El ex presidente boliviano Evo Morales llegó la semana pasada como refugiado político a la Argentina y lejos de estar alojado como podría especularse en las afueras de la ciudad, en un barrio residencial o un club privado, el ex mandatario y quienes lo acompañan en su viaje, fueron alojados en un caserón en el corazón del barrio porteño de Colegiales.
El chalet estilo inglés está en Conesa al 1050, ubicado entre dos de los pocos edificios que hay en la cuadra. Se trata de una casa histórica, oculta entre las dos moles, que queriendo o sin querer, dificultan convenientemente la aparición de posibles intrusos o paparazzis, que pudieran intentar llegar hasta Evo u obtener una imagen.
En el frente de la vivienda, en gran parte oculto tras la vegetación, se distingue un balcón casi ganado por completo por una enredadera y hojas de palmera tapando por completo las ventanas más cercanas a la calle. Un garaje en subsuelo da cuenta de un posible piso inferior y hay una cámara de seguridad en altura, sobre la entrada, que no busca pasar desapercibida.
Un miembro de la División Custodia de la Policía Federal está apostado las 24 horas en la puerta del chalet desde la llegada del ex presidente boliviano. En un auto con sirena frente a la vivienda otro custodio también monta guardia. Fuentes cercanas a los operativos explicaron que si bien no podían ahondar en detalles por cuestiones de seguridad, otros agentes no uniformados participan de tareas de prevención en la zona.
El miércoles eran varios los periodistas reunidos en la puerta de la casa, transmitiendo en vivo, intentando captar algún movimiento, una entrada, una salida, un invitado. Morales los sorprendió a todos cuando decidió salir a hablar con ellos, seguido por dos de los miembros del comité con el que arribó al país, y poco después de que se conociera un pedido de detención en su contra.
En la cuadra de Conesa al 1050 hay una capilla, un supermercado chino, algunas empresas y predominan las casas bajas. La presencia de Morales podría pasar desapercibida, si no fuera por la fuerte presencia policial, que aumentó en las últimas horas por pedido de Alberto Fernández , luego de la noticia de la captura. La presencia de los policías es lo único que hace que los vecinos, cuando pasan, pregunten por quién está quedándose ahí.
La dueña de la casa es Irene Isabel Novacovsky, una socióloga de 69 años, que en el pasado trabajó en el gobierno porteño y en distintas instancias del Estado. Actualmente lo hace en el Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales, pero además tiene una segunda actividad vinculada a los “servicios inmobiliarios realizados por cuenta propia, con bienes urbanos propios o arrendados”, según figura en registros de la AFIP a los que pudo acceder Infobae.
Novacovsky tiene varios libros escritos, algunos de ellos en conjunto con el el economista Bernardo Kliksberg, reconocido analista a nivel mundial del estudio de la pobreza y cercano a la actual vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. En 2012 el nombre de Kliksberg apareció en varios artículos periodísticos por ser el autor de un libro titulado “¿Cómo enfrentar la pobreza y la desigualdad?”, un cuadernillo que se pretendía introducir en los colegios de nivel secundario, y que según se denunció en aquel momento, promovía elogios al gobierno de Fernández de Kirchner.
Este medio pudo confirmar que en los 80 Novakovsky fue parte de un sistema de poder dentro del peronismo que buscaba la renovación del mismo y que se llamó “La Cafieradora": un grupo adepto al dirigente peronista Antonio Cafiero, quien planeaba regresar al poder tras la derrota del movimiento frente a Raúl Alfonsín.
En la casa donde ahora vive Evo Morales, Novakovsky, acostumbraba juntarse a hablar de política junto a sus compañeros en los 80, largas sobremesas que se extendían por varias horas para repasar la situación de la Argentina y el mundo. En este contexto no se descarta en gobierno que la decisión de Alberto Fernández de refugiar en la mansión de calle Conesa a Evo, haya surgido por las relaciones que tiene Novakovsky con el Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, nieto de Antonio, el líder peronista que soñó con suceder a Alfonsín en 1988.
Fotos: Nicolás Stulberg
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