El 27 de febrero de 1945, las tropas del Ejército Rojo liberaron el campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau (Polonia). Ese acontecimiento histórico fue recuperado por la Unesco para establecer el Día Internacional de la Conmemoración del Holocausto, el resultado trágico e inolvidable de la decisión asumida por Adolfo Hitler para terminar con todos los judíos del mundo. Al cumplirse 75 años de la liberación de Auschwitz-Birkenau, se realizó hoy en Jerusalén una ceremonia oficial para recordar a las víctimas de la Shoá, en donde Alberto Fernández –al igual que otros líderes mundiales– les rindió tributo con una ofrenda floral.
El presidente argentino dejó Buenos Aires con la intención de mantener encuentros bilaterales con Vladimir Putin, Emmanuel Macron y Benjamín Netanyahu. Anoche en una cena protocolar conversó con el presidente de Francia y acordó un encuentro en París el próximo 5 de febrero. Hoy tenía previsto una “bilateral a pie” con el líder ruso, pero se canceló a último momento, y mañana se reunirá con el premier israelí en su despacho oficial.
Putin llegó a la mañana y se va a la tarde: un viaje relámpago de 8 horas. Es un protagonista clave de la ceremonia para recordar a las víctimas del Holocausto, porque el ejercito soviético (ahora ruso) liberó el campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau, cuando avanzaba por el segundo frente contra Hitler tras derrotarlo en la célebre batalla de Stalingrado.
En este contexto, Putin no tenía más tiempo que para encontrarse con Netanyahu y Reuven Rivlin, presidente israelí, hacer su discurso en la ceremonia oficial, sacarse las fotos de rigor y partir de nuevo a Moscú. Pero desde Buenos Aires se inició una negociación reservada que fue avalada por Cristina Kirchner y empujada por la dirección de América Latina del Kremlin. Esa movida diplomática tenía un solo objetivo: lograr que Alberto Fernández y Putin se encontraran en Jerusalén.
Desde Moscú se explicó que no había manera de cerrar una reunión en la embajada rusa en Tel Aviv, o un encuentro protocolar en uno de los salones el hotel King David, donde se aloja Alberto Fernández. La única variable era fijar una “bilateral a pie” si Putin aceptaba y el tiempo acompañaba. Pero el líder ruso llegó tarde al homenaje a las víctimas del Holocausto en Israel y el encuentro se suspendió.
Alberto Fernández nunca había llegado a Jerusalén y aún no sabe cómo hará para visitar el Muro de los Lamentos. La seguridad es cerrada y no permiten que los jefes de Estado se muevan con cierta libertad. El Presidente calculó anoche sus posibilidades: cree que tendrá tiempo mañana entre su reunión oficial con Netanyahu y la salida del avión que lo traerá a Buenos Aires. Si llega ir al Kotel –como le dicen los judíos al Muro–, ya se sabe qué pedirá.
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