Alberto Fernández tiene previsto partir hacia Roma, Italia, el miércoles 29 de enero, 48 horas antes del encuentro privado que mantendrá con el papa Francisco en la Biblioteca del Palacio Apostólico, con vista al Patio de San Dámaso, el primero desde que el Presidente asumió al frente de la Casa Rosada.
En el Gobierno quieren evitar las comparaciones y, en especial, las interpretaciones, a pesar de que, por ahora, el vínculo entre el Gobierno y el Vaticano asoma mucho más cordial que el que mantuvo la anterior administración con Roma. “Hay que dejar de interpretar los gestos, y dejar tranquilo al Papa”, explicaban el martes en el entorno del jefe de Estado.
Es que la relación entre Francisco y Mauricio Macri estuvo atravesada durante todo el mandato por el primer encuentro que mantuvieron, el 27 de febrero del 2016, de poco más de veinte minutos, célebre por el gesto adusto con el que el Papa se fotografió tras la reunión. Francisco y el PRO arrastraban por entonces viejas rencillas que Jaime Durán Barba, el histórico consultor partidario, reavivó con sus encendidas críticas de campaña. “(El Papa) No mueve más de diez votos”, aseguró en aquel momento, risueño, en Jujuy, mientras el candidato presidencial de Cambiemos le rendía culto a la Pachamama.
Hasta ahora, el Gobierno resolvió que para el primer viaje al exterior de Fernández, que todavía terminaba de definir qué otros países europeos incluía en la agenda, la comitiva presidencial viajará en vuelo comercial. Había dudas sobre la conveniencia de alquilar o no un avión privado. Ya en la anterior gestión, Casa Militar había desaconsejado viajar fuera del país en aviones de línea. Por la seguridad del mandatario. Macri alternó entre unos y otros.
El jefe de Estado, según confiaron a este medio fuentes oficiales, pidió una comitiva “reducida”. Por tratarse, por caso, de una visita privada y no de Estado. Hasta anoche, estaban confirmados, además de Fernández y de su pareja, Fabiola Yáñez, el canciller Felipe Solá; el secretario de Culto, Guillermo Olivieri; Juan Pablo Biondi, secretario de Comunicación, y Gustavo Béliz, secretario de Asuntos Estratégicos. Pero planeaban sumarse algunos otros funcionarios, en una comitiva que sería de no más de 9 personas. Por protocolo.
Yáñez fue recibida por el Papa el 13 de diciembre pasado, tres días después de la asunción del Presidente. El encuentro del 31 de enero, pautada para las 11 de la mañana, hora de Roma, será primero entre el Sumo Pontífice y Fernández, a solas. En torno a 45 minutos, aunque puede extenderse. Después sí se suman el resto de los integrantes de la comitiva para los intercambios de rigor. En su visita de febrero del 2016, Macri había llevado a los gobernadores de Salta, Tierra del Fuego y Mendoza.
Ayer por la tarde, en tanto, fuentes de Cancillería confirmaron que el plácet de Luis Bellando, el diplomático de carrera elegido por el Gobierno para representar al país ante la Santa Sede, había sido recibido por la Nunciatura Apóstolica en Buenos Aires. Para luego ser remitido a Roma, para su aprobación final.
En la diplomacia argentina había trascendidos en estos días sobre la postulación de Bellando, de estrecho vínculo con Béliz, uno de sus impulsores, y con Francisco Meritello, su cuñado, el secretario de Medios Públicos. Eventuales problemas de papeles. Y cuestiones del pasado.
Fuentes oficiales habían filtrado, por su parte, que Juan Manuel Olmos, jefe de Asesores de la Presidencia, también podría integrar la comitiva que volará hacia el aeropuerto de Fiumicino. Olmos arrastra desde la infancia un íntimo vínculo con Francisco. Tienen diálogo fluido. “No tiene previsto viajar”, decían anoche en su entorno.
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