A dos días del inicio del cambio de Gobierno, la Iglesia argentina logró algo que hasta hace poco tiempo parecía impensado: juntó al presidente saliente Mauricio Macri, a su sucesor Alberto Férnandez y a importantes referentes de los gabinetes de ambos en una misa “por la unidad y la paz” llevada a cabo por la Iglesia católica en la Basílica de Luján en el marco del Día de la Inmaculada Concepción de María.
El emblemático acto se llevó a cabo desde las 11 de la mañana en la plaza de la Basílica de la ciudad bonaerense y estuvo marcada por la cordialidad, el trato ameno entre los referentes opositores y en lo que la propia entidad religiosa se encargaría de calificar como la “Cultura del Encuentro”.
Además de Macri y Fernández, del convite participaron diferentes personalidades de ambos gabinetes. Desde el oficialismo, se hicieron presentes la vicepresidente Gabriela Michetti, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, el ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, los senadores Esteban Bullrich y Federico Pinedo, el Jefe de Gabinete, Marcos Peña, su sucesor en el cargo, entre otros.
Asimismo, desde el lado de Alberto Fernández, acudieron a Luján los futuros Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, ministra de Educación, Marcela Losardo, ministro de Educación, Nicolás Trotta y Secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, entre otros. También se hizo presente el candidato presidencial Roberto Lavagna.
En un principio, se creía que también estarían presentes la gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal , y el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta. Sin embargo, ninguno de los dos referentes del PRO apareció durante los primeros minutos del acto, lo que supuso un hecho llamativo.
Tampoco acudieron la futura vicepresidente, Cristina Kirchner, y el flamante gobernador bonaerense, Axel Kicillof, aunque ambas ausencias estaban previstas en los papeles iniciales.
El grupo de dirigentes fue convocado por el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) Oscar Vicente Ojea, quien encabezó el oficio religioso.
Poco antes de las 11 de la mañana Macri, acompañado por su esposa Juliana Awada, y Fernández, en compañía de Fabiola Yáñez, se cruzaron por primera vez.
La primera tarea de ambos fue firmar el libro de visitas de la Basílica. El primero en hacerlo fue el referente del Frente de Todos, quien luego le concedió el lugar al mandatario saliente con una pequeña palmada en uno de sus brazos.
La ceremonia de hoy representó la última actividad oficial previa a la ceremonia de asunción ante la Asamblea Legislativa del Congreso el martes próximo.
“Me pareció oportuno que esa misa se realizara el Día de la Virgen, el 8 de diciembre, y hacerlo en el santuario nacional de Nuestra Señora de Lujan. Hacer este gesto a los pies de la Virgen me parece que es un regalo de ella misma para la Nación”, consideró días atrás el arzobispo de Mercedes-Luján, Jorge Eduardo Scheinig.
Fue el propio Monseñor Scheinig quien inició el acto religioso, cerca de las 11.10. Lo hizo con una homilía en conmemoración del día de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María.
“En este día de la Virgen, nos pareció oportuno invitar a rezar por la Patria. Y hacerlo en este lugar tan querido para nuestro pueblo Argentino, el Santuario de Luján, en medio de una peregrinación en la que tantas personas se acercan para agradecer, pedir, o prometer. Sólo Dios sabe lo que hay en el corazón de cada persona”, fueron las primeras palabras del arzobispo de Mercedes-Luján.
El referente religioso hizo hincapié en la necesidad de mantener el diálogo y hasta hizo referencia a la tensión que se vive en diferentes países vecinos de Latinoamérica.
“Mucho nos ayudará alcanzar juntos un Pacto Social, lograr Políticas de Estado que perduren más allá de aquellos a los que les toque gobernar por determinado tiempo", afirmó.
“Es fundamental que todos los ciudadanos podamos alcanzar una importante estatura moral y un nivel ético-social en el que los valores de la honestidad, la verdad, la justicia, la solidaridad, la coherencia entre lo que decimos y hacemos, el respeto por los otros, sea parte de la vida cotidiana. Por eso, es muy importante estar atentos para no caer en lo que en la Iglesia llamamos ‘estructura de pecado’. Es decir, quedar atrapados en un sistema, como en una telaraña, en el que pueden convivir sin culpa, sin cargo de conciencia, el que opta por ser deshonesto, corrupto, e inmoral y corruptor”.
“Todos somos conscientes que lo que viene, lo que ya estamos viviendo en el mundo, en nuestra América Latina, no es fácil y para seguir construyendo esta Nación bendita necesitamos de todos. Nadie sobra en esta construcción. Si alguien o algunos viven tomados por el resentimiento y el odio, corremos el riesgo de estar siendo funcionales a intereses que ciertamente no buscan el Bien Común de la Nación y estaremos arriesgando gravemente el futuro de las siguientes generaciones (...) Necesitamos promover una Cultura del Encuentro. Necesitamos escucharnos y volver a dialogar todas las veces que sea necesario”, agregó.
Scheinig también destacó la importancia de no caer en fricciones y de no efectuar actos dañinos contra aquel que piensa diferente: “Como hombre de fe que soy, me di cuenta en aquel momento y lo conservo, que la pelea que tenemos que dar todos para ser un pueblo unido, libre, adulto, fraterno, solidario, entraña un compromiso muy serio que además de resolver cuestiones urgentes y coyunturales, implica ser capaces de dar una batalla en la que muchas veces podemos ser sutilmente tentados por el Mal, un tipo de mal que nos empuja a la destrucción de los otros. Gracias a Dios, estamos en otro tiempo, pero debemos hacer todo lo posible por resistir y no caer en la tentación de querer destruir al otro. En la Patria, el otro es mi hermana, es mi hermano”.
El arzobispo había precisado que hoy se llevaría a cabo en todas las diócesis la apertura del Año Mariano Nacional, en el marco de los 400 años del hallazgo de la imagen de la Virgen del Valle de Catamarca.
Luego de la homilía, se realizó una invocación interreligiosa donde se leyó un fragmento del documento de la declaración de fraternidad firmado en febrero por el Papa Francisco y el Gran Imán Al-Azhar. La lectura correspondió a un referente católico, a uno judío y a uno musulmán.
El acto final del evento correspondió al referente episcopal en la Argentina, el monseñor Ojea: “Agradecemos de todo corazón a los hermanos, hermanas de distintas confesiones, que nos han enriquecido espiritualmente. Y le pedimos al señor y a la virgen en este día que nos ayude a construir una cultura del cuidado (...) démonos entonces fraternalmente el saludo de la paz", afirmó.
Así, cinco minutos antes de que los relojes marcaran las 12.30 del mediodía, Mauricio Macri y Alberto Fernández se fundieron en un abrazo condimentado por las sonrisas y un breve diálogo íntimo y cordial.
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