En medio de la incertidumbre que despertó el reñido resultado electoral de Uruguay, Alberto Fernández decidió en las últimas horas jugar una apuesta fuerte: abrazar la victoria de cualquiera que sea el ganador de los comicios orientales para establecer así una estrategia de salvataje diplomático y evitar una ruptura del Mercosur.
Es probable que el jueves culmine el escrutinio definitivo en Uruguay y se defina quién será el nuevo presidente. Luis Lacalle Pou, líder del conservador Partido Nacional (Blanco), obtuvo el 48,7% de los votos en alianza con otros partidos de derecha mientras que Daniel Martínez, del centroizquierdista Frente Amplio (FA), consiguió el 47,5%, según el escrutinio primario.
La pulseada uruguaya no podría estar más reñida. Pero Alberto Fernández ya deslizó a sus allegados que tenderá puentes en Montevido, “gane quien gane”. La decisión del presidente electo encuentra un punto superador: la necesidad de contar como aliado a Uruguay para salvar de una fractura al Mercosur, tal como lo está planteando el mandatario brasileño Jair Bolsonaro al tensar fuertemente las cuerdas del bloque regional.
Algo de esto dialogó ayer Alberto Fernández con el uruguayo Enrique Iglesias, quien hoy es asesor especial para Venezuela de la Unión Europea y ex titular del BID.
“Con Enrique Iglesias coincidimos en la importancia de la integración y la necesidad de avanzar en una salida negociada a la crisis en Venezuela, trabajando junto a organismos internacionales”, escribió Fernández en su cuenta de Twitter después del almuerzo que compartió con este influyente hombre de la política uruguaya y con Gustavo Beliz en un restaurante de Puerto Madero.
La figura de Iglesias es clave en Uruguay en estos momentos. El veterano economista y político uruguayo de origen español no solo tiene una muy buena llegada a Lacalle Pou sino que está convencido de que no hay que romper el Mercosur.
En el almuerzo con Iglesias también el presidente electo habló de la necesidad de darle una salida institucional a la crisis de Venezuela teniendo en cuenta el rol de asesor de la Unión Europea que tiene el ex titular del BID. Los une la visión común en el Grupo Contacto para buscar una salida regional a la crisis que enfrenta el régimen de Nicolás Maduro.
En las últimas horas Fernández también lanzó mensajes al candidato de la derecha uruguaya. No hubo aún ningún llamado a Lacalle Pou ni a Martínez. Hasta tanto no se conozca el resultado final de los comicios uruguayos, el presidente electo no hará ningún llamado a Monteviedo.
Sin embargo, los allegados a Fernández dijeron a Infobae que “con Lacalle Pou hay una excelente relación”. Incluso recordaron el lazo de amistad que el presidente electo tiene con el padre del candidato uruguayo, “Soy muy amigo de la familia Lacalle. Conozco a Luis por mi amistad con el Cuqui y Julita [sus padres]. La relación personal es óptima. Cuando visité a Martínez dije expresamente que si ganaba Lacalle la relación sería tan buena como si ganara Martínez", dijo Fernández recientemente.
El presidente electo viajó hace 10 días a Montevideo y se reunió con Tabaré Vázquez y con Martínez. Lo une su afinidad ideológica con el Frente Amplio. Y esta hoja de ruta se mantendrá. Viajó acompañado por el futuro presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, quien también cree que hace falta tender puentes con Uruguay y Brasil para evitar que naufrague el Mercosur. Alberto Fernández es pragmático por naturaleza: cree que en estos momentos de fragilidad del bloque regional será necesario contar con Uruguay como aliado.
El canciller de Bolsonaro, Ernesto Araújo, acaba de tensar aún más los delicados lazos del Mercosur al sostener que “estamos preparándonos para diferentes escenarios”. Uno de ellos es la ruptura del Mercosur. Lo explicó sin vueltas al sostener que “Argentina muestra una visión profunda que va en contra de los postulados básicos del Mercosur”. Lo dijo al evaluar una latente amenaza de la Argentina de limitar las importaciones de Brasil.
Lacalle Pou tiene diferencias abismales con el kirchnerismo y con Alberto Fernández, pero cree que el Mercosur es una herramienta que no se puede disolver. Es allí donde el presidente electo de la Argentina encuentra un punto de cercanía con quien podría ser el próximo jefe de Estado de Uruguay. Además, sabe que Lacalle Pou tiene buenas relaciones con Bolsonaro.
¿Podrá una alianza de Uruguay y Argentina modificar la tensión que plantea Brasil en el Mercosur?
Nadie arriesga un resultado de lo que pueda ocurrir en el futuro inmediato en el bloque regional, aunque hay muchos factores en juego: un millonario intercambio comercial, la presión de los industriales de San Pablo por mantener unido el bloque, un acuerdo sellado con la Unión Europea y negociaciones en marcha por un acuerdo de libre comercio con el bloque EFTA que conforman Noruega, Suiza, Islandia y Liechtenstein.
En este plano, Fernández cree que Uruguay, al igual que el Paraguay de Abdo Benítez, podrían ser aliados centrales para evitar la fractura del bloque. Se apostará también por un diálogo con la diplomacia brasileña que conduce desde Itamaraty con tanta fuerza en Brasil.
El embajador de Brasil en Buenos Aires, Sergio Danese, es un hombre de la carrera diplomática y está convencido también de que hace falta recomponer el diálogo por debajo de los fuegos de artificio de Bolsonaro y Fernández. Este embajador de carrera está haciendo enormes esfuerzos por mantener una línea de cercanía entre Brasil y Argentina para salvar el Mercosur.
El próximo 5 de diciembre se desarrollará la cumbre de presidentes del Mercosur en Bento Gonzalves y Mauricio Macri concurrirá allí en su última presentación internacional. El presidente argentino podría haber llevado a Fernández como observador de lujo. Pero la fallida transición en la Argentina y el escaso diálogo que hay con Fernández impidieron cualquier gestión de este nivel. El presidente electo cree que hay otros caminos que una cumbre del Mercosur para evitar la fractura del bloque.
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