Alberto Fernández y Juan Manuel Olmos, un histórico dirigente del PJ porteño que siempre prefirió trabajar con bajo perfil, se conocen desde hace 20 años.
El tiempo suficiente para que el Presidente electo decidiera reservarle a partir del próximo martes la oficina del primer piso de la Casa Rosada, a metros de su despacho, que hasta esta semana ocupó José Torello, uno de los amigos de la infancia de Mauricio Macri.
Olmos, que tiene amistad con buena parte del gabinete, usará la misma credencial que su antecesor: jefe de asesores del Presidente de la Nación, confiaron colaboradores del designado funcionario y del mandatario electo. Aunque con un rol estrictamente político, como el que cultivó durante la campaña y que terminó de afianzar el vínculo entre ambos. La camioneta Jeep del dirigente porteño fue una de las preferidas del ex jefe de Gabinete en sus recorridas proselitistas.
Fernández le pidió al flamante jefe de asesores presidencial que haga un trabajo transversal a todas las áreas de gobierno. “Va a tener un rol político y de asistencia en todos los temas que le pida Alberto”, confiaron en el entorno del futuro funcionario, que en estos años dedicó buena parte de su tiempo a tareas vinculadas con la Justicia. En el último tiempo, y en lo formal, como representante de la Legislatura porteña en el Consejo Académico del Centro de Formación Judicial, un órgano autónomo dependiente del Tribunal Superior de Justicia.
En los hechos, actuó como uno de los principales gestores de la Justicia local -y no solo local-, en buenas relaciones con actores como Daniel Angelici, el presidente de Boca Juniors que pretende retener mañana la presidencia del club.
Olmos fue, por caso, el principal mensajero de la previa del sorpresivo encuentro de ayer al mediodía que el Presidente electo mantuvo en sus oficinas de Puerto Madero con Horacio Rodríguez Larreta y Diego Santilli. Mantiene, hace rato, un sólido vínculo con la administración porteña.
En la semana, el futuro jefe de asesores terminó de definir el personal que tendrá una labor institucional en la estructura a su cargo, sin demasiadas atribuciones.
Solo habrá un lugar de protagonismo para su “vicejefe de asesores”, un cargo creado para la ocasión. Se menciona para ese casillero a Julián Leunda, ex C5N, un joven abogado con lazos relevantes que trabó un nexo de confianza con Olmos. Y con Fernández: fue uno de los que integró la comitiva que viajó a la Ciudad de México, el destino elegido para la primera gira después de las elecciones.
En su presentación de ayer del gabinete, que Olmos siguió detrás de cámara en el séptimo piso de las oficinas de Encarnación Ezcurra de Puerto Madero, el Presidente entrante dedicó un pasaje a la Justicia como prólogo de los elogios que enseguida le dedicó a su amiga Marcela Losardo, designada ministra del área, uno de los cargos anunciado sin conformación oficial con mayor antelación.
“Saben ustedes lo que me preocupa la Justicia. Creo que está viviendo una situación mucho más que crítica en sus diferentes niveles. Crítica en el orden federal, crítica en el funcionamiento del Consejo de la Magistratura, y creo que necesitamos hacer una revisión seria y definitiva para que funcione de una vez y para siempre correctamente”, deslizó Fernández frente a los medios.
En los tribunales federales de Comodoro Py hay expectativa por la vinculación con el futuro gobierno. “El Presidente pretende que nadie se meta”, aseguraron colaboradores del mandatario electo. La frase, por ahora, incluye a Olmos.
Según fuentes que pululan a diario por el edificio de Comodoro Py 2002, Fernández mandó un mensaje unívoco: se va a ocupar personalmente, con excepción del trabajo institucional de Losardo y de Gerónimo Ustarroz, que representará al Poder Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura.
En definitiva, Olmos se ocupará de las gestiones que le pida el nuevo Presidente. “Va a hacer lo mismo que en campaña: intervenir en todos los temas que haga falta”, remarcaron colaboradores. Asesor todo terreno. A tiempo completo.
Incluso en la relación con el Vaticano, que antes de la asunción de la nueva gestión tuvo algunos cortocircuitos por la vehemencia con la que el sucesor de Macri anunció que enviaría, más temprano que tarde, un proyecto de ley al Parlamento sobre el aborto.
A diferencia del resto de sus vinculaciones, en el entorno de Olmos juran que el dirigente casi no habla de política con el Papa Francisco. Lo conoce desde la infancia. Una relación casi familiar.
Seguí leyendo: