La “luna de miel” del kirchnerismo con Alberto Fernández: radiografía de una convivencia a casi un mes de la asunción

Las diferencias entre el Presidente y Cristina Kirchner despiertan expectativas desde antes del comienzo de la gestión. El reparto de cargos en el Gabinete, el equilibrio entre Sergio Massa y Máximo Kirchner y los gestos que generan rechazo en el núcleo duro K

Alberto Fernández y Mauricio Macri se dieron el beso de la paz en la misa de Luján. En la Asamblea Legislativa Cristina Fernández esquivó la mirada del presidente saliente

Hasta la asunción de la fórmula presidencial, era Alberto Fernández quien visitaba a Cristina Kirchner y no al revés. Hubo alguna reunión en el Instituto Patria y varias en el departamento de la ahora vicepresidenta en Recoleta. Otras, incluso con otros interlocutores, tuvieron lugar en el piso de Florencia Kirchner donde en su ausencia su madre cumple el doble rol de mujer de la política y abuela de Helena. Los dos sábados siguientes a la asunción fue Cristina Fernández, quien visitó al Presidente. Lo hizo en Olivos adonde regresó tras su mudanza del poder en 2015.

Aunque el 10 de diciembre estuvieron juntos en Plaza de Mayo en el festival y acto por la asunción, CFK sólo volverá a la Casa Rosada, avisó, para algún acto. La delimitación del espacio físico (él en Balcarce 50 y ella en su oficina del Congreso como titular del Senado) y la distancia obligada por sus constantes viajes a Cuba mantienen fuera de escena a la ex Presidenta mientras Alberto Fernández alimenta su propio poder y su impronta. También eso genera cierta tranquilidad en sus entornos.

Cada tanto desde el kirchnerismo alguien “marca la cancha”. Lo hizo la propia Cristina Kirchner ese 10 en Plaza de Mayo y luego en los discursos que pronunció en las sucesivas asunciones de los intendentes Mayra Mendoza (Quilmes), Jorge Ferraresi (Avellaneda) y Fernando Espinoza (La Matanza). “Es lógico, tiene que ir acomodándose”, la justifican en el amplio abanico que es hoy el peronismo unido.

La gran voz insurgente es la de Hebe de Bonafini, Madre de Plaza de Mayo y abanderada K. “A Hebe la amamos, la respetamos pero lo que dice no se lo mandamos a decir”, respondió a Infobae esta semana un ex funcionario de Cristina Fernández que las frecuenta mucho a las dos. Varios jueves, en la habitual ronda en Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini reclamó al Presidente que limite a los medios de comunicación. Siempre con palabras fuertes y exigente. “Ni Cristina ni nosotros mandamos mensajes a través de Hebe”, insistió la misma fuente.

Eso y el malestar que generó la foto amigable y el vaso de pomelo compartido entre Alberto Fernández y Mauricio Macri en la misa de Luján en la víspera del cambio de mando hoy parecen una lejana postal a la luz de las mieles del poder. Tan lejano como el malestar de los peronistas no K con el desplante de Cristina Kirchner en la Asamblea Legislativa cuando apretó fuerte el puño de Macri y miró para otro lado. El corte del video fue replicado en cadenas telefónicas por el kirchnerismo duro en señal de victoria mientras el Presidente repite su mensaje antigrieta.

A casi un mes del regreso al poder y mientras la convivencia despierta expectativa, los principales protagonistas desalientan, como en la campaña, versiones de roces y especulaciones. Además de palabras melosas, señalan acciones como prueba de la convivencia en la que están. Hay ganadores y perdedores en muchos sectores. Incluso el círculo íntimo presidencial, políticos y técnicos del Grupo Callao, ocupan segundas y terceras líneas y tienen en Santiago Cafiero y Matías Kulfas los únicos con rango ministerial.

Un cristinista con despacho en Casa Rosada

Alberto Fernández despidió al Irizar junto a Felipe Solá, Agustín Rossi y Eduardo de Pedro

El viernes el Presidente despidió al ARA Irizar que iniciaba su viaje a la Antártida. A su lado estaba su amigo y canciller Felipe Solá y dos hombres de su gabinete de origen cristinista: el ministro de Defensa Agustín Rossi y el del Interior, Eduardo ‘Wado’ de Pedro.

De Pedro, de permanente diálogo con CFK y Máximo Kirchner, mantiene su bajo perfil a pesar del cargo. Diecisiete gobernadores pasaron por su despacho. Antes o después la mayoría tomó café con Santiago Cafiero en el primer piso. Alberto Rodríguez Saá, de San Luis, primero estuvo con Alberto Fernández y Cafiero y unos días después pasó por la planta baja a visitar al ministro. Varios, tras ver a De Pedro, recorrieron otros ministerios, como el del porteño Matías Lammens, a cargo de Turismo y Deportes, que ya está trabajando con el equipo del gobernador Axel Kicillof en actividades para la temporada de verano. “Estamos trabajando en forma articulada”, hablan distendidos voceros de De Pedro que también coordinó con Lammens y con el massista Mario Meoni, de Transporte, el traslado de los vuelos regionales de Ezeiza a Aeroparque.

Hasta ahora el reparto de cargos dejó con mucho poder al kirchnerismo duro en Nación: Tristán Bauer en Cultura, Luana Volnovich en PAMI, Alejandro Vanoli en Anses, Martín Sabbatella en Acumar, y Carlos Zannini como procurador del Tesoro, entre otros y sin contar segundas líneas. Más aún en Provincia donde Axel Kicillof hizo un gabinete 100% propio y ultra K.

Todos señalan a nivel nacional el equilibrio que construyen en tándem Sergio Massa como presidente de la Cámara de Diputados y Máximo Kirchner, hoy jefe del bloque del Frente de Todos con quien tiene cada día mejor vínculo. Ambos son frecuentes visitantes de la Casa Rosada. El último día del año Massa cobró otro protagonismo al almorzar con Kicillof, Verónica Magario, ministros y jefes de bloques provinciales en busca de una solución a la trabada ley impositiva. El encuentro, que intentó ser secreto hasta que Infobae lo contó, sirvió para reeditar el equipo que funcionó durante la campaña. De todos modos ya hay quienes creen que el massismo se quedó con muchos cargos aunque la queja, otra vez, se oye a la inversa según quién analice y a qué sector represente.

Estos días, sin embargo, gran parte del cristinismo está en silencio. Las razones son varias y simples: unos están abocados a la gestión, no hay actividad parlamentaria y tanto Cristina como Máximo Kirchner están de viaje lo que de alguna manera habilitó a los más cercanos a tomarse la semana de Año Nuevo. Por ejemplo el senador Oscar Parrilli que volvió a Neuquén y Zannini y el intendente Ferraresi.

El único y último acto de los Fernández: el 10 de diciembre en Plaza de Mayo (Luciano Gonzalez)

De todos modos entre los que agradecen las agradables temperaturas veraniegas porteñas, un importante dirigente de La Cámpora sorprendió por su verborragia a favor de Alberto Fernández. Igual de contento que en la terraza del búnker electoral la madrugada del 28 de octubre, donde brindó con los referentes de distintos espacios, le dijo a Infobae: “Estoy con mucho orgullo por lo que se pudo construir y que ya en estos pocos días se hayan marcado diferencias tan fuertes con lo que fueron los cuatro años de Macri. Todo lo que viene adelante es un gran desafío para todos y requiere mucha responsabilidad. Tenemos que ser muy inteligentes y responsables y saber que venimos de un tiempo muy complejo y eso nos marca las posibilidades concretas que tenemos hoy que no son infinitas. Tenemos que ser muy lógicos para no entrar en pujas o tensiones que puedan poner en riesgo el proyecto político”. Dos veces repitió la frase “me da una sensación de orgullo ver a Alberto y lo que se hizo en el 2017 con Cristina para tener esta salida política".

El referente sabe que cerca de Alberto “hay gente que no quiere o no quiso a La Cámpora o tiene una mirada muy crítica o hasta se pueden haber sentido desplazados de su lugar o espacio de poder" con la irrupción de la agrupación fundamentalmente tras la muerte de Néstor Kirchner. "Es entendible que esa sensación haya estado y todos tenemos que trabajar para encaminar el proceso político”, agregó escudado en el off the record para no individualizar su opinión y en cambio darla en nombre de toda la organización.

Otro referente que supo tener gran protagonismo en la gestión que terminó en el 2015 insistió con el mismo argumento: “Hay que tener mucha conciencia del valor de la unidad. Separados quedábamos afuera”. También destacó el “equilibrio” entre Massa y Máximo Kirchner, el buen entendimiento que hay entre los Fernández (lo que hace que se replique por debajo de los dos) aunque sí reconoció, como otros, que las tensiones estuvieron más en Provincia entre los intendentes y Kicillof que priorizó a su círculo de colaboradores y referentes cristinistas por encima de los acuerdos políticos que confluyeron en la unidad del Frente de Todos.

“La resistencia se ve en la provincia donde le mandaron un mensaje a Axel, le dijeron no vas a sacar una ley así nomás” subrayó una fuente. El análisis apunta no sólo a la estrategia de la oposición que aprovechó la oportunidad para sentar posición y hacerle pagar un costo político al gobernador sino también a los propios, el fuego amigo que se encendió con los “heridos” que quedaron fuera del gabinete platense. La resistencia, en este caso, la atribuyen además a la posibilidad de que crezca la figura del gobernador y a las políticas que instrumente y que ya se vislumbran más radicalizadas que las de Nación.

“La situación es tan crítica que todos tenemos cautela esperando salir y que repunte la economía”, agregó otro dirigente con oficina en el Congreso de la Nación. Otro avisó que en el kirchnerismo esperan que cuando repunte la economía se profundicen algunas políticas. “Por ahora venimos bien”, coincidió con otros peronistas consultados.

El romance entre el albertismo y el kirchnerismo tiene sin embargo algunas excepciones. Una, dos, tres fuentes, del Congreso y también del kirchnerismo de la Capital, sostuvieron que la prudencia es una demanda de la gestión. El frente sigue siendo tan heterogéneo como en su conformación y hay visiones contrapuestas pero prima el criterio político y se postergan discusiones y diferencias, incluso roces, hasta que que hayan aires de una economía mejor, argumentó.

A militantes muy progresistas les alcanza con algunas medidas y algunos mensajes que va dando Alberto Fernández como el anuncio del aumento de $4000 para privados, el congelamiento de tarifas, naftas y peajes y las declaraciones del Presidente sobre el proyecto de ley para la interrupción voluntaria del embarazo.

Según un muy optimista dirigente porteño “todo avanza desde lo simbólico hasta superando las expectativas más conservadoras, incluso de los que desconfiaban. La inyección de plata ayudó un montón se siente en el ánimo de la gente, hay un ánimo distinto”. Cuando habló sobre la desconfianza quedó claro que se refería al 18 de mayo cuando Cristina Fernández anunció que iba como vice y Fernández encabezando la fórmula. Aquel tuit atragantó a más de un dirigente muy cercano a la ex Presidenta.

La otra excepción es el subterráneo y casi normal tironeo por los cargos, ahora en aquellos ministerios donde no se designaron las segundas líneas. Ocurre en Trabajo como antes las hubo en Relaciones Exteriores donde el kirchnerismo pretendía un lugar para Paula Español. Solá resistió, evitó lotear la Cancillería y designó al tucumano Jorge Neme como Secretario de Comercio Exterior mientras la economista se hizo cargo de Comercio Interior. Junto a Matías Kulfas ella ahora trabaja específicamente en el relanzamiento de los Precios Cuidados.

Por el contrario cayó muy bien en la tropa kirchnerista la elección de Solá para secundarlo. Pablo Tettamanti, ex embajador en Rusia, fue su elegido como vicecanciller, elección con la que coincidió Jorge Taiana, senador y ex ministro que trabajó durante la campaña con Alberto Fernández y con Solá.

En la cartera que comanda Claudio Moroni aún no fue confirmada la estructura ni los secretarios. No hay nombramientos y la massista Mónica Litza estuvo una semana en la Secretaría de Empleo. Se fue probablemente para ser designada en otro lugar. “Estamos en organización”, dicen en el edificio de Alem donde no conocen tensiones con el kirchnerismo. Moroni es figura de confianza de Alberto Fernández y tiene que buscar consenso con gremios, sindicatos y la CGT. Otro que dejó antes de arrancar fue el intendente de Almirante Brown, Mariano Cascallares. En la búsqueda de compensaciones Fernández le ofreció ser Secretario de Obras Públicas pero el hombre de Adrogué finalmente decidió quedarse a cuidar su municipio.

Alberto Fernández almorzó con sus amigos políticos del PJ porteño en Casa Rosada

Después de mucho preguntar, alguien comentó lo que sólo se menciona en voz baja: que al despacho de Alberto Fernández siguen entrando sólo sus íntimos y que a metros de su oficina están quienes definen futuras estructuras como Gustavo Béliz, cada vez con más incidencia, y Juan Manuel Olmos. La “mesa chica” parece una réplica de lo que fue el equipo de campaña en el búnker de México 337 a excepción de Béliz que recién se sumó al terminar su contrato con el BID.

Desde la óptica K, miran algunas designaciones con lupa. En el equipo del ex ministro del Interior trabaja Christian Asinelli, un politólogo muy cercano al Presidente que se alejó el PJ porteño cuando Alberto Fernández dejó el gobierno K. Asinelli terminó trabajando con Martín Lousteau y en su nombre fue hasta hace unos meses presidente de la Fundación del Banco Ciudad. Ese regreso, celebrado en el albertismo, generó malestar kirchnerista.

En silencio Béliz estudia minuciosamente cada rincón de la estructura estatal, lo que ha demorado las designaciones. Es una de las razones por las que la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra, pasa tantas horas en su despacho redactando y corrigiendo resoluciones y decretos. El otro motivo es la hiperactividad a la que los somete el Presidente que hasta obligó a editar el Boletín Oficial los días sábados logrando visitas récord en sólo 20 días.

Sin que estas pequeñeces salgan a la luz o generen por ahora más que algunos chisporroteos, desde San Juan el presidente del PJ José Luis Gioja mandó un mensaje este sábado: “Nos han dejado un campo minado, un país en serio riesgo económico y social, todas las medidas que se han tomado hasta ahora tienden a reparar en algo el desastre que ha hecho Macri sobre los sectores asalariados y a inyectar algo de dinero a la rueda del consumo para que se mueva la industria y el comercio”.

Con esa visión coincidieron unos y otros dentro del esquema de Gobierno. Y también hay unanimidad para decir: "Alberto no da respiro”.

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