Desde las obras de la autoproclamada “reencarnación de un arquitecto egipcio” hasta los sueños de la Casa Rosada del siglo XXI, el que entra al monumento histórico nacional que es símbolo de los gobiernos en la Argentina abandona el traje de hombre o mujer común cuando cruza la explanada y los Granaderos se le cuadran, como si se sintiera con superpoderes fundacionales. “Hay algo en las cañerías, o en el aire, que los transforma y los hace creer que es para siempre y definitivo”, dijo un empleado que lleva casi 30 años en un sector estratégico y que prefiere mantener el anonimato.
Lo concreto es que cada administración interviene y hace su propio proyecto, “su” Casa Rosada, un recurso fácil para diferenciarse del Gobierno anterior, absolutamente legítimo salvo por el hecho de que se hace -nada más, nada menos- con lo que es de todos.
Cristina Fernández de Kirchner pasaba horas pergeñando las reformas en la Casa Rosada. Era algo que le fascinaba, según ella mismo confesó, lo que le permitió jactarse de haber realizado la mayor remodelación del edificio, creando la Galería de los Ídolos Populares (donde llegó a estar el femicida Carlos Monzón, por nombrar un dislate), en un pasillo; la Galería de los Patriotas Latinoamericanos (donde sobresalía Hugo Chávez), en otro, además de una refacción de varios patios apropiados por el ingreso de la “militancia” que, así, podía vivarla desde abajo, mientras ella circulaba por el primer piso de una sector a otro en ese baño de multitud que disfrutaba.
Por eso no puede asombrar que el ex secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, ejecutor de las genialidades arquitectónicas de la ex presidenta haya ingresado a la Casa Rosada pocos días después de la asunción de Alberto Fernández con un grupo de expertos para ver los cambios que había hecho su sucesor en el cargo, Fernando De Andreis. Tampoco que semanas después, una vez concluido el período de feria judicial, haya realizado una demanda penal contra Mauricio Macri por los delitos de “daño agravado” e “incumplimiento de los deberes de funcionario público” por la “destrucción irreparable del patrimonio histórico y cultural perteneciente a toda la Nación Argentina" (sic).
El gobierno de Cambiemos no estuvo ajeno al impulso fundacional y creyeron que se quedarían para siempre. Desde el comienzo, quiso remover la sala de periodistas que está en el primer piso desde que se tenga memoria, tanto, que está frente a la llamada “escalera de los periodistas”. Querían llevarla fuera del edificio, al CCK, porque molestaba a algunos funcionarios que tenían sus oficinas en esa ala del edificio y no querían encontrarse con periodistas por los pasillos.
Como los acreditados se negaron, fueron “castigados” con mantener el mobiliario que venía de la época de los 90. Solo en el 2019 compraron sillas y dos televisores LED. Hasta entonces, la pelea por el uso de las sillas era cotidiana y los televisores tenían más de 20 años de uso. El salón para conferencias de prensa del segundo piso quedó inutilizado durante toda la gestión, y recién se volvió a abrir, reformado, en los últimos meses, después de la derrota en las PASO.
Para balancear el ímpetu egipcio, el secretario general de la Presidencia de Macri, eliminó algunas de la galerías y dejó también algunos salones, como el de Eva Perón y el de los Científicos, normalmente muy utilizados para reuniones de Gabinete y recepción de autoridades extranjeras. El de las Mujeres también, aunque con tantos salones y galerías con “relato” que había desplegado Cristina, ya no había lugar para oficinas, así que mientras se avanzaba en otras áreas, se diseñó allí algunas oficinas en forma transitoria.
Pero la llegada de Fernández desnudó el desprecio del macrismo por el patrimonio histórico y se tomó conocimiento de duras críticas de los patrimonialistas al master plan “Casa Rosada del siglo XXI”, donde se derribó una escalera de mármol de carrara construida en 1890, se decidió una cantidad inusitada de baños en la PB, primero y segundo piso (planificados como si trabajaran tres o cuatro veces más personal del que efectivamente se ve diariamente) y se pensaba hacer uso de la terraza con una pérgola y un deck de madera para que el personal y visitantes tengan la vista del río y del centro de la Ciudad, lo que no estaría permitido por tratarse de Monumento Nacional.
Estas son las tres principales críticas que el equipo del actual secretario general, Julio Vitobello, le hace al proyecto de FADU-UBA, diseñado por el arquitecto Edgardo Minond, de gran trayectoria en grandes espacios urbanos como centros de convenciones o plazas, y coautor del nuevo edificio donde funciona la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en Parque Patricios.
La obra no se va a parar porque está en marcha y tiene presupuesto. Sin embargo, se harán los cambios que son posibles y recuperar lo que se perdió, de alguna forma que no quede en el olvido. Así se lo explicaron los nuevos responsables a Infobae el principal objetivo: “No se efectuará ningún trabajo invasivo sobre el patrimonio de la Casa Rosada, se reformularán los trabajos con el objeto de habilitar las áreas de trabajo y circulación de acuerdo a los requisitos de seguridad y funcionalidad y, por último, se ordenarán lugares como espacio de memoria donde puedan exhibirse los mármoles y la baranda históricos de la escalera eliminada”.
La pérgola con el deck se decidió que no se hará, ya que la comisión de Museos objetó su ubicación, por lo cual debía correrse al interior de la terraza, dejando así de cumplir una de sus funciones, actuar de media sombra de la claraboya con que ilumina la entrada principal, en Balcarce 50, donde hoy están los andamios y un obrador, que dificultan el paso y mantienen cerrado ese ingreso. En esa claraboya, se supo, hay restos del bombardeo a la Plaza de Mayo de junio de 1955, que seguramente se exhiban en un espacio de memoria dentro del Museo de la Casa Rosada.
Los nuevos baños ya están prácticamente terminados. Se utilizan hace seis meses en el segundo piso y desde hace una semana en el primer piso. Los de PB, que antes albergaban la biblioteca de la Secretaría Legal y Técnica, están en plena construcción. Llama la atención que toda un ala del Patio de las Palmeras esté dedicada a los baños. La Biblioteca está ahora ubicada en la antesala del Salón de las Mujeres, pero está previsto su traslado a oficinas del primer piso, recuperándose los muebles originales. “Vilma Ibarra fue una de las impulsoras de esta recuperación, y de que vuelva ofrecer sus servicios en un espacio acorde a su tradición”, se explicó en la Rosada.
En cuanto a polémica escalera de Balcarce 50 ya no hay nada más que hacer. Tenía una función precisa y su uso era frecuente, porque facilitaba la circulación entre la PB y el segundo piso (donde está el comedor del personal). Efectivamente, los mármoles de los escalones estaban muy gastados, la baranda estaba rota y se la veía insegura. Fue derribada y no volverá a ponerse otra que la reemplace, salvo como emergencia. Ahora se usa otra escalera, que está del lado de la Casa que mira al río.
El principal objetivo de Vitobello es terminar la obra y darle funcionalidad a la Casa Rosada. Los nuevos responsables técnicos dicen que a fin de año debería estar concluida si se cumplen con la extensión de plazo que la gestión anterior dio, que le agregaron 254 días adicionales, que terminarían a mediados de noviembre.
Nadie habla de nuevas reformas y no existe nada previsto en ese sentido. Quizás haya llegado un tiempo de normalidad y de nuevas prioridades que, por cierto, parecen bastante lejos de los asuntos de la arquitectura y la decoración.
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