La designación de Luis Bellando como embajador ante la Santa Sede, que en el Gobierno aseguran que nunca estuvo confirmada, pende de un hilo. Ni Alberto Fernández ni su jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, ni los principales funcionarios políticos de Casa Rosada se hacen cargo de la supuesta elección del diplomático como representante formal del país frente al Papa Francisco, que el 31 de enero recibirá al Presidente en su primer encuentro a solas desde que asumió en la administración central.
El lunes por la noche, en la entrevista que concedió al canal C5N, el jefe de Estado manifestó su deseo de visitar al Papa a fin de mes en Roma, horas antes de que la reunión finalmente se confirmara por los canales oficiales. Pero no dio ninguna definición sobre Bellando, cuyo supuesto nombramiento ya había trascendido en los medios. Incluso su plácet, como publicó hoy Infobae, había sido enviado a la Nunciatura Apostólica en Buenos Aires, que representa al Vaticano en la Argentina. Para luego ser remitido a Roma, para su aprobación final.
Pero esa aprobación, según pudo reconstruir este medio, está a punto de naufragar. Fuentes oficiales confirmaron que desde Roma le pidieron al Gobierno que retire el pliego del diplomático. Y que Francisco no dio su aval para la designación. Con un plus: monseñor Oscar Ojea, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), se encuentra por estas horas en la capital italiana.
Bellando había estado asignado a Río de Janeiro, Brasil, y a Angola, entre otros destinos. Los problemas de papeles que trascendieron en estos días no habrían sido, en definitiva, las trabas para frenar su elección. Se hablaba de un divorcio en primeras nupcias, pero lo cierto es que el diplomático no estaba casado por Iglesia, algo que sí concretó en segundas nupcias. Y de viejas cuestiones del pasado sobre su paso por el consulado de Río de Janeiro, que habían sido alertadas en su momento por el entonces canciller Jorge Taiana.
En agosto del 2008, el ex ministro Alberto Iribarne había tenido un traspié en su nominación como embajador ante la Santa Sede por parte de Cristina Kirchner por su condición de divorciado. “El largo tiempo transcurrido desde entonces, sin respuesta al pedido de plácet formulado, ha motivado que fuera asumiendo responsabilidades políticas y profesionales que me imposibilitan representar al país en el exterior”, le escribió por carta Iribarne a la entonces presidenta en aquel momento después de que desde Roma no hubiera respuesta al pliego.
En verdad, fuentes del Gobierno confiaron que Bellando nunca tuvo respaldo político para su designación. Y que mantiene serios cuestionamientos internos de la diplomacia. Además, tiene un perfil “conservador” que, según resaltan, no cuadra con la línea ideológica de la Casa Rosada.
El impulso a su pliego fue atribuido a Gustavo Béliz, secretario de Asuntos Estratégicos, y a su cuñado, Francisco Meritello, el secretario de Medios Públicos que tiene un buen vínculo con el diplomático.
En quince días, el Presidente se verá por primera vez con Francisco. Una visita privada que tendrá lugar a las 11 de la mañana hora romana del viernes 31 de enero. Fernández tiene previsto viajar el miércoles 29 en un vuelo de línea. Por ahora, con una reducida comitiva que integran su pareja, Fabiola Yáñez; el canciller Felipe Solá; el secretario de Culto, Guillermo Olivieri; Juan Pablo Biondi, secretario de Comunicación, y Béliz.
Juan Manuel Olmos, el jefe de Asesores de la Presidencia que mantiene un vínculo íntimo con Francisco desde la infancia, no tiene previsto subirse al avión por el momento. No le hace falta: tiene diálogo fluido con Roma.
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