“Mi compromiso es recorrer la provincia de Buenos Aires de acá al 2023 promoviendo el diálogo y el consenso de todos los argentinos”, resalta Emilio Monzó sobre el final de su discurso y los acordes de “Antes y después”, de Ciro y los Persas, empiezan a sonar a todo volumen en el gimnasio techado del club Nahuel de Florencio Varela.
“Qué placer verte otra vez, nos decimos sin hablar, hoy todo vuelve a empezar y será lo que ya fue”.
Hacía cuatro años que Monzó casi que no pisaba la provincia de Buenos Aires y doce, desde sus últimas épocas de intendente en Carlos Tejedor, en el 2007, que no encabezada un acto partidario.
El presidente saliente de la Cámara de Diputados está ahora rodeado arriba del escenario de militantes y dirigentes que se desesperan por una foto, se abraza con el ministro Rogelio Frigerio, que recién llegó sobre el final del acto, y sus colaboradores se regodean en todos los rincones del gimnasio.
“No creía que iba a venir tanta gente, que iba a recorrer tanta distancia, tanto cariño, y emoción. Esto es el final casi de una etapa que lleva 16 años, y la esperanza de que este lugar esté todo lleno me hace pensar que podemos ser muchos los argentinos que trabajemos para terminar con la grieta de una vez por todas”, le dice a Infobae mojado de sudor en un costado del escenario. Alrededor, docenas de asistentes y colaboradores esperan por una foto.
- Hacía cuatro años que no pisaba la provincia de Buenos Aires. ¿No lo dejaban o no quiso?
- No quise, por una cuestión institucional, primero. Era el presidente de la Cámara de Diputados y es muy difícil desde ese rol, si uno lo respeta, poder hacer política. Por lo menos a mi criterio, y cuidé mucho el rol que me dieron mis compañeros diputados, tanto de Cambiemos como de la oposición. Y me parece que en ese espíritu quizás un poco conservador y tradicional mío respeté el cargo desde ese lugar. Eso no me permitió hacer lo que estamos haciendo hoy acá.
- ¿Es una autocrítica?
- No es una autocrítica, es responsabilidad.
- Recién dijo que no era hora de hablar de candidaturas, pero lo de recién se pareció mucho a su lanzamiento de campaña.
- La verdad que en cuanto al contexto y al marco parece un lanzamiento, pero no lo es. No se puede lanzar ninguna campaña en este momento cuando va a comenzar un gobierno recién el 10 de diciembre. Hoy hay que articular todo lo posible para colaborar, para que la Argentina salga para adelante. Faltan mucho las candidaturas. Sí voy a trabajar para el consenso.
- Recién dijo también que la grieta trajo más droga y más pobreza. ¿Para quién fue ese mensaje?
- Para nosotros mismos, la dirigencia política, que derramamos la cultura de la grieta. Tenemos que terminar de una vez por todas. Nosotros somos todos responsables.
- ¿También es un mensaje al Gobierno saliente?
- A todos, en general. Tenemos que hacer un esfuerzo los políticos por respetarnos, por dialogar. Ese es el esfuerzo que comienza a partir del 10 de diciembre. Esperemos que el Gobierno vaya en ese camino y nos va a encontrar a todos.
- ¿Tuvo un ofrecimiento de Alberto Fernández?
- No. Sí tengo diálogo, pero no tuvo ningún ofrecimiento.
- ¿Qué imagina de Mauricio Macri después del 10 de diciembre?
- Qué deseo, más que me imagino.
- ¿Y qué desea?
- Deseo que sea un Macri por encima de las identidades del propio Cambiemos que seguramente van a ir a buscar los partidos que la componen. Que sea el ex presidente de todos, y esa es la función.
- ¿Lo ve líder de ese espacio?
- En esa tesitura yo creo que sí, no quiero que se pinte de amarillo. Es un ex presidente y es del conjunto. La única identidad superadora de las partes es justamente Mauricio Macri, y quisiera que siga en ese rol, o que comience a tener ese rol.
Los dirigentes más cercanos de Monzó empezaron a planear su vuelta a la provincia de Buenos Aires hace varias semanas. El diputado dice que se enteró de la organización y de su protagonismo recién hace cosa de diez días. Y no hubo marcha atrás. “Son unos irresponsables”, bromea junto a Sebastián García de Luca, viceministro del Interior y diputado electo, y los legisladores bonaerenses Guillermo Bardón y Marcelo Daletto mientras espera para ingresar al gimnasio.
Adentro, lo espera una multitud. Y la presentación de Eduardo Schiavo, senador provincial -uno de los organizadores-, que tuvo letra de los colaboradores más íntimos del presidente de la Cámara baja para su discurso de bienvenida, en la antesala del monólogo del orador principal. “Se terminó el cepo y empezó la política”, grita el dirigente, que menciona la palabra “soberbia”, y el auditorio estalla.
Monzó volvió a desembarcar en territorio bonaerense para lanzar su campaña de cara al 2023 en los últimos días de gobierno de María Eugenia Vidal, que desde el inicio de su administración no quiso que el diputado ponga un pie en la Provincia, una enemistad manifiesta que se remonta a los primeros esbozos de la campaña del 2015 que terminó el triunfo de la gobernadora. La relación empeoró con el tiempo. Nunca más hubo posibilidad de acuerdo. El cierre de listas reciente terminó de dinamitar el vínculo: el diputado no tuvo espacio para casi nada.
“Esta es mi primera salida y obviamente que no va a ser la última. Tenemos que buscar que la política se imponga a este sesgo de poner blanco sobre negro, de creer que uno es dueño de la verdad y que el otro está equivocado. De desear que le vaya mal al próximo gobierno", subraya Monzó en su discurso.
Abajo del escenario lo escuchan su hermano Gabriel Monzó, legislador provincial; su amigo Fernando Niembro; Sebastián Pareja y el concejal Maximiliano Bonderenko, de Florencio Varela; el tucumano Domingo Amaya; Osvaldo Mercuri; Pablo Lera, referente de Presidente Perón, e intendentes de Las Flores, Camen de Patagones y Maipú, entre otros.
Un rato antes del acto, el diputado se había pasado a tomar un café con Andrés Watson, el intendente municipal del PJ.
Su padre y otro de sus hermanos, ayudado por un andador por un accidente de hace años, también se mezclan entre los asistentes. Hay decenas de remeras con el lema “Reivindico la rosca”, que el dirigente peronista usó por primera vez en diciembre del 2018 en la sesión en la que fue reelecto por otro año. Ese mediodía, Macri, Marcos Peña y Jaime Durán Barba festejaban el cumpleaños del consultor en Olivos. La relación de Monzó con la Casa Rosada ya estaba maltrecha desde hacía tiempo.
Monzó no nombró en su discurso ni a Macri ni a Alberto Fernández, que desde que ganó las elecciones le envió mensajes a través de Sergio Massa y Eduardo “Wado” de Pedro -hay versiones que dan cuenta del ofrecimiento de alguna embajada, desmentido por el monzoísmo-, entre otros. Pero mandó señales.
Aseguró que con Ernesto Sanz, que en estos días quedó envuelto en rumores por la salida de Adolfo Rubinstein de la Secretaría de Salud, “tenía el sueño de terminar con la grieta”. “Ese sueño comenzó a empañarse a partir del 2015”, remarcó. Agregó: “Por esa grieta hay más droga que nunca, y más pobreza que nunca”. Y nombró a dirigentes como Omar Perotti, Sergio Uñac, Horacio Rodríguez Larreta, Pablo Javkin, Martín Llaryora y Néstor Grindetti.
Monzó deja la presidencia de la Cámara baja homenajeado por los líderes parlamentarios de la oposición pero con tensiones internas en la coalición del gobierno saliente. Con Macri que busca capitalizar los votos de las elecciones. Con el bloque del PRO atravesado por diferencias políticas. Y con la UCR que también trata de administrar sus presiones y liderazgos a partir del 10 de diciembre.
A fines de octubre, el saliente titular de la Cámara baja quiso avanzar sin mucho convencimiento sobre la Defensoría, acéfala desde hace 10 años. El Frente de Todos le puso una condición: que los diputados que le responden en la nueva conformación parlamentaria abandonen el interbloque de Cambiemos. El PRO también buscó condicionarlo, pero en forma contraria: aceptaban su postulación al organismo si su bancada se quedaba dentro de Cambiemos.
Este miércoles, 24 horas antes de su vuelta a la provincia de Buenos Aires, el bloque del PRO en Diputados aceptó la jefatura de Cristian Ritondo, con sonoros cortocircuitos con el grupo de Monzó. El futuro de la bancada macrista es una incógnita. Silvia Lospennato, cercana al dirigente de Carlos Tejedor -fue la única del PRO que lo despidió en la última sesión del año con palabras emotivas-, no estuvo en el acto de Florencio Varela.
A partir del 10 de diciembre, Monzó y Massot, que volvió de Yale, tienen previsto empezar a tramitar en la Insepección General de Justicia (IGJ) los trámites para la inscripción de la consultora con la que pretenden hacer política y asesorar a dirigentes y empresas. Todavía no tienen pensado el nombre. Tienen que presentar tres.
Uno de los dirigentes con los que Monzó pretende tejer un acuerdo es con Rodríguez Larreta, el reelecto jefe de la Ciudad. La alianza, según analizan en el entorno del diputado, estaría destinada a apuntalar el proyecto nacional del jefe de Gobierno a cambio de apoyo a la candidatura bonaerense del saliente presidente de Diputados. En el medio está Vidal, que aún no terminó de gobernar y que es una histórica aliada de Rodríguez Larreta.
“Hola qué tal Monzó cómo te va, hola qué tal Monzó cómo te va, hola qué tal Monzó cómo te va, acá esta la Provincia que tenés que gobernar”, le cantaban ayer al diputado los militantes y dirigentes en Florencio Varela, en su acto más relevante, al menos, de los últimos doce años.