Ironías del destino. En el entorno de Ricardo Echegaray todavía recuerdan que el ex funcionario, que manejó con mano de hierro la AFIP durante años y que fue denunciado por la Justicia en múltiples causas por su paso al frente del organismo, miraba desde una de las oficinas de la quinta presidencial cómo Mercedes Marcó del Pont dejaba Olivos, con los ojos vidriosos, después de que Cristina Kirchner le pidiera la renuncia por desaciertos al frente del Banco Central. Era noviembre del 2013.
El pasado jueves 2 de enero, Echegaray tuvo que esperarla a Marcó del Pont durante un buen rato en la antesala de su oficina de la AFIP. La versión oficial sobre la reunión es que no fue tan áspera como sí la graficaron los colaboradores del ex titular del organismo, cuyo testimonio quiso ser recogido por este medio pero se encontraba, según su entorno, con pésima señal en el sur del país.
“La reunión duró menos de media hora”, explicaron colaboradores de Echegaray, que desde antes de que Marcó del Pont desembarcara en el organismo se enfrascó en una guerra fría contra la economista, que todavía perdura.
El ex recaudador creyó que con la derrota de Cambiemos volvería a tener injerencia en la AFIP. Por el contrario, Marcó del Pont se rodeó de funcionarios de su confianza, y ubicó en cargos estratégicos a dirigentes del riñón de Cristina Kirchner y de La Cámpora. Virginia García, ex cuñada de Máximo Kirchner, al frente de la Dirección General Impositiva; Mariano Abbruzzese bajo su ala, en la DGI; el ex diputado Carlos Castagnetto, que manejó parte del financiamiento de la campaña K, en la Dirección General de Recursos de la Seguridad Social, y Patricia Vaca Narvaja en la Subdirección General de Servicios al Contribuyente. Entre otros.
En el círculo íntimo del ex jefe de la recaudación nacional se jactan de que, durante su gestión, se habían resistido al desembarco de La Cámpora en el organismo.
Echegaray, que en los últimos años estuvo bajo la lupa de la Justicia en media docena de investigaciones y que si evitó complicaciones aún mayores fue por las generosas gestiones de sus abogados, llegó al mediodía de ese jueves 2 al edificio de la calle Hipólito Yrigoyen, frente a Casa Rosada, con un pedido concreto: una resolución favorable a su carta enviada a mediados de diciembre a Susana Traverso, directora de la Aduana, para que le restituyan su sueldo y su planta en esa dependencia. Y una medalla por sus “25 años de antigüedad como empleado aduanero".
Traverso reporta directo a Marcó del Pont.
Fuentes oficiales aseguraron a Infobae que la titular de la AFIP “está evaluando la solución”. Y le restan dramatismo a la tensión con su antecesor, que llegó al encuentro de principio de año casi con la pretensión de convertirse en una suerte de asesor externo.
En junio del 2018, durante el gobierno de Mauricio Macri, el ex funcionario fue suspendido sin goce de sueldo por seis meses, una medida impulsada por Diego Dávila bajo la gestión de Leandro Cuccioli como director de la AFIP. La suspensión fue prorrogada sistemáticamente en el tiempo. Hasta estos días.
La medida había sido dispuesta después del procesamiento dictado por Sebastián Casanello por encubrimiento: el juez federal acusó a Echegaray de darle protección impositiva a Austral Construcciones, la firma madre de Lázaro Báez, y a otras empresas subcontratadas.
Con el triunfo de Alberto Fernández, el ex recaudador le pidió entonces a la nueva conducción del organismo que le devuelvan el sueldo y la obra social, se declaró víctima de una campaña de “lawfare” -de moda entre los ex funcionarios K- y solicitó que lo incorporen "a desempeñar tareas en el nivel de mandos altos de la Aduana, dentro del escalafón aplicable a los empleados en el marco del convenio colectivo de trabajo”.
Marcó del Pont, según pudo reconstruir este medio, le avisó que no lo quería dentro de la AFIP. Echegaray le habría reprochado por dos nombres: Sergio Rufail, subdirector General de Fiscalización -cercano a Alberto Abad-, y Guillermo Sorrentino, subdirector general de Asuntos Jurídicos. Sorrentino fue quién ideó su suspensión.
Es paradójico porque Pedro Roveda, que en teoría responde a Echegaray y que fue absuelto junto a él el año pasado en la causa por supuesta violación de secreto fiscal iniciada por una denuncia de Alfonso Prat Gay, ahora trabaja para Sorrentino. En las internas de la AFIP nada es tan lineal como parece.
Es que ninguno de los funcionarios que todavía frecuentan al ex jefe del organismo tuvieron un lugar de relevancia en la nueva estructura. Ni Ariel Nigro, alias “Tato”, ni Mariana de Alba, ni Carlos Sánchez, por mencionar algunos. Sánchez, de hecho, ahora da vueltas por el Ministerio de Trabajo.
De todos modos hay dirigentes que buscan bajarle el tono a la disputa entre Marcó del Pont y Echegaray, que escaló mucho más por las pretensiones de este último que por las gestiones de la actual titular de la AFIP.
Uno de ellos es Fernando Navarro, secretario de Relaciones Parlamentarias de la Jefatura de Gabinete, con oficina en el primer piso de la Casa Rosada, que conserva una buena relación con ambos. “El Chino” juega al básquet con Echegaray con frecuencia en el club Ferro. Algunos lo sindican como uno de los nexos fundamentales para el encuentro de principio de año. En su entorno lo relativizan: dicen que no tuvo nada que ver. Pero aún así, confían esos mismos colaboradores en que la disputa de la “se va a acomodar”.
Por ahora, pareciera todo lo contrario.
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