El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y el futuro jefe de Estado de la Argentina, Alberto Fernández, intercambiaron este jueves señales de distensión luego de varios meses complejos en la relación personal entre ellos.
Bolsonaro aseguró en declaraciones al diario Clarín que buscará forjar una relación pragmática con la Argentina. Así dejó atrás una seguidilla de críticas y acusaciones personales al líder del Frente de Todos que a partir del 10 de diciembre sucederá a Mauricio Macri en el Poder Ejecutivo.
Fernández devolvió la gentileza. En el marco de la Conferencia Industrial que organiza la UIA, aseguró: “Vi con alegría que el presidente de Brasil propuso un vínculo pragmático para el Mercosur porque es lo que debemos hacer; el Mercosur lo va a superar a Bolsonaro y Alberto Fernández, es la unión definitiva de los pueblos”.
Unos segundos antes, al analizar los desafíos que tendrá el sector en los próximos años y la política económica que instrumentará su futura gestión, había planteado: “Vamos a profundizar el acuerdo con el Mercosur; que en la coyuntura tenga presidentes que piensan distinto no me hace perder de vista la importancia, ninguna disputa personal que yo pueda tener me va a hacer poner a la Argentina en el lugar equivocado”.
Durante su exposición, el presidente electo prometió que su gobierno tendrá una política comercial inteligente, priorizando la industria local sin que esto signifique una economía cerrada a productos extranjeros. Además, reiteró cuál será su estrategia para reperfilar los vencimientos de deuda: “No quiero hacerle quitas a nadie, pero esta vez la deuda no la van a pagar los que producen; vamos a pagarla después que los que producen empiecen a producir más”.
Los gestos que intercambiaron este jueves Bolsonaro y Fernández podrían ser el principio del deshielo de una relación que nació complicada. Durante la campaña, el líder argentino viajó a Brasil a respaldar a Lula Da Silva cuando aún se encontraba en prisión y el titular del Palacio do Planalto contestó con fuertes críticas.
Los agravios se agudizaron luego de la victoria del kirchnerismo, el 27 de octubre pasado. Incluso hubo un ataque del hijo del presidente de Brasil al de Fernández. Y como señal de desprecio, Bolsonaro ordenó que ningún funcionario de primera línea viajase a la Argentina para la ceremonia de traspaso prevista para el 10 de diciembre.