Hubo aclaraciones y comunicado para desatar el enredo, pero quedó en claro el mensaje que el Vaticano quería dar después del encuentro de tres cuarto de hora que coronó la trabajada visita de Alberto Fernández al papa Francisco. La incomodidad y hasta malestar de la delegación oficial precipitó una aclaración sobre el contexto en que apareció el tema, no en la audiencia con el sumo pontífice sino con el secretario de Estado, aunque, claro, sin descuidar la señal: la Iglesia expuso así en su máximo nivel el rechazo a la legalización del aborto. Fue el cuarto escalón en esa línea desde las elecciones de octubre. ¿Reabre la discusión sobre la oportunidad y el contenido del proyecto?
En medios oficiales repiten desde el inicio de esta tensión –que hasta ahora no complica el grueso de las coincidencias en materia de discurso social- que Alberto Fernández mantiene su “convicción personal” de avanzar en la legislación sobre el aborto desde antes de arribar a la Casa Rosada como presidente. Y que cumplirá con la “promesa” hecha en los días posteriores al triunfo de la fórmula con Cristina Fernández de Kirchner. El mensaje de la Iglesia Católica ha sido preciso en cada momento de reposición del tema a partir de las elecciones de agosto. Y por supuesto, no es un dato menor el fuerte trabajo de iglesias evangélicas en contra del aborto legal.
Por esa razón, y con el antecedente del frustrado intento legislativo de 2018, el otro aspecto que se encargan de transmitir desde el oficialismo, incluso en el Congreso, es que el Presidente ya dijo –y reiteró en estas horas- que no quiere repetir un escenario de división entre pañuelo verdes y celestes. El interrogante es obvio: ¿cómo? La idea de una salida intermedia o escalonada ronda cada tanto esta cuestión, mientras en medios religiosos –no sólo católicos- se advierte sobre las “divisiones” que genera esta iniciativa.
En rigor, el Presidente había expuesto ante sus allegados, bastante antes de asumir, que la mejor receta sería empezar por la despenalización y dejar para más adelante la legalización. Pero luego, hizo un giro que algunos consideraron definitivo en encuentro con una franja de organizaciones partidarias del aborto legal, seguro y gratuito.
La discusión no estaría saldada. Y por otro lado, no es nueva. En todo caso, suena más bien contradictoria con el discurso. La opción de la despenalización -una modificación del Código Penal, cuya reforma sigue esperando- es rechazada por los sectores que se ciñen a la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Sobrevoló entre legisladores de distintas bancadas después de la derrota del proyecto más amplio en el Senado. Todo quedó en la nada, con recelos entre verdes duros y moderados.
Alberto Fernández ha dicho que quiere sostener su compromiso y encarrilarlo sin conflictividad aguda. La interpretación más entusiasta dice que podría ser una marca propia de su ciclo. La visión más ácida, incluso en algún pliegue religioso, apunta que podría ser una diagonal o distracción frente al delicado cuadro económico. Y públicamente, no faltó una reconocida voz católica que advirtió sobre el riesgo de división social en medio de la crisis, sobre todo si el camino elegido es el de la legalización más sólida, con seguridad de cobertura a cargo del sistema de salud pública.
Ese mensaje podría ser considerado el primero de esta historia más reciente. A mediados de noviembre, se encargó de darlo el arzobispo de La Plata, Víctor “Tucho” Fernández, considerado una voz autorizada en la interpretación del Papa. Señaló además que Alberto Fernández se mostraba antes más prudente o cauto. El tema, en rigor, ya había sido parte del encuentro que, apenas unos días después de las PASO, mantuvo la conducción del Episcopado, encabezada por Oscar Ojea, con el candidato triunfante. La sensación era de cuidado en los tiempos y, en todo caso, tratamiento legislativo inicial de la despenalización.
Una semana después, se produjo el segundo capítulo, esa vez a cuento de una declaración del diputado Eduardo Valdés, ex embajador ante el Vaticano, según el cual la cuestión del aborto no generaría conflicto con el Papa. El Episcopado difundió una respuesta destacando el “compromiso irrevocable con la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural”.
Con Alberto Fernández recién llegado a la Casa Rosada, y con el eco de su última carga contra la gestión de Mauricio Macri, la Iglesia expresó su fuerte crítica al protocolo de Interrupción Legal del Embarazo. Fue la tercera señal. Hubo encuentro con el Presidente y expresiones de “desazón” frente a la norma sobre aborto no punible, único punto de tensión en medio de declaraciones destacando el compromiso sobre la crisis.
Llegó, finalmente, la esperada cita del Presidente con el Papa. Se destacaron los puntos tratados –tal como se descartaba- en materia de pobreza y necesidades sociales, y también corrupción y narcotráfico. Una delegación argentina con integrantes nada desconocidos para Francisco: además de Felipe Solá, Gustavo Beliz y Guillermo Olivieri, entre los de mayor confianza.
El cuarto episodio, después de una reunión considerada ampliamente positiva, surgió con las contradicciones sobre el abordaje de la cuestión del aborto. Quedaba Alberto Fernández en situación incómoda, por haber dicho que ese punto no había sido parte de la conversación con el Papa, a contramano de un primer comunicado del Vaticano. Hizo falta un segundo comunicado para adjudicar implícitamente la frase de la “protección de la vida desde su concepción” al tramo de las conversaciones con el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado. Y en la misma línea, salieron los voceros del Gobierno a aclarar los dichos presidenciales.
Con todo, el mensaje había sido dado. Habrá que ver ahora si a partir de marzo la iniciativa vuelve al Congreso. Y en ese caso, qué texto entra en discusión.
Seguí leyendo: