Mario Alejandro Hilario Cafiero es ingeniero industrial, formado en política junto a su padre, Antonio. Y si bien no fue su primera responsabilidad, el cargo que le resulta inolvidable es el de secretario general de la gobernación bonaerense, entre 1987 y 1991, cuando la Argentina soportó dos hiperinflaciones de 5000 por ciento y había que dar respuesta a las complejas demandas de la provincia de Buenos Aires. “Los muchachos están acostumbrados a hacer política con plata”, le dice a Infobae, en chiste pero también en serio.
Con los años se fue alejando del peronismo más tradicional y acercando a los sectores más combativos, reclamando el no pago de la deuda externa, la investigación de los acuerdos realizados entre los funcionarios a lo largo de todos los gobiernos de la democracia (incluidos los kirchneristas) y el FMI y la penalización de los argentinos que tienen cuentas off shore. Pero, ahora, no se mete en el asunto.
Por el contrario, como vicepresidente del partido que conduce Pino Solanas, su actuación fue clave para que Proyecto Sur se transformara en el primer partido que constituyó el Frente de Todos. Y mientras el cineasta se apresta a viajar a París, para asumir la representación argentina ante la UNESCO, Cafiero se abocó a lo que viene trabajando hace ya bastantes décadas, la promoción de la economía social y las mutuales, a través del INAES.
Por eso no le gusta que le recuerden que por el decreto que Mauricio Macri firmó en enero de 2018, que impide que familiares que tengan algún vínculo de parentesco tanto en línea directa, tengan cargos en la administración pública nacional. Si fuera derogado, obviamente que no tendrá problemas. Pero si continuara vigente, como trascendió en las últimas semanas, debería renunciar.
Mario es uno de diez hijos que tuvo Cafiero, es menor que Juan Pablo, quien a su vez es el padre de Santiago, el jefe de Gabinete de Alberto Fernández. El Presidente volvió a poner de moda el apellido Cafiero, otorgándole una estirpe a su propio Gobierno, aunque no siempre fue respetado en el peronismo. Antonio muchas veces fue criticado por “blandito”, “dubitativo" y hasta se le puso el mote de “socialdemócrata”, como sinónimo de algo negativo. Las virtudes democráticas y republicanas que tenía el fundador de la saga familiar fueron, más de una vez, motivo de desprecio de parte del peronismo que solo aceptó la renovación cuando no tenía más remedio.
Al frente del INAES, un organismo que busca respaldar la tarea de las cooperativas de producción, Cafiero es muy crítico con la gestión de Mauricio Macri en el área. “Hoy tenemos 10000 cooperativas, pero había 20000, que desaparecieron porque siempre les faltaba un papel para formalizar el registro”, se lamenta. Son básicamente, las cooperativas de trabajo que se crearon para recibir subsidios del Ministerio de Desarrollo Social, como una alternativa para generar trabajo formal en la economía informal que domina entre los sectores más humildes.
En su visión, el aparato productivo es impulsado no solo por el mercado, sino “por el estado, por el mercado y también por la economía social”. Siente que el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, comprende el desafío y trabajan en conjunto para desplegar los microcréditos en la escala más incipiente de la economía social, la economía popular.
Su presencia levanta el perfil del organismo. Desde gobernadores hasta las grandes cooperativas de exportación agrícola o de seguros o de telefonía, son importantes los referentes que quieren tomar contacto con él, porque -finalmente- es una manera de comprender cómo piensa la familia que volvió al poder.
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