Axel Kicillof se tomó en forma personal la pelea por la Ley impositiva que salió a defender en los medios sin intermediarios. En la oposición, como en varios municipios y hasta en algunos despachos de Casa Rosada, se le atribuyó cierta impericia política y se le reprochó la falta de búsqueda de consenso en la Legislatura provincial. Sin embargo descontaban en su entorno que en los próximos días conseguirá, tal vez con algunas modificaciones, su ley. El tema ahora es la estrategia, el mensaje y el costo político que está pagando. En medio de las negociaciones y con algunos reproches internos el gobernador decidió (¿o aceptó?) reactivar la mesa de acción política que en campaña le aportó coordinación y garantizó la convivencia entre los socios de la coalición del Frente de Todos.
El lunes en territorio platense se retomaron las conversaciones para destrabar la ley tributaria aunque con cierta reserva. El primer objetivo: evitar un desgaste mayor de la figura del novel gobernador que convocó a los intendentes de Juntos por el Cambio para una reunión este jueves también en La Plata.
En ese contexto, convocó a un almuerzo a varios de los principales protagonistas de la política bonaerense, los aliados que aportaron a su triunfo en octubre. El menú en la sede platense de la Gobernación fue frugal: churrasco con ensalada y ensalada de frutas como postre. En la mesa, alrededor de Kicillof, se sentaron la vicegobernadora Verónica Magario; el presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Sergio Massa; el presidente de la Cámara de Diputados provincial, el lomense Federico Otermín; el jefe de gabinete bonaerense Carlos Bianco; la ministra de Gobierno, Teresa García; el intendente de Avellaneda Jorge Ferraresi; el jefe del bloque de diputados provinciales del Frente de Todos y líder de La Cámpora Facundo Tignanelli; su par del Senado, Gervasio Bozzano; el diputado provincial Carlos ‘Cuto’ Moreno (uno de las principales espadas de Kicillof) y la diputada nacional Cecilia Moreau. En la práctica fue la reedición ampliada de aquella mesa primogénita que se formó en el quincho de Ferraresi cuando organizó un asado para Cristina Fernández, Máximo Kirchner y Massa. Ahora, sin la vicepresidenta ni su hijo, ambos de viaje, el grupo buscó recuperar el espacio y sumaron a los referentes de la Legislatura.
Según contaron a Infobae, los temas que se desplegaron en la comida y en la larga sobremesa, fueron el congelamiento de los peajes a la Costa en vísperas del período de vacaciones para empujar el turismo interno (sumado al plus del 30% a la venta de dólares); la tarifa social de la Provincia y el Fondo Educativo de Nación como temas positivos a mostrar en la agenda pública. El cuarto tema de conversación fue la Ley impositiva que Kicillof intentó infructuosamente conseguir la semana pasada cuando fracasó a la hora de sesionar primero en el Senado y luego en Diputados. En la Cámara alta, presidida por Magario, Juntos por el Cambio es mayoría. A la inversa ocurre en Diputados donde no se pudo sesionar por la ausencia del diputado José Pérez, que responde al intendente Mario Ishii y de la diputada Fernanda Díaz, que responde a La Cámpora.
El faltazo de Pérez fue premeditado. Díaz en cambio se encontraba de licencia, pero sin quórum no pudo jurar su reemplazo.
Ishii no es el único enojado, aunque en su caso se mueve solo. El resto hace conocer su malestar en estrictísimo off the record y sin sacar los pies del plato. De hecho los intendentes del Frente de Todos comieron y se tomaron una foto días atrás con Kicillof. Se notó su encono en la ausencia de otros gestos, como evitar firmar algún documento de apoyo al gobernador. Ni siquiera hubo esta vez mensajes en las redes, tan usuales en tiempos de crisis o para castigar a opositores.
Las quejas no llegan solo de los municipios. No hubo un ministerio para intendentes, tampoco para La Cámpora (no cuentan el de Fernanda Raverta como un premio a la organización sino como una elección personal del gobernador) ni tampoco para el Frente Renovador de Massa.
A pesar de esa pelea de fondo, con la ausencia de Pérez que fue considerada “grave” en las charlas de Casa Rosada y entre los máximos referentes del peronismo, en la Legislatura y en la Gobernación eligieron culpar a la interna de Juntos por el Cambio y no a los propios. Tras el análisis que sobre eso se hizo en el almuerzo platense (se recordó que Kicillof acordó con María Eugenia Vidal el apoyo a la ley a cambio de ceder la veintena de cargos que corresponden a la oposición a su espacio pero que luego, con ella en vuelo a París, Jorge Macri retomó otra negociación) se limaron asperezas. Luego los comensales analizaron los escenarios posibles. Ahora tienen plan A, B y hasta C, por si acaso fuera necesario. Y acordaron una semana de tiempo para retomar negociaciones en las que hasta se involucraron con llamados el presidente Alberto Fernández, el jefe de Gabinete Santiago Cafiero y Massa. Todos tratan de calmar el fuego amigo y lograr un quiebre entre intendentes o compromiso opositor en las más altas esferas de lo que fue el gobierno anterior.
Lo primero que se acordó fue no hablar de ninguna negociación ajena a las vías institucionales que corresponden a Magario y Otermín, que dialogan con los jefes de los bloques de senadores y diputados de Juntos por el Cambio, es decir Roberto Costa y Maximiliano Abad respectivamente.
La encargada de mandar un mensaje público a la oposición fue Teresa García, guardiana y garante del quórum en sus años de exitosa misión en Diputados. “Existe la voluntad del gobernador @Kicillofok y de los presidentes de ambas Cámaras @magariovero @fotermin que están en contacto con los bloques de la oposición de retomar las conversaciones, trabajar sobre cuáles son las modificaciones que promueve Cambiemos”, escribió. Y pidió que “no haya nuevas interrupciones en esta negociación ni por viajes al exterior ni por la aparición de interlocutores que no estaban validados”. Con un tercer mensaje en redes sociales avisó que estaba conversando con intendentes radicales mientras responsabilizó al de Vicente López por la caída del acuerdo con Vidal. La ex gobernadora, desde París, finalmente le respondió a Kicillof pero no hubo expresión pública de su parte.
La señal de García fue el blanqueo del acuerdo en el almuerzo platense. Habría disposición a más modificaciones (9 de las 10 pedidas por Vidal ya tienen el visto bueno de Kicillof, excepto la baja del aumento del 75% del inmobiliario a una parte de los bonaerenses).
En ese marco, la recuperada mesa de acción política, bife de por medio, analizó cómo conseguir la ley sin pagar más costos políticos.
En el primer escenario, buscarán mantener a Vidal, aún a 11.043 kilómetros de distancia, como la interlocutora central con el anhelo de que los diputados y senadores le respondan.
En segundo lugar, el sentido de tratamiento de la ley cambiará. La semana próxima se tratará en Diputados, donde ya hay charlas con legisladores sueltos y de otros bloques opositores para garantizar el quórum. Con la media sanción, que descuentan será un trámite de menos de un día, se remitirá el proyecto al Senado. Entonces sí hay dos nuevas opciones: aceptar modificaciones y que sea ley, o aceptar cambios y que el proyecto vuelva a Diputados para que éste ratifique el proyecto inicial, lo que no sería tarea sencilla. Los más duros quieren “exponer” a Juntos por el Cambio. Otros prefieren ser menos combativos y que la ley salga lo más rápido posible. Apuestan a la “racionalidad” de los intendentes propios y opositores, que aún con quejas necesitan la distribución de impuestos vía coparticipación. Incluso una modificación que se aceptaría sería devolverle a los municipios el cobro de las patentes con diez años de antigüedad, entre otras concesiones.
En La Plata hablaron de ganar un poco más de tiempo para consensuar. Con las Extraordinarias ya convocadas, tanto Magario como Otermin deben avisar a los legisladores tres días antes de la sesión. En el nuevo calendario figuraba el lunes 6, después se pasó al martes 7. Hoy se habla del miércoles 8 como día para la sesión en Diputados y hasta tal vez de intentar que los senadores también sean convocados para esa jornada.
En la comida hubo fundamentalmente consenso en una premisa: con o sin modificaciones el mensaje unificado apuntará a estigmatizar a la oposición de Juntos por el Cambio. “Defienden a los que más tienen”, insistieron varios de los presentes. Ya lo había dicho por la mañana en declaraciones radiales el propio Kicillof: "No hay ni un impuestazo, ni un aumento enorme, menos todavía para la clase media, que es uno de los sectores que terminó más dañado después de cuatro años de Macri y Vidal: la clase media,los pequeños comerciantes, los pequeños productores”. A pesar de los roces y los reclamos por su silencio para con intendentes y aliados, quienes participaron del almuerzo aseguran que se lo vio muy tranquilo y cordial.