bocas de expendio, y es una pelea por una enorme rentabilidad que genera la venta de cocaína y de marihuana en Rosario”, argumentó.
En ese contexto situó el reciente asesinato de Martín Sebastián Berton, hijo de la secretaria general del Partido Justicialista en Villa Gobernador Gálvez. No hubo connotación política, sino una venganza vinculada a la trama de negocios en la que se corroboró que estaba involucrada la víctima, dijo Saín. El hombre de 35 años fue acribillado: recibió 40 balazos dentro de su Chevrolet Corza gris en la puerta de la casa de su mamá, Mónica Cabrera, tras una persecución.
También ubicó en ese escenario el impactante asesinato de una joven pareja y de su beba de un año y medio en Empalme Graneros. Florencia Corbalán y Cristopher Nahuel Albornoz, ambos de 21 años, se desplazaban en una moto Honda Tornado con su hija, A., cuando fueron víctimas de una gran cantidad de disparos de una ametralladora. Los investigadores sospechan que los Albornoz estuvieron vinculados al negocio de la droga.
Todos los muertos de Rosario van a parar al mismo lugar, antes de llegar al cementerio o al crematorio: el Instituto Médico Legal, que depende de la Corte Suprema de Justicia de la provincia de Santa Fe, recibe los cadáveres y sus médicos forenses son los encargados de informar a los investigadores los diagnósticos de cada muerte. Ante este escenario, su directora, Alicia Cadierno, reconoció que no dan abasto: “Es como tener una catástrofe todas las semanas”.
“La mayoría de los homicidios ocurren en los barrios donde se vende la droga que luego se consume en el centro, en los lugares donde vive la gente honesta. Las grandes organizaciones que regulaban y organizaban el negocio tienen a sus primeras y segundas líneas encarceladas y estos eventos son protagonizados por terceras o cuartas líneas que gerencian el negocio de sus antiguos jefes pero antes eran soldaditos”, graficó Sain, quien asumió junto al gobernador Omar Perotti el 10 de diciembre del año pasado tras años de gestión socialista.
“En estos barrios, donde la cocaína es la economía de sustitución porque existe una desocupación estructural, mucha gente vive de la droga y de la enorme rentabilidad que genera, que luego se invierte en la economía legal: centros comerciales, etcétera. Por eso, nosotros creemos que este es un problema general”, analizó.
Hubo un caso que fue excepcional: a principios de enero, balearon desde atrás de una arboleda el centro comercial y casino City Center. Producto de los disparos, murió una persona que estaba fumando en uno de los balcones. En pocas horas los investigadores determinaron que el ataque fue ordenado desde prisión por el jefe de Los Monos, Ariel “Guille” Cantero y ejecutado por sicarios que le responden, uno de ellos aún prófugo.
Cantero y otros capos narco que operan en Santa Fe están detenidos por causas instruidas por la Justicia local. El fuero federal, que es el que debe investigar el crimen organizado y la venta de drogas, viene más lenta, aseguró con ironía Sain.
En virtud de ese diagnóstico, el funcionario elegido para pacificar la provincia no hizo hincapié en la persecución al delito, sino en la asistencia social como punto de partida para revertir el escenario: “En esos barrios populares hay que entrar con planes sociales estructurales y mucho dinero para darlos vuelta y convertirlos en lugares habitables”.