(Enviado especial a Israel). Después de coronar su audiencia oficial con Francisco en el Vaticano, Alberto Fernández visitará a tres jefes de Estado europeos y a un rey en funciones para explicar la posición negociadora de la Argentina ante el Fondo Monetario Internacional (FMI) y solicitar apoyo político para tratar de resolver una encrucijada económica y financiera con final abierto.
El presidente argentino cerró esta gira clave de su mandato durante una cena que protagonizó junto a otros líderes mundiales que llegaron a Jerusalén para participar del homenaje internacional a las víctimas judías que sufrieron la muerte sistemática en los campos de concentración y exterminio que instaló Adolfo Hitler durante su apogeo militar.
La cena fue organizada por Reuven Rivlin, presidente de Israel, y Alberto Fernández aprovechó la oportunidad de dialogar con Macron, Felipe VI y otros mandatarios invitados al acto oficial que será mañana en el museo de la Shoa Yad Vashem. Antes que se sirviera el menú exclusivo para los anfitriones -pescado, lomo con guarnición y marquise de chocolate-, el presidente acordó una reunión bilateral con el Rey de España y ratificó con Macron que el 5 de febrero se encontrarán en París.
En este contexto, la gira relámpago de Alberto Fernández por Europa para tratar la deuda externa tiene el siguiente calendario:
-3 de febrero en Roma con el premier Giuseppe Conte, y no se descarta una bilateral con Sergio Matarella, presidente de Italia.
-4 de febrero en Madrid con el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el Rey Felipe VI.
-5 de febrero en París con el presidente de Francia, Emmanuel Macron.
Este cronograma, que aún está a merced de cambios parciales, podría tener un cita extra que aún se está negociando. La posibilidad de acordar un encuentro entre Alberto Fernández y Ángela Merkel para el 6 o el 7 de febrero.
El presidente divide la problemática de la negociación de la deuda externa en dos andariveles diferentes. Por un lado, está la situación de los bonistas -y el proyecto que envió a Diputados-, y por el otro, la estrategia que desplegará ante el Fondo Monetario Internacional.
Sin embargo, aunque son andariveles distintos, todo se despliega con la misma lógica de poder: Alberto Fernández se reúne con mandatarios extranjeros y fija los tiempos, mientras que el ministro Martín Guzmán aprovecha sus contactos en Wall Street para acercar posiciones con los banqueros y fondos de inversión.
El 28 de enero, Guzmán viaja a New York para participar de un seminario organizado por el Council of Américas con la intención de conocer cómo es la estrategia argentina para encarrilar la negociación con los tenedores de bonos bajo legislación extranjera. Y horas más tarde, confirmó un vocero del gobierno, el ministro mantendrá una ronda de conversaciones con acreedores externos del país.
Cuando Guzmán regrese de Manhattan se cruzará hasta Balcarce 50 e informará al Presidente, que más tarde volará a Roma para encontrarse con Francisco en la audiencia prevista para el 31 de enero. Alberto Fernández hablará con el Papa sobre la deuda externa, porque le interesa su perspectiva global, pero su agenda incluye también la situación económica y política de la Argentina, la crisis de Venezuela y la tensión social en la región.
En cambio, durante sus entrevistas con Conte y Matarella (Roma), Sánchez y Felipe VI (Madrid) y Macron (Paris), el presidente apuntará a describir su posición sobre la deuda que heredó de Mauricio Macri, y su propuesta frente al FMI. Alberto Fernández sabe que Estados Unidos tiene mayoría en el board del Fondo Monetario Internacional, y por eso necesita el respaldo de Francia, Italia y España para esquivar un eventual pedido de plegamiento sugerido desde la Casa Blanca.
“Alberto (Fernández) se siente orgulloso de representar al país en el Foro contra el Holocausto y apuesta a fortalecer las relaciones con Israel, pero no deja de pensar en la deuda externa. Está enfocado y hace la gira europea para sumar respaldo político a la negociación con el FMI”, explicó a Infobae un integrante de la delegación oficial que conoce cómo piensa el presidente.
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