El presidente electo Alberto Fernández tiene su gabinete prácticamente definido. Así lo aseguró después de la reunión que mantuvo con Cristina Kirchner el último lunes en Recoleta. Cada nombre para un casillero diferente dentro de la nueva estructura de poder que liderará. Sin embargo, aún hay lugares libres. Es lo que se desprende después de la reunión que mantuvo este martes con el jefe del bloque Justicialista en el Senado, Carlos Caserio, en la que le ofreció sumarse al Gabinete.
Fernández le dijo al senador cordobés que valora mucho su trabajo en la Cámara alta, su compromiso político para respaldar la unidad del peronismo y su decisión de desmarcarse de su jefe provincial, el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, que decidió no apoyar la fórmula del Frente de Todos y prescindir de jugar a fondo en las elecciones nacionales. Esa valoración vino acompañada de una propuesta.
Después de destacar sus virtudes, el futuro presidente le dijo que le gustaría sumarlo al gabinete que comenzará a gobernar a partir del 10 de diciembre, pero no le especificó en qué lugar. Solo le dijo que evaluara la posibilidad de sumarse y que pensara en qué lugar podría ser.
Caserio quedó sorprendido. No lo tenía entre sus planes. Pensó que la reunión era para charlar sobre la tensa situación que hoy se vive en el Senado donde el peronismo federal y el kirchnerismo pujan por ocupar lugares de poder. Atinó a pedirle tiempo. Margen para definir su futuro inmediato.
Fernández le aclaró que respetará la decisión que tome y no le dio plazos para que conteste. No hace falta. El dirigente cordobés sabe que no tiene demasiado tiempo. Tiene pensado dar una respuesta en los próximos días. Este miércoles viajó a su provincia para retomar su vida habitual junto a su familia. En ese núcleo decidirá qué hacer. Sumarse al Gabinete implicaría un cambio de vida abrupto ya que debería mudarse a Buenos Aires.
Caserio es ingeniero agrónomo pero no se dedica a su profesión. En el horizonte aparece como posibilidad ocupar un lugar en lo que hoy es el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca. A fines de la década del 90 fue funcionario de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación durante el gobierno de Carlos Menem. Sin embargo, lo que más sonó en las oficinas albertistas es la posibilidad de que se haga cargo del Ministerio de Transporte.
La consigna que le dejó Fernández es pensar y evaluar si está dispuesto a sumarse al Gabinete. Le anticipó que si la respuesta es negativa, respetará su decisión. Una posibilidad es sumarse al Gabinete, la otra es quedarse donde está, en el Senado, y cumplir un rol de negociador. Caserio lo evaluará. No está convencido de dejar la vida que tiene en Córdoba junto a su esposa, hijos y nietos.
En la reunión también se habló sobre el armado en el Senado. Fernández le dijo que respeta la decisión de los senadores del peronismo del interior y le anticipó que no va intervenir en esa construcción. Le dejó entrever que ese campo de batalla pertenece a Cristina Kirchner y que las negociaciones de unidad deberán ser con ella. El panorama quedó aún más confuso de lo que estaba.
La ex jefa de Estado impulsa a un nuevo senador para presidir un bloque unificado en el Senado. Se trata del formoseño José Mayans, dirigente que responde al histórico gobernador de Formosa, Gildo Insfrán, uno de los mandatarios más cercanos a Cristina.
Mayans funcionaría como un punto de unidad para lograr un acuerdo entre el kirchnerismo y el peronismo federal. Actualmente forma parte del bloque justicialista que preside Caserio y su llegada a la presidencia de un bloque amplio podría ser consensuada.
Su nombre aparece en escena casi en simultáneo al ofrecimiento que Alberto Fernández le hizo a Caserio de sumarse a su Gabinete. El senador cordobés deberá decidir que hacer. Si no se integra a la estructurara albertista, podría perder terreno en la Cámara alta frente a la voluntad de Cristina se apoyar la designación de Mayans.
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