(Enviado especial a Berlín) Alberto Fernández inició una agenda nutrida de reuniones que culminará esta noche en una cena con Ángela Merkel. A las 10 (hora local), el mandatario desayunó con ejecutivos de empresas alemanas que están preocupadas por sus intereses en la Argentina.
“Argentina es un paciente en terapia intensiva”, introdujo el Presidente ante sus interlocutores. “No sólo me encontré con una economía destruida, sino cada vez que visito un país tengo que explicar que no somos populistas y que busco insertar a la Argentina en el mundo. El discurso del populismo fue un invento del gobierno de Mauricio Macri”, continuó.
Escuchaban atentos en un salón del Hotel Regent donde se hospeda la comitiva argentina, representantes de las compañías Hamburg Sud, Siemens AG, Voith, Smart Infraestructure, Grupo Hydro, DB. Ingeniería y Consultoría y Lindal Group, entre otras. También se sentó a la mesa el embajador argentino en Alemania, Pedro Villagra Delgado.
Mientras Fernández intentaba llevarles tranquilidad a inversores con intereses en el país, el ministro de Economía, Martín Guzmán, ingresó al hotel varias horas antes de lo que se lo esperaba. El funcionario, que lucía vestimenta informal, ya había comentado con Sergio Chodos, quien lo acompañaba, las buenas noticias sobre la negociación del gobierno bonaerense con los bonistas que había llegaron temprano a su teléfono móvil.
El jefe de Estado instó a los ejecutivos a afianzar sus inversiones en el país y les abrió el juego para que plantearan sus inquietudes: “Si tienen algún problema, hablen conmigo y buscamos la forma de destrabar la cuestión”. Un representante de Voith aceptó la invitación y comentó los problemas que tienen en un proyecto que se había iniciado en Chihuido para la construcción de una represa. “Yo los voy a ayudar a levantar nuevamente esa obra”, contestó Fernández.
El intercambio dio lugar a cuestiones más generales. Los empresarios explicaron cuáles son las dificultades provocadas por el cepo cambiario y las trabas para girar utilidades a sus casas matrices. El líder argentino sabía de antemano que la cuestión aparecería en la conversación. Diplomático, Fernández reiteró sus palabras del inicio del encuentro: les explicó a los ejecutivos que la situación económica es delicada y les adelantó que por ahora es difícil pensar en una flexibilización del mercado de cambios. No obstante, se mostró contemplativo. Les dijo que los entendía y les prometió que en cuanto las condiciones generales lo permitieran, su administración suavizará las restricciones.
Antes de que terminara la reunión, uno de los empresarios invitó formalmente a Fernández a participar de un foro que se realizará a fin de año en Stuttgart. El jefe de Estado agradeció el gesto y se comprometió a dar una respuesta en los próximos meses.
Luego del desayuno, realizado en el formato “round table”, el Presidente resaltó en un breve contacto con periodistas: “Nos fue muy bien, pero pregúnteles a ellos”. A continuación, Alberto Fernández se encontrará con importantes directivos de Bayer y Siemens. Cerca del mediodía abandonó el hotel Regent para caminar 200 metros hasta el Forum Drive del Grupo Volkswagen.
La intensidad del día obligó a la comitiva argentina a aplazar el almuerzo hasta la tarde. A las 16, el jefe de Estado ingresó junto a sus colaboradores a Augustiner am Gendarmenmarkt, un típico restaurante alemán de muy buenas críticas en sitios especializados. Pidió salchichas de cerdo con chucrut.
Los empresarios alemanes pidieron las entrevistas con el Presidente para reconocer su presencia en Alemania y aprovechar la oportunidad para plantear sus dudas y preocupaciones respecto a la situación económica y a las medidas de emergencia dispuestas para bajar los niveles de inflación, mantener estable el dólar e iniciar un crecimiento posible del Producto Bruto Interno (PBI).
Por la noche, el jefe de Estado llegará a la Cancillería de Alemania con un objetivo político definido: lograr que Merkel apoye su estrategia de negociación de la deuda externa con el Fondo Monetario Internacional (FMI). La líder alemana respaldará la estrategia de Alberto Fernández, pero a cambio solicitará en términos diplomáticos el compromiso presidencial de modificar ciertas variables de la emergencia económica.
Merkel defiende las inversiones germanas en Argentina y por eso propondrá a Alberto Fernández que se arbitren decisiones políticas y económicas destinadas a facilitar el funcionamiento de las empresas sostenidas con capitales locales. La canciller –explicaban anoche en Berlín a Infobae– no quiere privilegios económicos, sólo desea que el actual modelo argentino contemple regresar a los cánones del libre comercio del siglo XXI.
Alberto Fernández entiende los planteos aterciopelados que hará Merkel, pero sólo abrirá la mano cuando Guzmán le asegure que una mínima apertura del cepo no implicará una hecatombe en el mercado de divisas en la City Porteña.
El Presidente también tiene previsto que Merkel aborde la situación legal del acuerdo Mercosur-Unión Europea. En este contexto, Alberto Fernández lideró una reunión de trabajo que compartió con el canciller Felipe Solá, el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, y el jefe de Gabinete de Cancillería, Guillermo Justo Chaves, para preparar los argumentos presidenciales ante las previsibles preguntas de la canciller alemana.
Alberto Fernández es crítico del tratado Mercosur-UE y sostiene que no se conocen públicamente todos sus detalles. Para la diplomacia alemana, el presidente argentino está equivocado en sus dos conceptos: Merkel asegura que el acuerdo histórico rendirá beneficios para el Mercosur, y que su texto está en poder del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Pese a los cuestionamientos políticos de Alberto Fernández al tratado Mercosur-UE, no tomará la decisión de renunciar a su cumplimiento formal. El Presidente está enfocado en la negociación con el FMI, y no hará ninguna jugada que complique encontrar una solución a la crisis de la deuda externa.
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