Emilio Monzó se quebró. Los diputados de todos los bloques se pararon y le dedicaron un largo aplauso, mientras el titular de la Cámara baja miraba emocionado desde la presidencia.
Graciela Camaño había aprovechado su moción de privilegio para homenajear a algunos de los diputados que dejan la Cámara, como Axel Kicillof y Nicolás Massot, que volvió de su viaje de estudios de algunos meses por los Estados Unidos para acompañar a Monzó, su amigo, en las últimas sesiones del año.
“Usted ha sido un gran presidente, su fuerza no lo supo interpretar”, le dedicó Camaño. Y a Monzó se le humedecieron los ojos. Luego, cuando todos los diputados del recinto empezaron a aplaudirlo de pie, quebró en llanto.
Después fue el turno de Mario Negri, el jefe del interbloque de Cambiemos. “Podemos defender con absoluta tranquilidad y convicción lo que ha sido esta gestión en la Cámara de Diputados con su conducción. Acá tiene a los mejores colegas y a los mejores amigos", le dijo. Lo siguió Pablo Kosiner, del PJ: "Un orgullo haber compartido con vos estos años”, resaltó.
Uno de los últimos en hablar fue Agustín Rossi, jefe del bloque del Frente de Todos. “Lo mejor que logró es que nosotros nos sintiésemos cómodos con usted como presidente. Nosotros sentíamos que no iba a haber desde esa presidencia la respuesta fuera de los cánones normales de la política. Valoramos muchísimo su presidencia", aseguró.
El diputado santafecino también valoró “la gestión en materia edilicia” y le dedicó un mensaje a los legisladores que terminan su mandato: “Les quiero decir que nos sentimos muy a gusto trabajando”. "Usted se lleva el cariño y el respeto”, remarcó Rossi, que suena para integrar el gabinete de Alberto Fernández, al frente del Ministerio de Defensa.
Rossi había dicho ayer en declaraciones a Canal 26 que la jefatura del bloque K a partir del 10 de diciembre quedaría en manos de Máximo Kirchner. “No tengo dudas de que va a ser un excelente presidente de bloque”, oficializó. El hijo de Cristina Kirchner recién apareció por la sesión cerca de las 2 de la tarde.
Massot fue, por el contrario, uno de los primeros en ingresar al recinto en su vuelta a las sesiones tras el viaje de estudios que hizo por la Universidad de Yale. Se abrazó con casi todos los diputados de su bloque. Y tuvo una larga charla con Graciela Camaño y un grupo de legisladores de la oposición minutos antes del inicio del debate de este miércoles, uno de los últimos de la era Cambiemos.
Hay pedida por el oficialismo una sesión especial para este jueves, para tratar el proyecto de “Ficha Limpia”. Y otra convocada para el miércoles próximo, para el tratamiento de proyectos vinculados con la ecología.
El regreso de Massot al país –se había ido con profundas diferencias con la conducción política del Gobierno, en especial con el jefe de ministros, Marcos Peña– fue una de las particularidades del debate de hoy en el recinto en el que los diputados buscarán darle media sanción al proyecto de ley de Góndolas y al de Alquileres, que buscan aliviar la situación de la clase media.
Otra de las curiosidades fue la bota con la que llegó Martín Lousteau en su pierna derecha: se rompió el quinto metatarso del pie derecho en un campamento con su hijo. El legislador tuvo que apoyar su pie en un banco para hacer reposo.
Además, hubo algunas críticas, en especial de Araceli Ferreyra, por la votación a los pedidos de renuncia y de licencia por parte de algunos legisladores. En este caso, al de Elisa Carrió, que dejará el Parlamento desde el 1 de marzo, cuando el presidente electo inaugure las sesiones ordinarias del próximo año legislativo.
Las cuestiones de privilegio, antes de empezar con el tratamiento del temario –Góndolas y Alquileres–, terminaron con la palabra de Silvia Lospennato, una diputada del riñón de Monzó. Fue breve.
“Cuando un líder provoca entusiasmo, seguirlo es fácil. Pero cuando provoca admiración por sus cualidades técnicas, humanas y morales, seguirlo es una obligación. Me honra como padre político y como un gran amigo“, le dirigió Lospennato al titular de Diputados. Más emocionada que el propio Monzó. Fue la única diputada del PRO que pidió la palabra para despedirlo.
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