Daniel Lipovetzky se convirtió en uno de los diputados más conocidos del oficialismo por su vehemente defensa de la legalización del aborto. Esta semana, el hombre del PRO volvió a los titulares porque calificó la salida de Evo Morales como un golpe de Estado, en clara confrontación con la línea de la Casa Rosada. También fue el único oficialista que votó junto con el kirchnerismo la declaración de repudio.
Al igual que otros exponentes del “ala política” de Cambiemos, como Emilio Monzó, quedó relegado de las listas nacionales. Por eso se prepara para dejar la Cámara de Diputados y asumir una banca en la legislatura bonaerense, como parte del armado de María Eugenia Vidal.
Lipovetzky jura que no recibió ninguna oferta para sumarse al futuro gobierno de Alberto Fernández, pero reconoce que como él también proviene del peronismo tienen en común “la construcción de la justicia social como objetivo”.
— Fuiste el único diputado del oficialismo que votó la declaración de repudio al golpe de Estado en Bolivia. ¿Cómo fue el proceso de discusión interna en Cambiemos?
— En mi caso particular, venía siguiendo el tema de Bolivia muy preocupado por lo que estaba pasando. Primero celebré cuando Evo Morales convocó a elecciones ese domingo a la mañana, porque parecía que terminaba con la espiral de violencia. Después cuando veo la declaración, la “sugerencia”, “recomendación”, “exigencia” o “pedido” de renuncia por parte del jefe de las Fuerzas Armadas dije: “Bueno, hay que estar más atento porque depende lo que haga Evo esto puede ser un golpe de Estado”. A los pocos minutos Evo renunció con lo cual dije: “Esto es un golpe de Estado”. Inmediatamente salí a denunciarlo y a repudiarlo. El lunes mañana yo hablo y le escribo a Monzó, presidente de la Cámara de Diputados, diciéndole que me parecía que había que convocar a una sesión especial por este tema para no quedarnos solamente en la comunicación por redes sociales. Me dice que varios diputados estaban planteando lo mismo. Entonces ahí me comuniqué con esos diputados.
— ¿De Cambiemos?
— De la oposición. Siempre pensando que estamos hablando de un golpe de Estado y que era claro que había que repudiarlo. Creo que el Congreso, que es la casa de la democracia nacional, tenía que tener una posición muy clara, más allá de que el Ejecutivo pudiera, en un caso particular, tener una visión un poco distinta. Es otro poder, el Poder Legislativo es el poder político por excelencia, el poder plural, democrático justamente por ser plural, entonces me parece que teníamos que tener una posición muy clara al respecto. A partir del pedido de sesión especial, el día previo a la sesión a la noche tuvimos una reunión del interbloque donde se debatió este tema.
— ¿Fue muy encarnizado el debate?
— No, encarnizado no, fue muy respetuoso, cada uno expuso su posición. Por supuesto que el Poder Ejecutivo planteaba una resolución no tan enfática en cuanto a repudiar el golpe de Estado, más allá que la resolución que presentó Cambiemos hablaba, sobre todo en sus fundamentos, de repudiar los golpes de Estado. Pero en la parte resolutiva no decía claramente que repudiaba el golpe de Estado. Por eso cuando yo hablé en el recinto en el debate planteé que en definitiva iba a apoyar cualquier resolución que dijera que se repudiaba el golpe de Estado y por eso podía votar la del Frente de Todos, que fue la que terminó teniendo más votos. Pero también hubiera votado si se ponía en consideración la que presentó el bloque de Martín Lousteau, firmada por Carla Carrizo y Teresita Villavicencio, porque también era muy clara en cuanto a repudiar el golpe de Estado.
— En una foto se te ve solo rodeado de bancas vacías. ¿Qué sentiste en ese momento?
— Fue un momento raro. Fue corto igual ese momento. Una de las cosas que charlamos en esa reunión de interbloque fue que íbamos a dar quórum, por lo tanto, yo en ese marco previo al inicio de la sesión estuve dando unas notas ahí en el Salón de Pasos Perdidos y cuando se hizo la hora ingresé al recinto. Cuando ingreso me encuentro con que no había nadie en la zona del interbloque Cambiemos. Pero bueno, yo por la misma lógica por la cual había acompañado el pedido de sesión especial me quedé a la resolución del quórum. Así que cuando hubo quórum yo estaba en el recinto así que fui el primero en sentarme. Y ahí fue donde estuvo la foto. Luego ingresaron los diputados del bloque. Pero en ese momento estaba solo y era extraño. Pero bueno, momento difícil, distinto, pero creo que en definitiva la sesión fue buena.
— Después esa posición generó repercusiones, especialmente en las redes sociales. ¿Hay poca tolerancia para el disenso hoy en día en la política?
— Venimos de una etapa muy fuerte de polarizaciones, de gobiernos polarizantes. El kirchnerismo primero y luego el nuestro fueron gobiernos polarizantes y eso generó mucha falta de amplitud en esto de generar voces disonantes con las posiciones oficiales, justamente por la estrategia de la polarización. Una estrategia que, claramente, fue un fracaso. Tanto el kirchnerismo como nuestro gobierno con la estrategia de la polarización perdieron las elecciones. Esto hay que leerlo y hay que entender que lo que se inicia es una etapa donde hay que revalorizar la política, entender las posiciones distintas y valorarlas desde ese lugar de la búsqueda de los consensos. Esas son las funciones de la política: encontrar los puntos en común y trabajar en esos puntos en común. No siempre jugar en el blanco y negro a una cuestión binaria. Así que en ese marco me parece que tenemos un gran desafío todos los que trabajamos en esto.
— ¿Cómo ves la dinámica legislativa en los próximos años? Cambiemos va a tener un bloque muy importante, en provincia de Buenos Aires incluso van a controlar la Cámara de Senadores.
— Creo que tenemos que ser una oposición que aporte a la gobernabilidad. Y cuando veamos un proyecto de ley, o una Ley de Presupuesto que sirva para que el gobierno pueda hacer las cosas que necesitan los bonaerenses o los argentinos hay que acompañarlo. Estoy convencido de que lo que viene es justamente eso: la moderación. Me parece que el mensaje de las urnas es que los argentinos están pidiendo eso. No están pidiendo la división permanente entre ellos y nosotros.
— ¿La sociedad está pidiendo terminar con la polarización?
— Yo creo que sí. Primero porque la polarización le ha hecho muy mal a la sociedad. Me parece que nosotros somos un pueblo en general muy politizado, nos encanta debatir de política, y eso está muy bien, y es fantástico. Ahora, si esa discusión de política te lleva a la lógica amigo-enemigo, me parece que eso es una equivocación. Eso lo propiciaron tanto nuestro gobierno como el anterior y me parece que hay que empezar a ponerle fin. Los argentinos de alguna manera votaron un candidato como Alberto Fernández que tuvo un discurso en ese sentido. Ahora a lo que aspiramos es a que Alberto, que ganó la elección, cumpla con ese punto.
— ¿Macri va a imponerse como líder de la oposición? ¿O va a terminar dando un paso al costado para que surjan nuevos liderazgos como Vidal, Rodríguez Larreta, Cornejo o Lousteau?
— Yo creo que Mauricio tiene con qué para poder plantear ser por lo menos uno de los líderes de la oposición. Pero también creo que hay otros cuadros políticos de Cambiemos que tienen con qué para participar de la mesa de toma de decisiones. En esto incluyo a María Eugenia Vidal, a Horacio Rodríguez Larreta, a Cornejo, a Lousteau y a Morales. Creo que hay que ampliar la mesa de toma de decisiones. En mi opinión, creo que uno de los factores que contribuyó a la derrota de nuestro espacio fue la cerrazón que se produjo en la mesa de toma de decisiones del gobierno en los últimos años, en los últimos dos años por lo menos. Y esa cerrazón también se trasladó a la mesa de toma de decisiones partidaria. Por lo tanto, a partir de ahora me parece que, si queremos aprender de los errores y de las derrotas -lo peor que nos podía pasar es decir que hicimos una buena elección, sacamos 41 puntos y no hacemos ningún balance-, la mesa de toma de decisiones de Cambiemos debería ampliarse a estas figuras políticas y no quedar en un solo liderazgo, más allá de los palmares de cada uno.
— Después de la votación en el Congreso el hashtag “Lipovetzky renunciá” fue tendencia con miles de menciones. ¿Cómo lo viviste a nivel personal y qué explicación política le encontrás?
— A nivel personal a uno nunca le gusta que haya una campaña orquestada, sobre todo cuando se ve que es una campaña orquestada, se ve claramente en las métricas, que uno nunca sabe de dónde viene, por supuesto. Más allá de eso entiende dentro de la lógica de la política que ese tipo de campañas están de alguna manera direccionadas a ejercer presión. Pero cuando uno está muy firme en sus convicciones, en este caso defender la democracia en nuestra región y repudiar los golpes de Estado, sabía que no me iba a hacer ningún tipo de mella. Más allá de que uno se preocupa porque a veces eso lo ven tus hijos y te preguntan qué está pasando y eso nunca está bueno. Además de terminar con la grieta también terminar con ese tipo de cosas.
— También es una herramienta de disciplinamiento para el resto del bloque hacia el futuro...
— Sí, y está mal. Los disciplinamientos no se hacen así, los disciplinamientos se construyen con debate político interno, y con razones. Pero en un tema como este, que se trataba de defender a la democracia, tenemos que dejar de lado las diferencias partidarias y trabajar todos en el mismo sentido. Yo lo dije en el recinto, Cambiemos va a tener un montón de temas para diferenciarse del Frente de Todos en los próximos cuatro años, pero justamente éste no era el tema para diferenciarnos. Todo lo contrario, era un tema para que estemos todos juntos. Y ahí puse el ejemplo de Antonio Cafiero que fue uno de mis maestros, junto con mi papá.
— Vos trabajaste como asesor de Cafiero.
— Trabajé muchos años con él, sí, más de ocho o nueve. Él siempre me contaba el ejemplo de Semana Santa del 87, durante el intento de golpe carapintada, donde él dejó sus diferencias partidarias con el presidente Alfonsín y estuvo codo a codo defendiendo la democracia. Me parece que ese es el mensaje que hay que dar. Por lo tanto, me parece que el que intentó demostrar disciplina de bloque en este tema a través de las redes sociales se equivocó sin lugar a dudas.
— Bolivia, la legalización del aborto y la libertad durante el proceso para Lula, son todas posturas disonantes con la mayoría oficialista. Incluso desde la oposición comenzaron a bromear con que debías cambiar de bando. Esos puntos te acercan al albertismo, ¿cuáles sentís que te separan?
— Yo siempre planteo que uno de los grandes desafíos de Alberto será ver cómo unifica las diferentes posiciones. Alberto, por ejemplo, ha sido muy crítico del Memorándum con Irán, pero después su candidata a vicepresidente Cristina Kirchner fue la que lo firmó. Está claro que ese para mí fue uno de los grandes errores del gobierno de Cristina. Entonces ahí me parece que podría separarme y decir no quiero que pase. Una vez que empiece a gobernar uno podrá tener más claro qué es lo que va a hacer. En general, yo vengo del peronismo, por lo tanto, desde el punto de vista de la defensa de la justicia social que embandera al peronismo, o la construcción de la justicia social como objetivo, son cosas que uno las tiene en común. Lo mismo la posición clara de Alberto a favor de la legalización del aborto. Los puntos que me separan hoy te diría que tienen más que ver con lo que hizo parte de la alianza Frente de Todos cuando le tocó gobernar. Que habrá que ver en ese frente, digamos, cómo…
— Qué posiciones van a primar.
— Claro, exactamente.
— Una de las pocas definiciones claras que dio Alberto Fernández es que tendrá una política económica de fomento de la demanda. ¿Qué opinas de eso? ¿Cómo creés que va a terminar?
— Yo estoy de acuerdo. Me parece que la recesión que hoy tenemos es muy fuerte y es necesario reactivar el mercado interno. Esa es una de las claves. Hay que ver cómo lo puede hacer. Pero claramente necesitamos poner la economía a funcionar y me parece que está bien que Alberto haya planteado eso. Si vos te ponés a ver las medidas que tomó el gobierno de Macri en la última etapa fueron parecidas. En ese marco, me parece que en un país como la Argentina el mercado interno no se puede descuidar nunca. Somos un país que de alguna manera tiene un entramado industrial y que produce mucho para lo interno. Por un montón de factores que tienen que ver falta de competitividad y también con nuestra posición geográfica, muy lejos de muchos lados. Todo eso hace que el mercado interno sea clave.
— Cuando viste el tuit de Alberto Fernández que reivindicaba tu postura sobre la crisis en Bolivia, ¿qué fue lo primero que pensaste?
— Como dije, primero pensé que fue un honor. Eso fue un poco mal interpretado. Que el presidente electo tome una opinión de uno, para cualquier ciudadano argentino es un honor. Tiene que ser así. Sea de tu partido o no va a ser el presidente de los argentinos a partir del 10 de diciembre. Así que lo dije desde ese lugar. Después, por supuesto, dije: “Va a haber alguno que lo va a mal interpretar”. Yo tengo en mi portada de Twitter una foto donde estamos el día de la media sanción del aborto con un montón de diputadas de todos los bloques. Está Victoria Donda, pero también está Olga Ristra de la UCR, Brenda Austin de la UCR, Malena Galmarini. Y la puse ex profeso, porque en realidad lo que quiero mostrar es que justamente tenemos que terminar con estas divisiones. Entonces, cuando un presidente te reconoce algo que dijiste y coincide con lo que uno opina me parece que hay que tomarlo bien, no mal.
— ¿Hablaste cara a cara mano con Macri, con Peña o con alguna autoridad del PRO justamente sobre todos estos posicionamientos?
— No, cara a cara no. Últimamente no he hablado con el Presidente, más allá que hemos estado en ámbitos en común, pero no he hablado ni con Marcos ni con Mauricio. Con otros funcionarios del gobierno, sí.
— ¿Cómo explicás políticamente que hayas pasado de ser diputado nacional -y presidente de la Comisión de Legislación General- a diputado provincial? No deja de ser importante pero es un puesto de menor jerarquía.
— Sí, claro. Sí, no hay que negarlo porque yo mismo dije públicamente que no era mi aspiración. Por supuesto yo creía, desde lo personal y desde lo político, que me hubiera gustado más estar en la lista para ser reelecto. Creía que la experiencia de estos cuatro años en el Congreso le iban a servir a nuestro espacio para lo que venía. Sigo pensando que podíamos ganar la elección y realmente se iba a necesitar la construcción de los consensos. En la búsqueda de los consensos iba a servir mucho. También va a servir desde la oposición ese vínculo que yo tengo con una parte de la oposición. Por lo tanto, consideré que fue un error, así se los dije por privado y también lo transmití en forma pública, más allá de respetar la decisión colectiva, aunque no la comparta. Ahora, los fundamentos de por qué se tomó esa decisión la verdad es que no los conozco. Nunca me los dieron.
— ¿Creés que fue por tu posición pro aborto o pesaron más los gestos de autonomía?
— Por el aborto no creo porque en definitiva en la lista nuestra tenemos bastantes candidatos que tienen posiciones favorables. Más allá de que yo era, del sector de los hombres, uno de los más identificados. Pero más allá de eso no creo que sea “piantavotos” porque Alberto Fernández, que ganó las elecciones, también tiene una posición favorable y lo dijo públicamente. En cuando a la independencia, la verdad que en general uno ha tratado de acompañar las decisiones del Gobierno, más allá que algunas podría compartirlas más o menos, pero pensando que estaba en un bloque oficialista. Así que me parece que no deberían haber sido las causales. Pero la verdad es que como nunca me dieron los argumentos, no lo sé.
— Quedaste en una posición similar a la de Monzó, en algún punto relegado y molesto con la situación.
— Molesto ya no, ya terminó esa etapa. Por supuesto que es un momento de hacer conclusiones, terminaron los cuatro años. Sí creo en general que el gobierno después del 2017, en esta cerrazón de la mesa de toma de decisiones, también tomó la decisión de a todos los que veníamos desde la política, no te digo relegarlos pero de alguna manera darnos menos participación. Y el ejemplo más claro de eso es Emilio Monzó, quien por supuesto ha tenido un rol importante en el 2015 en la elección, además ser presidente de la Cámara de Diputados, y lo ha hecho muy bien. Podríamos incluir a Nicolás Massot en ese ámbito, y también podría incluirme a mí.
— Hubo rumores sobre conversaciones con el albertismo e incluso llegó a decirse que te podría ofrecer presidir el INADI. ¿Existió alguna charla? ¿Te interesaría en algún momento dejar el trabajo legislativo para pasar a una posición ejecutiva?
— A ver, no hubo ninguna propuesta, ninguna. Con lo cual ni siquiera la estoy considerando porque no existió. Quiero que quede claro, no hubo ninguna propuesta así que no hay nada bajo análisis. Yo hace ocho años que estoy en el Poder Legislativo y muchas veces por supuesto que he considerado en toda esta etapa la posibilidad de ir al Ejecutivo, sea ahora, en cuatro años o cuando sea. En algún momento me gustaría tener alguna función ejecutiva. No significa que vaya a ser ahora porque por supuesto el único lugar oficialista que hoy tenemos sería en la ciudad de Buenos Aires. Pero si existiera algún ofrecimiento en ese sentido lo evaluaría. Pero hoy por hoy no hay ningún ofrecimiento.
— ¿Evaluarías un ofrecimiento de Rodríguez Larreta?
— Claro, claro.
— ¿Y de Alberto Fernández también lo evaluarías?
— No quiero hablar sobre un ofrecimiento de un gobierno que no es al que pertenezco, o el espacio político, porque no lo hay. No ha existido. Es hablar sobre una realidad que hoy por hoy no existe, por lo tanto, cualquier cosa que diga puede ser malinterpretada cuando en realidad, como decía el General, “la única verdad es la realidad”. Y la realidad es que hoy no hay ninguna propuesta.
Entrevista completa
Seguí leyendo: