El Arzobisto de La Plata, monseñor Víctor Fernández, publicó este sábado un texto en el que salió al cruce de interpretaciones que se hicieron en el plano local sobre un argumento expueso por el papa Francisco el pasado viernes en el Vaticano. En concreto, el Papa había criticado el “uso arbitrario” de la prisión preventiva y del denominado lawfare -es decir, el uso del Poder Judicial con propósitos políticos ulteriores- contra dirigentes políticos.
Las palabras del máximo referente de la Iglesia Católica fueron generaron revuelo en el país debido a que se produjeron horas después de que el Congreso argentino fijara limites a las prisiones preventivas que podrían beneficiar a ex funcionarios detenidos.
Sin embargo, Fernández, en un texto publicado en sus redes sociales y titulado “Dejen al Papa tranquilo”, indicó que le llamó “poderosamente la atención que se piense que cada cosa que dice está pensada para la Argentina” dado que “es un líder mundial escuchado en todas partes”.
El texto completo:
Me llama poderosamente la atención que se piense que cada cosa que dice el Papa Francisco está pensada para Argentina. Hoy es un líder mundial escuchado en todas partes, que incluso ha logrado enormes avances en la relación de China con el cristianismo, y en definitiva con occidente. Ahora se está acercando a Japón y Tailandia, con sus milenarias culturas no cristianas. Por no mencionar cientos de aportes que ha hecho al mundo. Sin embargo, aquí piensan que se la pasa leyendo los diarios argentinos y pensando en nosotros en cada cosa que dice.
Cuando te toca ocuparte de la puerta de entrada, no te vas a sentar al gallinero. Si él se reúne con juristas y opina sobre las prisiones preventivas –diciendo lo mismo que opinó toda su vida- ya dan por sentado que sólo lo hace para inmiscuirse en la justicia argentina. Basta que lo diga un periodista para que luego lo repitan los mismos católicos. Y las redes lo multiplican, logrando hoy lo que una década atrás no conseguían los grandes medios. Con un poco de dinero es fácil instalar cualquier cosa, porque de auténtica cultura crítica hay poco en Argentina.
Escuchando a Francisco he aprendido mucho, pero me asombra el escaso profesionalismo de quienes repiten muletillas sin investigar un poco más a fondo su pensamiento y su propia trayectoria. Ahora que ya pasaron las elecciones, puedo contar que tiempo atrás le escuché hablar muy bien de Lavagna. Sin embargo, no hubo fotos con él dando vueltas por todos los medios. Lo mismo ocurre con otras personas que muchos sabemos que él valora bastante -de distintos partidos políticos- pero que no han aparecido promovidas por él, como dicen que hace. ¿Cuántos periodistas han sido capaces de descubrir y analizar esa información?
Ahora también encontraron una muletilla llamándole “populista”, y hay quienes lo repiten aun sin saber qué significa esa palabra. Un gobierno populista como el de Salvini en Italia, aprovechaba los peores instintos xenófobos de la población para conquistar popularidad, pero encontraba un fuerte escollo en el discurso del Papa, que invitaba a la apertura y a la acogida de los migrantes. Sin embargo, por este discurso del Papa se lo considera populista. Resulta que el muro populista de Trump también encontró en Francisco su más férreo opositor. ¿Pero el populista es el Papa? Dicen que Francisco alienta la vagancia, cuando pocos como él insisten que un objetivo fundamental de la política es que haya trabajo para todos, para que no hagan falta los subsidios. Parece que ni leyeron la única encíclica que él escribió (Laudato si') y que bastaría para entenderlo.
Ante esta situación uno se pregunta: ¿a quién se le puede ocurrir que venga a la Argentina, a exponerse y desgastarse inútilmente? A su edad, seguramente pensará en qué quiere invertir los pocos años que le quedan. ¿Tendría sentido venir aquí a entregarse a una carnicería?
Para darle palos a él se unen, paradójicamente, los ultraconservadores, los neoliberales más fanáticos y la izquierda troskista, incluyendo unos cuantos católicos entre los primeros. Y no creo que sea para defender los valores republicanos.Tienen intereses diversos, pero los junta el mismo enemigo. Es verdad que la mayor parte de la población lo quiere y lo respeta. Pero no parece prudente dejar a esa mayoría a merced de quién sabe qué movida podrían hacer, donde los lobos se unen contra la misma presa, aunque después se peleen entre sí para quedarse con los restos. Ignoro lo que él piensa hacer al respecto, pero me parece que la realidad muestra claramente qué es lo que no le conviene hacer.
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