La Casa Blanca aceptó a Jorge Argüello como embajador argentino ante los Estados Unidos. No es la primera vez que Arguello representa al país en Washington, ya que lo hizo durante el segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner. De acuerdo al protocolo americano, el representante argentino será recibido por Donald Trump en el Salón Oval.
No había dudas que la Casa Blanca aceptaría las cartas credenciales de Arguello, pero el tramite burocrático estaba sujeto a los vaivenes de la relación bilateral que estaba construyendo Alberto Fernández con la administración republicana. El Departamento de Estado no aceptaba que Evo Morales utilizara al país como plataforma territorial para regresar al poder en Bolivia, y ese malestar ya había sido trasladado en varias oportunidades a la Casa Rosada.
Sin embargo, la posición de condena explicita del presidente peronista sobre el golpe parlamentario que Nicolás Maduro intentó ejecutar contra Juan Guaidó, destrabó los condicionamientos políticos y coronó en tiempo récord la aceptación de Arguello como representante argentino ante los Estados Unidos.
Alberto Fernández busca una posición equidistante con Trump, y así como repudió al régimen populista de Maduro, tampoco avaló el comunicado del Grupo de Lima ni la designación de Elisa Trotta, que hasta hace pocas horas era representante de Juan Guaidó en el país.
Esta estrategia diplomática, hoy dio resultados: logró un equilibrio entre Caracas y Washington, y obtuvo que la Casa Blanca conceda el placet de rigor a Arguello.
Arguello ya fue representante argentino en Washington, conoce como pocos las realidad americana y es amigo personal de Alberto Fernández. Su tarea diplomática será clave para profundizar las relaciones bilaterales entre el presidente peronista y su colega republicano, en un tiempo político cruzado por la situación en Venezuela, la crisis en Bolivia y las próximas elecciones en la Organización de Estados Americanos (OEA).
Trump desea eyectar del escenario venezolano a Maduro, mientras que Alberto Fernández considera que es una pieza clave en una negociación que permita iniciar una transición democrática que suceda al régimen populista. Además el jefe de Estado argentino no reconoce a Guaidó como presidente interino, en tanto que Trump asume que es un pieza importantísima para concluir los días de Maduro en el poder.
Estas diferencias de metodología política entre ambos mandatarios deberá atenuar o resolver Arguello cuando se instale nuevamente en DC. Trump inicia su campaña por la reelección, y la crisis de Venezuela es un argumento que usará -una y otra vez- para seducir al voto latino y quedarse cuatro años más en la Casa Blanca.
Junto a la compleja situación en Venezuela, que causará idas y vueltas en la relación bilateral, Arguello deberá utilizar todo su arte diplomático para atemperar la reacción de Washington respecto a las actividades políticas que emprende Evo Morales en la Argentina.
El Departamento de Estado considera que el expresidente boliviano se excede en el uso de su estatus como refugiado político, mientras que Alberto Fernández piensa exactamente lo contrario. La Casa Blanca ya protestó en la Casa Rosada por las actividades de Evo Morales, pero nada indica que el presidente vaya a cambiar su posición en las próximas semanas.
La difícil tarea de equilibrista diplomático de Arguello tendrá que sumar también la decisión de Alberto Fernández de postular una candidata a la OEA que compita con Luis Almagro, el actual secretario general que es apoyado por Trump. Se trata de María Fernanda Espinosa -excanciller de Ecuador- que es respaldada por Argentina, México, Perú y un puñado de países del Caribe.
Alberto Fernández desea construir su propio liderazgo regional -al margen de la agenda de Trump- e insistirá con la candidatura de Espinosa aunque ya sepa que no tiene lo votos necesarios para vencer al secretario general Almagro. La Casa Blanca considera que Almagro es una aliado importantísimo en la región y no acepta candidatos alternativos que proponen un “diálogo constructivo” con Maduro o considerar que la caída de Morales fue un golpe de Estado.
Si no hay cambios en la agenda protocolar de Trump, el embajador Arguello será recibido en el Salón Oval antes que concluya el invierno americano. Alberto Fernández lo necesita para explicar en Estados Unidos que la Casa Rosada no tiene prejuicios ideológicos y que necesita del presidente americano para negociar en condiciones de cierta paridad con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
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