De la tragedia al poder: cuatro funcionarios del nuevo gobierno son hijos de desaparecidos

Se trata de Eduardo “Wado” de Pedro, Juan Cabandié, Victoria Donda y Horacio Pietragalla. Tres de ellos son nietos que recuperaron su identidad a principios del gobierno de Néstor Kirchner. Excepto la ex diputada, el resto son o fueron de La Cámpora

"Wado" de Pedro, Juan Cabandié, Victoria Donda y Horacio Pietragalla, todos funcionarios del nuevo Gobierno.

El flamante gabinete del presidente Alberto Fernández incluye, por primera vez, a cuatro hijos de desaparecidos en las primeras y segundas líneas de decisión en distintas áreas: tres de ellos son nietos que recuperaron su identidad a principios del gobierno de Néstor Kirchner y comenzaron su militancia política bajo el paraguas del ex mandatario.

Se trata de Eduardo “Wado” de Pedro, a cargo de la cartera de Interior; Juan Cabandié, designado como ministro de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible; Victoria Donda Pérez, al frente del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI), y Horacio Pietragalla, nuevo secretario de Derechos Humanos. Excepto Donda, que creó su propio partido (Somos), otros dos pertenecen a La Cámpora, y en el caso de Cabandié, integró en sus comienzos esta organización de la juventud kirchnerista creada en 2007.

El de mayor peso político dentro del nuevo gobierno es De Pedro, quien tendrá a cargo las relaciones con los gobernadores y también seguirá con su tarea de articulación entre los distintos sectores del Frente de Todos y del ámbito político en general.

El ministro Wado de Pedro, en el momento de la jura ante Alberto Fernández (Gustavo Gavotti)

Integrante de la conducción nacional de La Cámpora desde sus comienzos, De Pedro tiene un vínculo estrecho con Máximo y con Cristina Kirchner, a quienes responde. De Máximo es, además, amigo. Y de la ex mandataria fue su secretario general de la Presidencia durante su último año de mandato. Pero, a la vez, hasta el 10 de diciembre, el diputado nacional del Frente para la Victoria (FPV) fue el dirigente kirchnerista que más se ganó la confianza de Alberto Fernández y pasó a formar parte de su círculo más cercano.

Por haber integrado el Consejo de la Magistratura en dos oportunidades (durante el segundo mandato de Cristina Kirchner y la última, desde fines de 2018, cuando participó de la jugada del kirchnerismo y el Frente Renovador para arrebatarle una banca en el Consejo a Cambiemos), tiene además buenos vínculos con el Poder Judicial. En este ámbito es respetado por su disposición al diálogo y su reserva a la hora de encarar negociaciones.

De 42 años, abogado y productor agropecuario, inició su trayectoria política con la llegada de Néstor Kirchner a la Cada Rosada, en 2003. Entre 2004 y 2005 fue jefe de Gabinete de la Subsecretaría de Turismo. En 2009 se desempeñó como vicepresidente de Aerolíneas Argentinas, hasta ser elegido en 2011 diputado nacional por el FPV por la provincia de Buenos Aires. Fue reelecto en 2015.

Es hijo de dos militantes peronistas desaparecidos, Enrique De Pedro y Lucila Revora. Tenía dos años cuando fue secuestrado con su madre el 11 de octubre de 1978 por un operativo represivo en una casa de Floresta. Se salvó de ser alcanzado por la balas porque su madre lo protegió en la bañadera. Tres meses después fue entregado por los militares a sus tíos maternos, con quienes se crió en la localidad bonaerense de Mercedes juntos a sus primos, a los que considera sus hermanos. Uno de ellos, Juan Ustarroz, se convirtió en 2015 en intendente de esa localidad por el FPV. El otro, Gerónimo Ustarroz, es su asesor y mano derecha, y a quien probablemente elija Fernández como representante del Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura.

De adolescente se sumó a la agrupación HIJOS y participó del escrache que esta organización le hizo a Alfredo Astiz hace 20 años.

Tras jurar el martes pasado en la Casa Rosada, De Pedro agradeció al Presidente y a Cristina Kirchner “por esta posibilidad” y agregó: “Vamos a volver a construir una Argentina unida y de todos”. Fue uno de los nuevos funcionarios más aplaudidos en el Salón Blanco. “Olé, olé olé, olé, Wado, Wado”, corearon los asistentes durante un buen rato.

“Yo soy Juan”

De 41 años, Cabandié es un referente de los derechos humanos dentro del kirchnerismo. Nacido en la ex ESMA mientras su madre estaba en cautiverio, en marzo de 1978, se vinculó al matrimonio Kirchner a partir de su militancia en la agrupación HIJOS.

La jura de Juan Cabandié, el martes pasado

Hijo de los desaparecidos Damián Abel Cabandié y Alicia Alfonsín, se convirtió a los 25 años, en enero de 2004, en el nieto recuperado número 77. Tres meses después, y sin militancia política previa, Cabandié fue invitado por el entonces presidente Kirchner como orador en el acto que anunció la recuperación de la ESMA como espacio de la memoria, un hecho que marcaría para siempre su vida política. Su vida sería reflejada por León Gieco en el tema “Yo soy Juan”.

Su apropiador, el ex agente de inteligencia de la Policía Federal Luis Antonio Falco, fue condenado a 18 años de cárcel por los delitos de supresión de estado civil, falsificación de documento público y retención u ocultamiento de un menor.

Tras aquel acto en la ESMA con Kirchner –al que en más de una ocasión dijo sentirlo “como un padre”– en 2005 comenzó a trabajar en la Dirección Nacional de Juventud, dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.

Maestro de escuela de profesión, en 2007 resultó elegido legislador porteño por el FPV y entre 2008 y 2012 estuvo al frente de la Secretaría de Juventud y fue secretario de Derechos Humanos del PJ. En 2013 ingresó a la Cámara de Diputados de la Nación. Fue reelegido en 2017, banca a la que renunció para asumir como ministro de Ambiente.

Integrante en sus inicios de la agrupación La Cámpora, aunque luego se distanció, Cabandié fue junto a Máximo Kirchner uno de los principales armadores del reencuentro entre Cristina Kirchner y su ex jefe de Gabinete a fines del 2017, luego de nueve años de distanciamiento.

Ese rol fue recompensando con el nombramiento en el Gabinete del nuevo Presidente. A pocas horas de haber jurado como ministro, se tomó un avión para participar de la sesión plenaria de la cumbre de cambio climático COP25 en Madrid.

“Mi nombre es Victoria”

De 40 años, Donda es abogada, dirigente política, feminista y activista de derechos humanos por su propia historia personal.

Comenzó su militancia social en la agrupación Barrios de Pie y, tras la asunción de Néstor Kirchner, integró la primera “transversalidad” que alentó el ex mandatario. Fue concejal de Avellaneda entre 2005 y 2007, y este último año resultó elegida diputada nacional por el FPV. Fue la diputada mujer más joven de la historia en integrar la Cámara baja y la primera hija de desaparecidos apropiada en convertirse en legisladora nacional.

Sin embargo, abandonó el bloque kirchnerista al año siguiente cuando varios partidos políticos, entre ellos Libres del Sur, abandonaron el espacio oficialista en desacuerdo con varias de sus políticas. Tras su salida, se volvió muy crítica del kirchnerismo.

Victoria Donda, camino a la asunción de Alberto Fernández (Maximiliano Luna)

En 2011, Libres del Sur se incorporó al Frente Amplio Progresista y renovó su banca de diputada nacional por la provincia de Buenos Aires. Fue una de las que presentaron una denuncia contra la entonces presidenta Cristina Kirchner y contra el secretario de Comercio Guillermo Moreno por “la falsificación de las estadísticas” del INDEC.

A comienzos de 2013, Libres del Sur pasó a integrar el Frente Amplio UNEN, una alianza con la UCR y la Coalición Cívica (CC), y Donda hizo campaña en la ciudad de Buenos Aires junto al referente de la CC, Alfonso Prat Gay. En 2015 se volvió a presentar como candidata a diputada de la alianza Progresistas y resultó reelegida por tercer período consecutivo.

En junio de 2018 fue una de las diputadas que votaron a favor de la legalización del aborto.

Ese año también rompió con Libres del Sur y formó su propio partido, llamado Somos. En junio pasado, desde ese espacio se integró al Frente de Todos este año y fue cuarta en la lista de diputados nacionales por la Capital.

Es hija de María Hilda Pérez y José María Donda, integrantes de la agrupación Montoneros, ambos desaparecidos en 1977. El hermano de su padre, el teniente de navío Adolfo Miguel Donda, jefe de operaciones de un grupo de tareas en la Escuela Mecánica de la Armada, se la sacó a su madre apenas esta dio a luz en la ex ESMA en agosto de ese año, estando en cautiverio, y se la entregó al ex prefecto Juan Antonio Azic. Al nacer, su madre la había bautizado Victoria y le perforó un lóbulo pasándole una cinta azul, con la esperanza de que fuera reconocida. Su apropiador la llamó Analía, su nombre hasta los 27 años.

Su hermana Eva había sido entregada por sus padres, poco antes de ser secuestrados, a su abuela Leontina Puebla de Pérez, que luego participaría de la Fundación Madres de Plaza de Mayo. Pero el teniente de navío Donda consiguió por vía judicial la custodia de su sobrina Eva y la crió como a su hija, llamándola Daniela.

Victoria Donda, entonces Analía, fue criada por el ex prefecto Azic, junto a otra hija de desaparecidos apropiada, su hermana de crianza, Carla, quien era en realidad Laura. Cuando recuperaron su identidad se convirtieron en las nietas recuperadas número 78 y 90.

Sin embargo, Victoria no pudo reconstruir su vínculo con su hermana Eva, criada por su tío paterno y el responsable de separarla de su madre. Quedaron enfrentadas públicamente en sus posiciones respecto de lo sucedido en la última dictadura, luego de que Eva hablara en un acto realizado en defensa de los militares acusados de represores.

Su historia como nieta recuperada la volcó en un libro autobiográfico, publicado en 2009, llamado Mi nombre es Victoria.

Su apropiador, el ex prefecto Azic, fue detenido en 2011 y condenado a 18 años de prisión. Donda pudo reconstruir su identidad y lo siguió visitando en el cárcel. El represor le pidió perdón y ella, según contó en una entrevista en La Nación, lo aceptó. “Yo lo perdoné por lo que me hizo a mí. Del resto deben encargarse la sociedad y la Justicia, que ya emitió su fallo”, afirmó.

Apenas asumió el martes pasado, la nueva titular del INADI llamó a “terminar con la intolerancia” en la Argentina.

“El diputado de las Abuelas”

Pietragalla es otro nieto recuperado que renunció a su banca a la que había accedido en 2017 para asumir en el nuevo gobierno. Estará al frente de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, que funciona en la ex ESMA, donde estaba instalado uno de los más temibles centros clandestinos de detención.

Pietragalla se enfrentó a los gritos con diputados del oficialismo durante el debate de la reforma previsional impulsada por Cambiemos (Amilcar Orfali)

Recuperó su identidad el mismo año del ascenso de Néstor Kirchner al poder, cuando supo que sus padres biológicos habían sido asesinados por el terrorismo de Estado. Es hijo de los militantes Horacio Pietragalla, asesinado por la Triple A en 1975, y Liliana Corti, asesinada en 1976 en el marco de un operativo que montó la dictadura para secuestrarla. Fue el primer nieto recuperado en protagonizar el anuncio a la prensa de la noticias desde la sede de Abuelas, organización con la que colaboró desde entonces en la búsqueda de los nietos restantes.

Desde ese espacio comenzó a acercarse a la política y el kirchnerismo. En 2011 se sumó a La Cámpora y se convirtió en el referente de la Secretaría de Derechos Humanos de la organización. Ese mismo año fue elegido diputado nacional. “Soy el diputado de las Abuelas”, afirmó al asumir.

Con la llegada de Cambiemos al gobierno nacional, fue nombrado por la gobernadora de Santa Cruz, Alicia Kirchner, como secretario de Derechos Humanos en esa provincia. Su gestión fue criticada por varios sectores por la supuesta “inacción” del área.

En 2017, regresó a la Cámara de Diputados de la Nación por la Provincia de Buenos Aires. Ingresó en la lista liderada por Cristina Kirchner como senadora, a quien lleva tatuada en su brazo.

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