Según su entorno, tuvieron que mover la locación a un club barrial porque la demanda había superado la capacidad del salón de los bomberos voluntarios de Florencio Varela, en el corazón del Conurbano bonaerense.
Es que la vuelta de Emilio Monzó a la provincia de Buenos Aires generó expectativa entre sus dirigentes: después de su fuerte enemistad pública con María Eugenia Vidal y parte de la cúpula del PRO, el presidente saliente de la Cámara de Diputados desembarcará esta tarde noche por primera vez en territorio bonaerense, en una histórica localidad del PJ.
“Es el regreso a la tierra prometida”, aseguraban la semana pasada en el entorno del dirigente.
Monzó tendrá, de esta manera, su primer acto oficial en la provincia de Buenos Aires, un territorio que tuvo vedado en estos cuatro años por orden de la gobernadora.
El evento, organizado por el senador provincial Eduardo Schiavo, referente de la tercera sección, contará con la presencia de funcionarios y legisladores del riñón del titular de la Cámara baja.
Era cuestión de tiempo, aseguran colaboradores del diputado, para que volviera a pisar la provincia de Buenos Aires, después de acatar el veto impuesto por la gobernadora –relativizado desde La Plata– y refrendado por Mauricio Macri, que en estos años mantuvo un vínculo oscilante con el dirigente de Carlos Tejedor.
La vuelta de Monzó al conurbano bonaerense, en uno de los distritos emblemas del PJ, se da en medio de la reconfiguración que Vidal busca darle a su construcción política después de perder la reelección a manos de Axel Kicillof. La gobernadora quiere ser la jefa de la oposición en la provincia, respaldada por un buen número de senadores y diputados y por los lugares que negocia en estos días en los organismos provinciales que le corresponderán a la oposición macrista a partir del 10 de diciembre. Su plataforma para volver a probar suerte en el 2021.
En noviembre del 2016, Monzó había hecho pública su disconformidad con la cúpula del PRO. En una entrevista criticó a Jaime Durán Barba, el principal estratega del Gobierno, y puso en duda el futuro de Cambiemos. Dijo que compartía con Vidal “un objetivo común: las elecciones del 2017 y una gestión muy difícil”. En las decisiones de la campaña de medio término, sin embargo, Monzó no tuvo ni voz ni voto. El resto es historia conocida.
En las últimas semanas, el bloque de la Cámara baja que responderá al dirigente peronista a partir del 10 de diciembre quedó envuelto en versiones de quiebre con el resto de la coalición conformada por el PRO, la UCR y la CC que Macri pretende liderar, a pesar de la resistencia del radicalismo y de la Coalición Cívica, el partido de Elisa Carrió que prefiere una conducción colegiada. El interbloque oficialista, a punto de convertirse en opositor, quedó cruzado por tensiones internas, a pesar de que ayer fueron refrendadas las jefaturas de Mario Negri y de Cristian Ritondo en las bancadas del radicalismo y del macrismo, respectivamente.
La semana pasada, Monzó se quebró tras los homenajes de los principales referentes de la oposición por su gestión, en la última sesión del año. En especial el de Graciela Camaño. El titular saliente de Diputados se paró, con los ojos llenos de lágrimas, envuelto en aplausos de todo el recinto. Con excepción de Negri, no tuvo palabras de elogio por parte del interbloque de Cambiemos. Solo de su amiga Silvia Lospennato,
En medio de ese clima, Monzó vuelve a territorio bonaerense. Tiene intenciones de competir por la gobernación en 2023.