Un día antes de asumir como Presidente, Alberto Fernández sabía que apenas pusiera un pie en la Casa Rosada iban a mirar cada uno de sus nombramientos para ver qué sector tenía más poder. Se anticipó: “Yo no quiero que nazca el albertismo, que quede claro. Acá van a tener al principal opositor a que se generen esas divisiones. Me gusta más el frentetodismo. Eso construyamos el frentetodismo". Quienes lo escuchaban en el living del departamento de Puerto Madero sonrieron. Al otro día. cuando juraron sus ministros, cada nombre fue analizado por su pertenencia política: si es de Alberto Fernandez, si responde a la vicepresidenta Cristina Kirchner, a La Campora, al presidente de la Camara de Diputados, Sergio Massa, o al PJ tradicional que representan los gobernadores.
A punto de cumplir dos semanas en la Casa Rosada, y en medio de las negociaciones para lograr la flamante ley de Emergencia Económica, el Presidente terminó de definir los últimos cargos que le quedaban por completar en su esquema de gobierno. Según pudo saber Infobae, de fuentes cercanas al jefe del Estado, Alberto Fernández se ocupó de hacer un equilibrio entre todos los sectores que componen su alianza electoral, de base puramente peronista. “Lo que hizo fue poner los funcionarios que él quería, y en aquellos lugares donde hay uno de perfil cristinista, el que le sigue es cercano a Alberto”, resumió la fuente.
Lo describió así porque hay dos sectores que si bien hoy no tienen conflictos, en el pasado sí lo han tenido. Están los kirchneristas de pura cepa y, por otra parte, los que fueron más críticos y acompañaron a Alberto Fernández en la construcción de una nueva alternativa hasta que decidió recomponer la relación con Cristina Kirchner. “La firma es sólo de Alberto. Y en la Argentina el Poder Ejecutivo es unipersonal”, es la frase más escuchada cuando se le consulta a los funcionarios allegados a Alberto Fernández sobre el esquema de poder.
El Presidente tiene a la secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra, para que cuide su firma. La prestigiosa abogada es un gran crítica de la vicepresidente. Alberto Fernández la consulta siempre, no sólo en los aspectos técnicos de su trabajo, sino en otras áreas de la gestión. Lo mismo pasa con el ex ministro de Justicia de Néstor Kirchner, Gustavo Béliz, que es secretario de Asuntos Estratégicos y quien se fue en medio de un escándalo en el gobierno kirchnerista, peleado con el espía de la SIDE Jaime Stiusso.
Béliz, además, es consejero presidencial en varias de las reformas que se plantea Alberto Fernández. El jueves último, el Presidente designó a Cristina Caamaño como su interventora en la AFI (Agencia Federal de Inteligencia), cuya misión clave será apartar a los servicios de inteligencia de la vida judicial y política, según aseguran en Casa Rosada. La reforma integral del sistema de inteligencia e información estratégica aún no está definida y por eso se platea la intervención.
Los otros funcionarios más allegados al Presidente son el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, su principal aliado en el construcción del regreso de Cristina Kirchner al peronismo, y la ministra de Justicia, Marcela Losardo, amiga y asesora histórica de temas judiciales.
Nicolás Trotta, ministro de Educación, es otro de los hombres clave del equipo presidencial por la relación de confianza y fue el encargado durante la campaña de coordinar los equipos técnicos que trabajaron las propuestas de campaña.
La designación del ministro de Economía, Martín Guzmán, también fue una idea de Alberto Fernández.
Los otros hombres de extrema confianza del Presidente son Julio Vitobello, secretario general de la Presidencia y amigo histórico, y Juan Manuel Olmos, que es jefe de asesores, pero ambos son mucho más de lo que su cargo indica.
Si bien no pertenecen al círculo íntimo, Claudio Moroni, otro viejo amigo, en Trabajo y Juan Cabandié en Medio Ambiente, son nombres que Alberto Fernández eligió también para tener tropa propia en su gabinete.
En sectores estrátégicos, el Presidente puso también hombres que le responden: Guillermo Nielsen para conducir YPF, quien, además, tiene una excelente relación con Sergio Massa. En la AFIP, a Mercedes Marcó del Pont, y en la Ansses a Alejandro Vanoli, ex presidente del Banco Central durante el mandato de Cristina Kirchner.
El caso del Procurador del Tesoro, Carlos Zannini, es particular. Fue durante los 12 años del kirchnerismo secretario Legal y Técnico de Néstor y Cristina Kirchner y el hombre de mayor confianza de ambos. Estuvo detenido con prisión preventiva durante cuatro meses en el penal del Ezeiza acusado, al igual que la vicepresidenta, de presunto encubrimiento del atentado a la AMIA por la firma del memorándum de entendimiento con Irán. El Presidente se enfurece cuando dicen que el regreso de Zannini al poder fue una imposición de Cristina Kirchner para controlarlo. “Yo le pedí que sea el procurador”, asegura. En el kirchnerismo se sostiene que fue Cristina Kirchner quien propuso a Zannini. El Presidente recuerda que en sus años de jefe de Gabinete siempre tuvo de aliado a Zannini en el enfrentamiento histórico con el entonces poderosos ministro de Planificación, Julio de Vido. “Lo respeto y lo llamé yo”, insiste el Presidente.
El poder de Cristina Kirchner está concentrado en el Congreso. Primero desde la presidencia del Senado, cargo que estrenó el viernes último con la sanción de la ley de Emergencia Economía. Logró aglutinar al bloque de senadores del peronismo. Además, cuenta con su hijo Máximo Kirchner en la jefatura del bloque de los diputados oficialistas. Máximo maneja la política con su madre en una relación de pares. Discuten de política y Máximo, aunque es su mamá, siempre le dice “Cristina”. Ajusta estrategias y tiene diálogo permante con Alberto Fernández. No hay tensiones allí.
En el Gabinete hay varios cristinistas, pero eso no quiere decir que respondan a la vicepresidenta. Reportan a Alberto Fernández, pero su origen político, militancia y ideología compartida fue históricamente con Cristina Kirchner.
Es el caso del ministro de Defensa, Agustín Rossi, quien ocupó ese cargo durante la presidencia de Cristina Kirchner y también fue jefe de la bancada oficialista. Luis Basterra, ministro de Agroindustria, fue diputado cristinista y mano derecha del gobernador de Formosa, Gildo Insfrán. También está la ministra de Seguridad, Sabrina Frederic, que fue funcionaria durante la gestión de Nilda Garré en esa misma área durante la gestión cristinista. Garré sugirió el nombre a la vicepresidenta cuando algunos señalaban al massista Diego Gorgal.
La llegada de Tristán Bauer a Cultura también marca un sello de lo que fue durante la era cristinista. Alberto Fernández pondera a Bauer, quiso tenerlo también en su gobierno y aceptó la estética que le propuso en el primer discurso presidencial en un escenario montado delante de la Casa Rosada.
La llegada del asesor presidencial y filósofo Ricardo Forster también causó impacto por su identificación con Cristina Kirchner: fue en 2014 el secretario de Coordinación Estratégica del Pensamiento Nacional. Era una especie de asesor de Cristina, pero ahora lo será de Alberto Fernández.
El caso del ministro del Interior es muy particular. Eduardo “Wado” de Pedro es de extrema confianza de Cristina y Máximo Kirchner. Pero consolida cada vez más su relación de confianza con el Presidente, a quien le molesta que lo digan que ¨Wado¨ es un hombre de Cristina en su gobierno.
El poder de La Cámpora también se afirma en la figura del ministro del Interior, en el propio Máximo y en el PAMI, con la llegada de Luana Volnovich, dirigente camporista y diputada nacional.
El otro factor de poder en el Frente con Todos es el de Sergio Massa, quien preside la Cámara de Diputados, con todo el margen de negociación y poder que eso implica. También en el Gabinete tiene dos hombres que trabajaron con Massa en su proyecto presidencial en 2015: son el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, y el ministro de Transporte Mario Meoni, ex intendente de Junín.
En los momentos previos a la asunción, cuando se definía el gabinete de futuro gobierno, Massa se reía de las informaciones que indicaban que había quedado marginado en el reparto del poder. ¨Ya van a ver cuando vean la foto del Gabinete¨, decía. No lo decía sólo por los dos hombres del gabinete, sino por su propia esposa, Malena Galmarini, que quedó a cargo de Aysa, empresa estatal de agua.
Después están quienes fueron elegidos por el voto y no por el dedo presidencial, que juegan también su propio papel en esta nueva etapa: gobernadores e intendentes peronistas con poder propio y con demandas.
El gobernador bonaerense, Axel Kicillof, tiene excelente relación con Alberto Fernández, pero nadie duda que es el hijo político dilecto de la vicepresidenta.
Los intendentes también tienden puentes hacia la Casa Rosada porque recién se están acomodando a una relación que a la que todavía no se acostumbran: con Kiciloff. A los dirigentes de La Cámpora también les pasa: sólo en privado algunos aseguran no saber cómo juega Axel.
Los gobernadores peronistas también hacen su juego y planean cómo plantarse en un gobierno en el que quedaron afuera del esquema del Gabinete. Sin embargo, coronaron varios hombres en las segundas líneas como Jorge Neme, hombre del gobernador tucumano Juan Manzur, nuevo vicecanciller. También el secretario de Energía, Sergio Lanzani, es un hombre de Carlos Rovira, el referente del poder político del PJ en Misiones. El secretario de Minería es Alberto Hensel, un hombre del gobernador de San Juan, Sergio Uñac. Darles esas secretarías estratégicas también en el poder significa un guiño a los gobernadores del PJ.
De los ex kirchneristas que no pudieron volver al poder el más emblemático es quizá Aníbal Fernández, ex funcionario de Néstor y Cristina Kirchner. El otro es el ex ministro de Transporte Florencio Randazzo, que nunca recompuso su relación con Cristina Kirchner después de que ella lo bajó de la pelea presidencial en 2015. La ausencia se explica por las viejas tensiones.
Puede haber cambios e incorporaciones. Sólo han pasado menos de quince días en el gobierno.
El día que asumió Alberto Fernández hubo una imagen en la Casa Rosada: en el primer piso, en el despacho presidencial, estaban el Presidente y uno de los principales aliados, Sergio Massa.
En la planta baja, en el despacho del Ministerio del Interior, Wado de Pedro esperaba para el acto final con la vicepresidenta, Máximo Kirchner y varios dirigentes de La Cámpora.
Para muchos, esa imagen decía mucho más de lo que se veía.
Esto recién empieza. El Presidente asegura que en su gestión no habrá internas y que convivirá en poder con todas la versiones del peronismo.
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