Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta no tienen por ahora agendado un encuentro formal.
El presidente electo y el reelecto jefe de Gobierno porteño no se conocen personalmente. Al menos nunca mantuvieron un encuentro cara a cara porque cuando el ex jefe de ministros dejó el gobierno de Cristina Kirchner, a mediados del 2008, el jefe de Gabinete de la Ciudad recién empezaba a acomodarse en la gestión local.
Fernández y Rodríguez sí hablaron por teléfono después de las elecciones: el jefe de Gobierno lo felicitó por su triunfo y cruzaron saludos de rigor. Y no mucho más.
Después sí hubo interlocutores que trataron de forzar una reunión, todavía sin fecha en el calendario. “Hubo setecientos intermediarios que intentaron armar un encuentro, pero tiene que ser acordado entre ellos dos”, explicó ayer a este medio un colaborador de estrechísima confianza de Rodríguez Larreta, que tenía previsto volver de la gira por Italia en estas horas para terminar de definir el gabinete que anunciará la próxima semana. Todavía define casilleros y busca lugares. Por ejemplo, para Santiago López Medrano, uno de los ministros bonaerenses por el que pidió –de los pocos– María Eugenia Vidal.
Entre los “setecientos intermediarios” aludidos por el colaborador larretista se destaca Juan Manuel Olmos, dirigente del PJ porteño que siempre prefirió moverse detrás de escena y que se transformó en un asesor de extrema confianza del presidente electo: la camioneta Jeep con la que el mandatario entrante se movió en las últimas semanas le pertenece.
De no mediar imprevistos, Olmos se aseguró la oficina de jefe de Asesores de la Presidencia, que todavía ocupa José Torello, separado por una serie de despachos del de Mauricio Macri, en el primer piso de la Casa Rosada.
Olmos es, en lo formal, el representante de la Legislatura porteña en el Consejo Académico del Centro de Formación Judicial, un órgano autónomo dependiente del Tribunal Superior de Justicia. En los hechos, es uno de los principales gestores de la Justicia local junto a Daniel Angelici.
De hecho, el vínculo entre la administración porteña y el dirigente peronista es por momentos menos traumático que el del presidente de Boca Juniors y el macrismo en su versión local.
Olmos y Rodríguez Larreta son pragmáticos y mantienen acuerdos políticos que el PRO y el PJ porteño aceitaron en estos años, desde los primeros tiempos de la gestión de Macri en la Ciudad. Pero ambos conservan además una vinculación que ninguno de los dos mediatiza con el papa Francisco, con quien el jefe de Gobierno tuvo una audiencia privada el pasado sábado, el día del cumpleaños de su mujer, Bárbara Diez.
Fuentes del Frente de Todos incluso aventuraron durante la campaña local que Olmos veía con mejores ojos la reelección de Rodríguez Larreta que un eventual triunfo de Matías Lammens, el candidato K en la Ciudad por el que Alberto Fernández hizo campaña. No era el único.
Rodríguez Larreta ya se encontró con Axel Kicillof antes de volar hacia Roma, la semana pasada. Fue una reunión cordial, atravesada por temas de gestión del área metropolitana, de la que también participó Martín Mura, ministro de Hacienda local, por el lado de la Ciudad.
El jefe de Gobierno y el ministro conversaron durante la campaña por las declaraciones de Fernández en Rosario, después del primer debate presidencial, en las que abundó en que no sería “el presidente de los porteños", en un claro guiño al interior. Horas después, desde el equipo del Frente de Todos dejaron trascender que el ex jefe de Gabinete recortaría fondos correspondientes a la Ciudad una vez que desembarque en la Casa Rosada.
En la Ciudad le restaron dramatismo a las declaraciones, aunque sí reconocen que, después del 10 de diciembre, deberán tejer un vínculo formal y cordial. Si la administración municipal quiere tomar deuda, por ejemplo, tendrá que tener el aval de Casa Rosada. Las obras ferroviarias es otro de los ejes en conjunto.
Por lo bajo, hay otros interlocutores entre ambos espacios. En el rubro social, Juan Maquieyra, el presidente del IVC –la futura ministra de Hábitat y Desarrollo Humano, María Migliore, es de su riñón–, tiene diálogo fluido con Daniel Arroyo, futuro ministro de Desarrollo Social de la Nación; con Juan Grabois y con otros referentes de organizaciones.
La agenda social, anticipó Fernández, va a ser clave en su administración. Entre la Nación y la Ciudad hay una agenda común. Desde el financiamiento de obra pública para barrios populares, a la gestión de ACUMAR hasta la construcción de viviendas con créditos del PROCREAR, que hoy depende del Ministerio del Interior.
Carlos Pedrini, el colaborador de Carolina Stanley que lideró en estos años las conversaciones con los movimientos sociales, cosechó en este tiempo buenas conexiones con intendentes y hasta dirigentes del interior. Pedrini no va a tener un cargo formal en la Ciudad, pero tiene una charla pendiente con el jefe de Gobierno: según fuentes oficiales, tiene previsto ayudarlo en su armado de cara al 2023.
Diego Santilli, de origen peronista, también tiene relación con algunos de los dirigentes del PJ que rodean al presidente electo. Pero su vínculo con Fernández fue tirante tiempo atrás, por viejas rencillas electorales. Después recompusieron. Pero no hablan hace rato.
Fernández sabe del proyecto nacional de Rodríguez Larreta. Y el jefe de Gobierno entiende que, en principio, tendrá que solapar esa iniciativa para resguardar el vínculo con Macri. Prefiere que el presidente entrante confronte con su antecesor. Y no con él.
A diferencia de Macri, Fernández tiene respeto político por el jefe municipal.
Un tiempo antes de que el ex jefe de Gabinete cerrara con Cristina Kirchner su candidatura presidencial, se cruzó en los estudios de televisión del canal C5N con un funcionario porteño. Discutieron al aire sobre la política de seguridad del gobierno de Macri.
“Ustedes en la Ciudad están haciendo bien las cosas. Larreta es otra cosa. Es diferente a Macri”, le dijo Fernández al funcionario larretista durante el corte. El empresario Daniel Vila, del grupo América, contemplaba la escena.
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