No fue por una puja de poder interna, que por estos días se dirime de cara a la salida de Mauricio Macri del poder.
Fue mucho más simple: la UCR ensayó una cerrada defensa del secretario de Salud, Adolfo Rubinstein, ante la decisión oficial de dar marcha atrás con el protocolo sobre al aborto no punible vigente publicado ayer en el Boletín Oficial por cuestiones “ideológico-partidarias”.
Así lo aseguraron las fuentes radicales consultadas por este medio ante el apoyo unánime del partido a la figura del funcionario y a la norma publicada que, como confirmó esta mañana Carolina Stanley, será revocada por decisión presidencial.
“Rubinstein es radical, miembro de la fundación Alem, el think tank de la UCR, y la postura verde es mayoría en el partido”, resaltaron fuentes partidarias. La posición del radicalismo en torno a las políticas de salud pública fue históricamente progresista.
El radicalismo ya tenía demasiados chispazos internos por el control del Parlamento, en especial en la Cámara baja, y la toma de decisiones políticas en la coalición que comparten con el PRO y la Coalición Cívica como para sumarles otro capítulo a las diferencias con el macrismo a tres semanas de que Macri deje el Poder Ejecutivo.
Pero la marcha atrás del Gobierno, a pesar de la explicación oficial sobre la decisión “inconsulta” de Rubinstein, provocó que hasta Ernesto Sanz, padrino político del funcionario, utilizara sus redes sociales para solidarizarse con el secretario. El mendocino no usaba su cuenta de Twitter desde el 17 de octubre, día de la Lealtad Peronista.
Lo siguieron Martín Lousteau, Mario Negri, Luis Naidenoff y muchas de las principales figuras de la UCR, con mayor o menor vehemencia. Lousteau no dudó cuando sus colaboradores le mostraron la decisión del Gobierno de revocar la publicación del BO. Habló con Emiliano Yacobitti, del radicalismo porteño. Y salieron a respaldar a Rubinstein en conjunto.
Buena parte del bloque de la UCR en Diputados emitió anoche un comunicado para apoyar la medida impulsada por el funcionario. “Solicitamos al señor Presidente que sostenga la resolución mencionada previamente entendiendo que estas acciones deben enmarcarse en una política pública con perspectiva federal de aplicación articulada en todo el territorio nacional”, escribieron. El comité nacional partidario sacó una declaración en esa misma línea.
Desde la UCR afirman incluso que si no se tratara de Rubinstein, un cuadro técnico del radicalismo, la reacción hubiese sido similar. Tal vez no con tanto fervor.
En el caso de los funcionarios de la UCR del gabinete de Macri, no hubo pronunciamientos. Hernán Lombardi, de inclinación verde, guardó silencio. Y más: fuentes de primera línea del partido aseguran que el ministro de Defensa operó para correrlo a Rubinstein.
La inesperada grieta entre el PRO y la UCR por el protocolo del aborto, a menos de tres semanas del cambio de mando gubernamental, le agrega una cuota de tensión a la relación entre los partidos.
En momentos de discusiones internas por el liderazgo de la coalición. Y negociaciones por cargos: debaten, por ejemplo, uno de los lugares en la Auditoría General de la Nación (AGN) que Macri quiere para Miguel Ángel Pichetto.
Para Macri, el temblor terminó. Sin embargo, en Cambiemos quedó absolutamente claro que la convivencia entre el PRO y la UCR no será sencilla desde que Alberto Fernández se haga cargo de Balcarce 50.
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