Para el presidente Alberto Fernández, “es muy importante” que los trabajadores de la economía popular se agrupen en una nueva organización que los defienda. Lo manifestó a través un video el viernes pasado, durante la presentación en sociedad de la Unión de los Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), un sello que une a cuatro organizaciones sociales: la Corriente Clasista y Combativa (CCC), la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), Barrios de Pie (Somos) y el Frente Popular Darío Santillán.
El diputado Juan Carlos Alderete, líder de la CCC, aseguró a Infobae: “Esa unidad fue la cristalización de algo por lo que venimos luchando desde hace años. Será un sindicato sin precedentes, la Economía Popular buscará seguir construyendo representatividad para plantear demandas y soluciones enmarcadas en su programa de Tierra, Techo y Trabajo”.
Como enviado del gobierno al acto desarrollado en el microestadio de Ferrocarril Oeste, estuvo presente Daniel Arroyo, el ministro de Desarrollo Social, uno de los grandes impulsores de ese acuerdo.
Pero a pesar del entusiasmo que genera la conformación de ese nuevo sindicato, en la CGT, sus principales caciques no quieren a la economía popular como sindicato confederado.
Los “gordos” de la CGT esgrimen varias razones, pero sobresalen tres:
1 - La economía popular atraviesa distintas actividades que ya tienen representación gremial -si trabajaran en blanco o si están inscriptos al monotributo social-.
Por ejemplo, los cooperativistas que confeccionan ropa son “textiles”; o los que hacen veredas o cordones en los barrios -los albañiles, los changarines- pertenecen a la UOCRA. Y así una enorme cantidad de actividades que pueden estar comprendidas en los 243 gremios afiliados a la CGT.
2- Como todo sindicato, sus afiliados deben tener una obra social. Crear una nueva con los modestos aportes que podría hacer cada obrero, sería insostenible.
Además, que haya más afiliados a las obras sociales sindicales que le correspondería a cada trabajador según su actividad, sobrecargaría la demanda en un contexto de arcas flacas: el gobierno aún les adeuda $30 mil millones por tratamientos de alto costo, como cáncer o hemofilia.
Esta es una de las razones por la cual el ministro Arroyo entiende que el Estado debería realizar algún tipo de aporte para compensar a las obras sociales.
A pesar de este cuestionamiento realizado por varios popes sindicales, otro más memorioso, que ve con simpatía la conformación de la UTEP, recordó que desde fines de 2015 los trabajadores de la economía popular tienen una obra social propia, así que los afiliados del pretendido Sindicato de la Economía Popular podrían engrosar las filas de la “obra social piquetera”, que ya cuenta con 500.000 afiliados.
Se trata de la Obra Social de Trabajadores de la Economía Popular (Ostep). Nació bajo el abrigo de del sector de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular, que lidera Emilio Pérsico -referente del poderoso Movimiento Evita-.
Pérsico que fue designado al frente de la flamante secretaría de Economía Social que funciona bajo la estructura del ministerio de Desarrollo Social. Lo secunda Daniel Menéndez, el referente de Barrios de Pie Somos.
La nueva estructura, según le informaron a Infobae desde esa cartera, está orientada a “brindar cobertura médica a trabajadores precarizados como vendedores ambulantes, cooperativistas, manteros, y recicladores, entre otros” y tiene como finalidad aglutinar a un universo de entre dos y cuatro millones de personas que trabajan en la economía popular.
Pérsico montó su obra social sobre la estructura de la mutual Senderos, que fundó a fines de 2015 y que por entonces contaba con unos 40.000 afiliados.
La obra social piquetera, que podría beneficiarse con la creación del Sindicato de Trabajadores de la Economía Popular, consiguió “estatus jurídico” a finales de 2015, justo antes que asuma el gobierno de Mauricio Macri.
El 9 de diciembre de 2015, Carlos Tomada, por entonces ministro de Trabajo, le otorgó ese reconocimiento.
Ya con Macri en el gobierno, y Carolina Stanley en el ministerio de Desarrollo Social, la obra social piquetera de Pérsico y la CTEP fue parte del acuerdo entre la gran mayoría de los dirigentes sociales y el gobierno de Cambiemos que desembocó en el acuerdo del proyecto por la emergencia social.
Ahora esa estructura parece clave para el pretendido “acuerdo social” y paz en las calles, y el auspicioso “Plan Argentina contra el Hambre”, cuyo impulsor, además de Alberto Fernández, es el ministro Arroyo -el cerebro del proyecto- y que cuenta con figuras de distintos ámbitos, como por ejemplo el conductor y presidente de San Lorenzo Marcelo Tinelli.
Hasta la llegada de Fernández al poder, “Los Cayetanos”, el tridente conformado por la Corriente Clasista y Combativa, la Confederación de los Trabajadores de la Economía Popular y Barrios de Pie Somos, no habían anunciado con la fuerza que lo hicieron ahora, la conformación de un sindicato único de la economía popular, y a través de él, según se especula en el mundo gremial, ingresar al confederal de la CGT para, eventualmente, alzarse con parte de la conducción cegetista, algo quizás muy aventurado en los tiempos que corren.
Sucede que esta situación -en caso de darse- podrían generar rispideces en el seno de la central obrera que lideran Carlos Acuña y Héctor Daer, este último el hombre de mayor confianza que el jefe de Estado tiene entre el sindicalismo.
En el lanzamiento de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular -además de Arroyo y Pérsico- también estuvieron algunos referentes sindicales.
Dijeron presente Roberto Baradel, el titular de SUTEBA, y referente de la CTA que lidera Hugo Yasky.
También estuvo el secretario general de Dragado y Balizamiento, Juan Carlos Schmid, el dirigente gremial que formaba parte del triunvirato de la CGT, junto a Daer y Acuña, pero que rompió cuando el camionero Hugo Moyano decidió retirarse de la conducción de la central obreara.
Schmid, para los “gordos” de la CGT, fue el viernes al microestadio de Ferro “en representación de Moyano”.
El camionero despierta resquemores entre los líderes de la CGT de la calle Azopardo y ven tras su figura todo intento de desestabilización de la central obrera.
3- El sindicato impulsado por piqueteros y dirigentes sociales tendría una cantidad de congresales incontrolables, determinantes para votar autoridades ¿Alguien cree posible que los popes de la central obrera permitirán que dirigentes sociales como Esteban Castro, Alderete, Juan Grabois, o Daniel Menéndez, lleguen a ser secretario general de la CGT?
Por otro lado está la cuestión ideológica. Varios referentes gremiales, con orientación claramente de “derecha”, tratan de “zurdos”, “zurditos” y “vagos que viven de los pobres” a estos dirigentes.
Infobae pudo saber de fuentes oficiales que hasta el momento en el ministerio de Trabajo, a cargo de Claudio Moroni, aún no ingresó ninguna solicitud formal para otorgarle a la UTEP reconocimiento gremial.
No descartan, en cambio, que esto pudiese suceder con el correr de las semanas o los meses.
Como se desprende, la Unión de Trabajadores de la Economía Popular genera entusiasmo entre el oficialismo y las organizaciones que concentran la representación de la mayoría de hombres y mujeres que reciben algún tipo de ayuda -planes sociales- por parte del Estado; sin embargo, un sindicato que los agrupe y que intente ingresar a la principal obrera del país, que aglutina al noventa por ciento del movimiento obrero, genera rechazo entre los líderes cegetistas liderados por Daer.
La pulseada comenzó. Habrá que esperar para establecer quién es el ganador. Por ahora, las urgencias parecen ser otras.